Lejos del discurso de unidad que proclama, de la boca para afuera, la dirigencia peronista pareciera en los hechos multiplicar su atomización a medida que las encuestas muestran la por ahora imparable caída del apoyo al Presidente. Acaso esa sobreexpectativa de volver al poder sea la que les hace dar tantos pasos en falso.
Hasta hace poco tiempo, aparentaba que ciertos puentes tendidos entre el kirchnerismo y Alternativa Federal podían sostener el relato pretendidamente heroico de “unirnos para ganarle a Macri”. Que Massa o Urtubey no levanten vuelo, la irrupción de Lavagna y el rechazo que CFK aún concita en las hipótesis de ballottage expresaron que pegarse no es lo mismo que unirse.
Mientras los kirchneristas declamados o vergonzantes se abroquelan, como volvió a suceder ayer en el acto de Avellaneda (repasemos parte de la lista de los presentes: Máximo K, Kicillof, Insaurralde, Espinoza, Magario, Solá, Scioli), la “tercera vía” amaga con generar una cuarta, para preocupación de los sectores del “círculo rojo” que prefieren que Macri no sea reelecto y que Cristina no vuelva.
En el PJ alternativo creen que Lavagna no integrará ese espacio, en busca de un frente superador
Ya no se trata solo de que la relación personal entre Massa y Lavagna no pasa por su mejor momento, por decirlo de una manera diplomática, amén de los duros términos que se dispensan para referirse al otro en diálogos privados con terceros.
Hay algo más profundo: el peronismo "racional" ha empezado a tomar nota de que el ex ministro de Economía no solo no quiere competir en las PASO de ese espacio, sino que aspira a darles protagonismo al socialismo y al radicalismo en el armado de su frente, en el que el PJ no oficial apenas sería una pata más. Peor aún: creen que los diálogos que trascendieron entre Lavagna y el súbito “niño mimado” de la detonada política argentina, Lousteau, los exponen aún más a un posible ridículo. “Nos van a cagar”, sostiene un hombre de esa fuerza, con la sospecha de que en esa movida no está ajena una parte del Gobierno, con probado expertise en dividir y reinar.
Voluntarismo, por Beatriz Sarlo
Estas problemáticas fueron tema de conversación y debate días atrás en una animada cena reservada (al final no lo fue tanto) en el vip de un restaurante en Palermo Bosques. Vamos con otra lista de presencias: Massa, Urtubey, Pichetto, los empresarios Vila, Belocopitt y Eskenazi, el banquero Brito y los outsiders Tinelli, Manes y D’Onofrio. Se coincidió allí en una máxima inquietud sobre la actualidad socioeconómica y la grave situación que deberá manejar la próxima administración nacional. A la hora de las diferencias, no hubo acuerdo sobre qué hará Cristina y qué hay que hacer con Lavagna.
Al ex ministro lo invitaron a cenar a último momento, casi como para que no pudiera ir. Y no fue, argumentando problemas de agenda sobreactuados. Pichetto había estado con él esa mañana y por la tarde se habría reunido con Lousteau. No le alcanza el tiempo. Ni hablar de los encuentros de Lavagna que no son públicos, o no se publican, con empresarios de peso. Tal vez se sienta más cómodo en sus nuevas oficinas de Paraguay casi Cerrito, con vista a la plaza.
Probablemente el recoleto centro de operaciones lavagnista le permita no exponerse a la luz en ciertas charlas delicadas, como la que tuvo el lunes 8 en la Rural, durante la cena anual de Cippec, con Betnaza, la mano derecha e izquierda de Rocca en Techint. En una de esas, Betnaza le estaba avisando, entre otras cosas, lo que iba a sostener horas después en la UIA: “No hay lugar para una tercera opción. Es Macri o Cristina”. ¿Sobreactuación o real politik? Al menos curioso, proviniendo esas palabras de un referente del grupo empresarial que supuestamente patrocina la candidatura de Lavagna. No es el único, claro.