La psicosis que se genera cada vez que leyendas urbanas como la de la Trafic Blanca se propagan por los medios y las redes sociales más allá de producir una sensación general de malestar y miedo entre la población, pueden afectar de forma negativa la confianza pública de la donación de órganos.
Tras los nuevos rumores de supuestos casos de tráfico de órganos en los barrios porteños de Flores y Caballtio, el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai) expresó su inquietud: “Nos preocupa especialmente que historias infundadas circulen y se reproduzcan, afectando la confianza en el sistema de donación de órganos de nuestro país y en definitiva, perjudicando a las personas que esperan un trasplante para mejorar su calidad de vida”.
Según precisan desde el organismo, en toda la historia jurídica de nuestro país no se registra ningún caso de comisión de este delito. Además, desde un punto de vista científico es inviable que se haga una prática clandestina y exista una banda de traficantes de órganos.
La doctora cientificotécnica del Incucai, Liliana Bisigniano, detalló a Perfil.com que “solo 5 de cada mil personas que mueren pueden potencialmente ser donantes”. Sobre el funcionamiento del proceso, explicó: “En nuestro país la procuración de órganos se hace en pacientes que se encuentran en unidad de terapia intensiva en muerte bajo criterios neurológicos. Para mantener la viabilidad de los órganos y para que éstos puedan ser implantados necesitas tener el paciente en una terapia intensiva que permita tenerlo ventilado, con circulación sanguínea”.
Asimismo, puntualizó que “no cualquier órgano se puede poner en cualquier persona, tiene que haber una compatibilidad”. Bisigniano afirmó que no existe biológicamente la posibilidad de mantener una víscera por mucho tiempo congelada: “La viabilidad para implante de un corazón es de sólo hasta cuatro horas entre que lo extraes y lo trasplantás, lo mismo que para los pulmones. Para un hígado no más de ocho y un riñón pueden pasar hasta veinte”.
“En ningún lado serio van a aceptar a un paciente que venga con un órgano bajo el brazo y se lo van a implantar como si fuera cualquier cirugía. Tenés tanta gente involucrada y el requerimiento de la obtención del órgano como su trasplante exigen tan alta complejidad que sería imposible mantenerlo en una situación de ocultamiento”, resumió.
Los rumores que circulan desde hace años hablan de secuestros de niños para robarles los órganos. No obstante, existe una incompatibilidad de los tamaños para el uso de esas vísceras: “Los riñones de donantes de menos de 20 kg son demasiado chicos para implantarlos por separado y tendrías que hacer un implante en bloque, ambos riñones a un solo receptor y eso quirúrgicamente es muy complejo. O un corazón de un nene de 20 kg no se lo puedes poner a un adulto de 70”, consignó la especialista.
De la redacción de Perfil.com | Twitter: @BarbaraDefoix