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UN PAIS EN SERIO

Conurbano Hollywood

El emblemático territorio bonaerense se deconstruyó tanto que parece haber olvidado el paso de Kicillof como ministro de Economía.

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'Axel, antes de salir a recorrer el territorio, habría cruzado la General Paz solo para ir a tomar un avión a Ezeiza.' | cedoc

—Bueno, me voy –dice Moira, mi secretaria, abriendo apenas la puerta de mi oficina, con la cartera colgada del hombro y el saco puesto.

—¿Cómo que te vas? –pregunto, molesto porque sé que queda mucho trabajo por hacer.

—Sí, hoy tengo el picnic de la primavera.

—¿No estás un poco grande para eso? –me quejo–. O sea, todo bien, sos joven. Pero eso es para pibes chicos, estudiantes secundarios…

—Me voy a La Matanza a escuchar a Cristina, que presenta Sinceramente –me interrumpe Moira, cortante–. Ese es mi picnic de la primavera.

—¿La primavera albertista? –pregunta Carla, mi asesora de imagen, que estaba completamente inmóvil y en silencio en un rincón, leyendo su iPad, desde hacía un buen rato.

—No, esa termina el 10 de diciembre, cuando la carroza se transforme en calabaza, los caballos en ratones y la euforia en gobierno –responde Moira.

—No puedo creer que Cristina haya dejado de hacer actos políticos y que ahora solo se dedique a presentar su libro –digo–. En la Feria del Libro o en La Matanza, el fenómeno siempre es el mismo.

—La cristinamanía tiene forma literaria, sí –reconoce Carla–. Pero tampoco debería llamar tanto la atención.

—¿Por qué no? –pregunto. ¿No te parece extraño tanta pasión por un libro? No quiero caer en clichés ni en prejuicios, pero no es precisamente el estereotipo de lo que quieren el vecino y la vecina de La Matanza.

—Chiques, les dejo seguir discutiendo –dice Moira saludando–. Yo me tengo que ir a la presentación de Sinceramente. No me quiero perder la palabra de Cristina ni la entrevista de Marcelo Figueras.

Saludamos a Moira, que se va.

—No, no me parece extraño, porque ni la provincia de Buenos Aires ni el Conurbano son lo que creíamos que eran –retoma Carla la conversación.

—No entiendo.

—Te explico. Si hay un fenómeno increíble en la provincia de Buenos Aires es el que generó Axel Kicillof. La axelmanía parece ser la etapa superior de la cristinamanía, por tomar una terminología propia de Lenin.

—¿Lo decís porque Kicillof es leninista?

—No creo –dice Carla–. A lo sumo marxista, pero de Richard Marx. Lo que sí es verdad es lo de la axelmanía. Gente que lo odiaba cuando era ministro de Economía ahora lo ama como candidato a gobernador.

—¿Y qué pasa con eso? –pregunto.

—Que Kicillof, antes de salir a recorrer el territorio, habría cruzado la General Paz solo para ir a tomar un avión a Ezeiza.

—¡Qué exagerada! –exclamo.

—Nada que ver –responde Carla–. A ver, pensá: estamos ante un judío progre, medio bolche, rubio, de ojos claros, que fue al Nacional de Buenos Aires. ¿Me querés decir qué tiene que ver eso con el lugar común del “cacique del conurbano?

—En eso tenés razón. Parece que para gobernar la provincia, Palermo Hollywood mata Conurbano.

—Y podemos seguir –insiste Carla–. María Eugenia Vidal, actual gobernadora, la mujer que derrotó al peronismo y la que, se suponía, era la política con mejor imagen del país. Bueno, finalmente la realidad mostró otra cosa…

—¿Qué pasa con Vidal?

—Digo que tiene otro perfil: catolicucha, cheta, de escuela privada. Pero también rubia y porteña hasta el tuétano. Y antes estaba Scioli.

—Otro porteño de ley –reconozco.

—Hombre del barrio del Abasto, que solo había viajado a la provincia para ir a perder un brazo en el Paraná, y no mucho más –agrega Carla.

—¡Al final, el único bonaerense de verdad fue Duhalde! –exclamo–. ¡El Zabeca de Banfield!   

—¿Te imaginás si crearan el Ministerio de la Mujer y al frente pusieran a un hombre? Sería un escándalo, ¿no? Bueno, parece que los bonaerenses no tienen ese problema.

—¿Y qué pasó con los caciques, con los barones del Conurbano?

–Se ve que ahora salen más los hípsters del Conurbano –dice Carla–. Si hasta un porteño como vos pasa por un pibe del Conurbano.

—¡Pero yo soy del Conurbano! –me quejo–. Yo nací en Valentín Alsina y me crié en la Biblioteca Popular Sarmiento, con mi abuelo titiritero.

—Claro, y después fuiste al Nacional de Buenos Aires con Axel. Bien, me gusta tu perfil. La onda Conurbano Hollywood garpa mucho hoy en día. Seguí así que vas a llegar lejos.

—¿Lejos como quién? –pregunto.

—Más lejos que el Gobierno, seguro –concluye Carla–. Hoy, en la era del Conurbano Hollywood, tiene más chances de que le vaya bien a un local de sushi en González Catán que al Gobierno en las elecciones de octubre.