En diálogo con Canal E, Eduardo Reina, analista político, reflexionó sobre la profunda naturalización de la corrupción en Argentina y la débil reacción social frente a los escándalos.
La naturalización de la corrupción y el costo para el país
Reina comenzó señalando que el fenómeno dejó de sorprender: "Si ya nos estamos acostumbrando a la corrupción, porque nada nos sorprende", afirmó, recordando casos emblemáticos que involucraron bolsos repletos de dinero sin consecuencias judiciales ni reacción social masiva. Para el analista, "estamos en un país que se ha acostumbrado a una corrupción y que todo nos parece como normal", algo que calificó como “muy grave”.
Subrayó que la corrupción se transformó en un problema estructural que atraviesa gobiernos y gestiones, lo que desalienta inversiones: "Los inversionistas te dicen que la Argentina es un país corrupto y a vos te duele", lamentó. Señaló que esto afecta la posibilidad de atraer capitales incluso cuando “Argentina tiene muchísima gente con ganas de emprender”.
Reina enumeró casos judiciales sin resolver —desde el expediente sobre Cristina Fernández hasta las investigaciones sobre Carina Milei, Sergio Massa y Alberto Fernández— que, a su juicio, dañan aún más la percepción internacional del país.
Justicia, impunidad y el rol de la sociedad
Ante la mención del caso Cuadernos, fue categórico: "Todos vimos que había bolsos, vimos cómo se contaban dinero con máquinas, vimos absolutamente todo", y aun así persisten sectores que lo relativizan. Para él, esta negación refuerza la impunidad.
Reina también contextualizó frases históricas como la de Luis Barrionuevo (“hay que dejar de robar dos años”), que reflejan la aceptación cultural del problema. Sin embargo, alertó que el mundo actual exige estándares completamente diferentes: “Hoy la transparencia es un activo muy importante”.
Consultado sobre por qué la sociedad no se moviliza, sostuvo que se trata de un proceso lento: la gente está empezando a comprender que la corrupción, al igual que la inflación, es un mal que los perjudica directamente. Afirmó que “la gente ya no come vidrios” como antes y que la mayor conciencia social podría generar un cambio futuro.
Reina expresó confianza en que, con el tiempo, los ciudadanos castigarán electoralmente a los corruptos y que los gobiernos deberán depurarse: “El gobierno va a tener que depurar lo que hubiera estado corrupto dentro del gobierno”.
La necesidad de transparencia real
Para combatir la corrupción, el analista planteó medidas concretas: digitalizar compras públicas, transparentar licitaciones y abrir los negocios del Estado también a pequeñas y medianas empresas. Recordó que durante la gestión de Alberto Fernández se volvió al sistema en papel, lo que consideró un retroceso.
Respecto del rol judicial, sostuvo que “la justicia está desempolvando expedientes” ante señales políticas claras, aunque advirtió que debe sostenerse esta línea para recuperar credibilidad.