Análisis

Discurso y pandemia: la variante “odio”

Mientras los especialistas en Salud siguen debatiendo la génesis del Covid 19, existen llamativos sesgos racistas inmunes a todas las vacunas que la industria farmacéutica logró sacar hasta el momento, para mitigar los efectos de una pandemia voraz para la Salud de la humanidad, pero también para la cosmovisión de las redacciones periodísticas.

Coronavirus Foto: Pixabay

Dime en qué país viviste y te diré de qué variante eres responsable...

“Seguro que fue un chino. ¿Vos viste, no? Si los chinos comen murciélagos en las ferias callejeras. Los tienen ahí apilados, unos arriba de otros, sin cadena de frío ni control de bromatología. Sí, seguro que fue un chino.”

Además de los trastornos sanitarios, el Coronavirus se metió en la cloaca de la geopolítica, la tapó y permitió que salieran las peores miserias de la humanidad. En especial, aquellas asociadas a que las mutaciones del virus tienen un vínculo directo con países subdesarrollados, con poblaciones culturalmente rezagadas (¿según quién?).

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Así como el virus impactó en la Salud, logró inocularse en las redacciones periodísticas, en los formadores de opinión, en analistas reconocidos y hasta en lobbistas despiadados. No sé cuán fulminantes son las nuevas cepas que se descubren en el mundo, pero en materia étnico-dialécticas, parece que cada nueva aparición tiene un efecto devastador sobre la población señalada.

La comunidad internacional explica el derrotero del Sars-Cov2 de la siguiente manera: el virus nació en China, en un mercado; mutó en Asia para devastar Europa, lo llamaron Alpha en Gran Bretaña, y lo señalaron como una ola imposible de parar, pese a que el gobierno de los Conservadores optó por la estrategia más osada y vanguardista hasta el momento… curioso.

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Antes de dejar la política para continuar con el recorrido del virus étnico, recordemos a Donald Trump, entonces presidente de USA, haciendo referencia al “chinese virus”.

De Gran Bretaña llegó a Sudáfrica. Migró de continente y lo llamaron Beta, pero como a esa altura no había demasiado para contar, voló en charter a la selva amazónica del Brasil, donde eligió gente del mismo color de piel que en Sudáfrica pero con marcadas diferencias de civilización. Claro, si arrancó con un murciélago, imaginemos el poder de la anaconda, ¿o no? La llamaron Gama, o la variante de Manaos, la brasileña. Para que se entienda...

Detectaron el primer caso de la variante Ómicron de coronavirus en Estados Unidos

¿Alguno vio cómo vive la gente en India? Todos apilados, unos arriba de otros, en condiciones de indigencia tan grandes, que fueron caldo de cultivo para la nueva mutación: la variante Delta fue la colonia de vacaciones del Coronavirus durante prácticamente cuatro meses, y los asiáticos volvieron a ser los responsables de infectar las costas europeas, las ciudades norteamericanas y los sueños de libertad del mundo occidental.

En el medio estuvieron Lambda y Mu, dos nuevas variantes que se hicieron reinas del Perú y Colombia. ¿Alguno pensaba que la América Latina de habla hispana se quedaría afuera del podio? Claro que no.

Ahora tenemos Ómicron entre nosotros, una nueva variante renacida de las entrañas de la Beta, la sudafricana. Otra vez los africanos amenazando al mundo con una nueva mutación creada en el color de piel de las tribus San y Khoekhoe. Representan sólo el 1% de la población, pero seguramente tendrán mucho que ver.

La variante Ómicron del Covid-19 ya está presente en 12 países de cuatro continentes

En un mundo donde el acceso a las vacunas es tan dispar como segregacionista, donde hay países que pese a tener terceras dosis de refuerzo no logran vacunar a su población, el responsable está allá lejos pero conectado. Tiene menos recursos pero, a su vez, más capacidad de daño.

En la carrera por vacunar, vacunar y vacunar, las grandes naciones apelan a cualquier argumento. Alcanza con promover alguna nueva variante nacida de la exclusión para llenar las redacciones, siempre en busca de lograr que aquellos que dudan en vacunarse lo hagan. En el medio quedan “los marginales”, los excluidos de todo. De las vacunas, de las oportunidades y del futuro.

No hay vacuna para la variante “odio”.

 

* José Ferrentino. Asesor en  Comunicación Política y Corporativa. Socioundador - Percipi Consultores.