Los países de la Unión Europea están experimentando con nuevas formas de lidiar con el coronavirus. Alemania, Portugal e Italia han impuesto cuarentenas selectivas o “inteligentes”, cerrando regiones más pequeñas en respuesta a los nuevos brotes en lugar de paralizar a sus países por completo. Este enfoque es la única esperanza de volver a una vida más normal mientras esperamos una vacuna. Sin embargo, también impone una responsabilidad mucho mayor al sector público en comparación con los confinamientos generalizados. Las autoridades de la salud deben asegurar que los pequeños brotes no se salgan de control y obligar a tomar medidas más severas.
Alemania ha experimentado una serie de brotes en mataderos, lo que ha llevado a los gobiernos locales a declarar nuevas cuarentenas, como en el municipio de Guetersloh, y a aplicar cuarentenas parciales, como en la cercana ciudad de Warendorf. En los últimos meses, Italia ha logrado contener algunos pequeños brotes, incluido uno en la pequeña región de Molise y otro en Roma, sin tener que imponer restricciones adicionales. Pero la región sur de Calabria impuso hace poco una cuarentena en un área de la ciudad costera de Palmi, después de que se reportaran algunos casos. Y después de un nuevo y preocupante aumento en los casos, Portugal ha ordenado que las tiendas en algunas partes de la región de Lisboa cierren temprano, entre otras restricciones.
Algunos de estos casos muestran sorprendentes similitudes. Por ejemplo, muchos de estos nuevos brotes se originaron en comunidades migrantes que habitan viviendas superpobladas o con condiciones de trabajo inseguras. Este fue el caso en una planta de procesamiento de carne propiedad del Grupo Toennies en Alemania, donde más de 1.000 empleados, la mayoría de ellos migrantes de Europa del Este, contrajeron covid-19. También fue el caso de un brote mucho más pequeño en la región central de Las Marcas, en Italia. Ocurrió algo similar en Portugal: a finales de mayo, surgió un brote en el barrio de Jamaica, en Lisboa, que ya enfrentaba una crisis de vivienda. Los centros de salud son otra fuente potencial de contagio, como ocurrió con el reciente brote en Roma.
Hasta ahora, las autoridades han logrado contener estos brotes. En Italia, el número de nuevos contagios se ha mantenido estable en unos pocos cientos de casos durante las últimas semanas, a pesar de una importante reapertura de la economía. En Alemania, la tasa de reproducción, o “R“, del coronavirus, que mide a cuántas personas contagia un portador del virus en promedio, se disparó a casi 3 el fin de semana pasado, muy por encima del nivel necesario para creer que el brote está bajo control. Afortunadamente, este factor ha comenzado a disminuir. Según el Instituto Robert Koch del país, tampoco parece ser demasiado alarmante, ya que el número total de casos sigue siendo relativamente bajo.
Esta estrategia selectiva para los confinamientos no es en modo alguno un repudio a las medidas más draconianas que la mayoría de los países europeos aplicaron anteriormente. De hecho, la estrategia actual solo puede funcionar porque Europa ha logrado controlar en gran medida el número de nuevos contagios. No parece tan factible para países como Estados Unidos o Brasil, donde los nuevos contagios aún van en alza en muchas áreas.
Las cuarentenas inteligentes requieren de la colaboración de los ciudadanos: usar mascarillas y mantener el distanciamiento social son dos formas de reducir el riesgo de un nuevo aumento en los casos. Sin embargo, gran parte de la carga recae en los gobiernos. Tienen que identificar los nuevos casos de forma temprana a través de pruebas rápidas y seguimiento de contactos para circunscribir el contagio. Lograr que más personas descarguen aplicaciones de seguimiento de contactos ayudaría en este frente (no se ha hecho lo suficiente en Francia e Italia), pero las autoridades también tendrán que garantizar que los sistemas de salud locales tengan suficiente personal para rastrear contagios de manera efectiva. Finalmente, deberán gestionar el proceso de reapertura de las fronteras con cuidado, especialmente cuando se trata de países que aún no tienen el virus bajo control.
Por supuesto, es posible que todo esto no sea suficiente. Unos pocos “eventos superpropagadores” o incluso “superpropagadores” individuales podrían resultar particularmente difíciles de manejar. Pero si Europa tiene éxito en esta nueva fase de su lucha contra la pandemia, los beneficios económicos y sociales podrían ser enormes. Solo una vacuna o una mutación benigna garantizará que la amenaza de covid-19 haya terminado. Hasta entonces, las cuarentenas inteligentes son la mejor esperanza que tenemos.