No hay que bajar la guardia, porque es tiempo de grandes dificultades.
El gobierno acaba de presentar un proyecto de amplia reforma judicial, acompañada de la conformación de un consejo asesor para opinar sobre temas al respecto.
Las alteraciones a los sistemas jurídicos deben ser hechas al final de los procesos de cambio y reestructuración de la realidad, y no antes. Son la culminación de los cambios, y no su comienzo. El gobierno ha puesto el carro delante de los bueyes, cuando estamos en medio de la pandemia del virus y de la crisis económica.
Existe la grieta política y la oposición al gobierno ya ha planteado su visión negativa del tema, o sea que la brecha amenaza con agravarse. La inclusión del Carlos Berardi en el mencionado Consejo de especialistas ha exacerbado los ánimos de la oposición, predisponiéndola en contra de los cambios que se pretenden.
La señora de Kirchner tiene un indudable caudal de apoyo popular que se vuelca en votos, pero que no son suficientes para un triunfo. Y necesita los votos que aporta Alberto Fernández, que los tiene, aunque sea de arrastre y aunque no se los considere “propios”. Digo esto porque la reforma judicial en curso no es una imposición, puesto que puede zafar si quisiera, y tampoco puede explicarse como deformación profesional de un abogado de larga experiencia en la cátedra. Es sencillamente una decisión del Presidente.
¡Sigamos en alerta! El gobierno nos lleva por un camino equivocado y peligroso. Nuestra respuesta es hacer la crítica de la propuesta gubernamental, y al mismo tiempo hacer que cada uno siga en lo suyo, porque son los trabajadores, los empresarios, los profesionales, los equipos de salud, los hombres y mujeres de la ciudad y del campo con su tarea diaria quienes van a sacar el país adelante. Pero son necesarios políticos unidos al sentir popular.
*Poeta y crítico literario. Autor de Empujando la Historia. Poemas.