Es una crisis en el profundo y extenso sentido de la palabra; se ha abierto un periodo de cambios que nos provoca ansiedad y angustia; también sentimos miedo porque sabemos que sufriremos aunque tenemos la esperanza de que, como frente a otras tragedias, todos esos miedos serán superados por la inalterable voluntad humana de sobrevivir.
Una cosa es segura frente a la expansión letal de este coronavirus aún desconocido: habrá cambios en distintas áreas públicas. Por ejemplo en la política ya que las tragedias exigen la aparición del o los héroes, las personas que logran sintetizar, representar y conducir esas ansiedades, angustias, miedos y esperanzas colectivas.
Estas situaciones implican un borrón y cuenta nueva. Liderazgos aún amorfos adquieren una identidad. Un buen ejemplo es el caso del premier italiano Giuseppe Conte, quien, al inicio de la peste, estaba a punto de caer, abandonado por sus recientes aliados de centroizquierda, al borde de un referéndum perdedor.
Pues bien: Conte se consolidó como el héroe de la tragedia, con sus informes cotidianos sobre los números de la tragedia. Los italianos le creen; en estos casos, la gente siempre necesita un liderazgo claro y empático; también eficiente.
Pero, arriesgo más, dado el contexto: está sucediendo lo mismo con el presidente Alberto Fernández, aunque, en mi opinión, es un liderazgo aún en definición pero al que no le quedará otra que seguir adquiriendo una identidad propia debido a que el coronavirus exhibe de una manera lapidaria todas nuestras vulnerabilidades económicas y sociales.
Es que si en Italia el último paquete de medidas económicas implicó un desembolso de 25 mil millones de euros; en España, de 200 mil millones de euros, y en Estados Unidos, de casi 800 mil millones de dólares, en nuestro país la ayuda estatal adquiere una dimensión propia de lo menesteroso que estamos.
Las medidas económicas del gobierno nacional han tenido un gusto a muy poco porque es muy poco el dinero que tenemos. Entiendo que el Presidente deberá tomar en este plano algunas decisiones drásticas que definirán de una manera contundente su identidad política.
Emergen también nuevos liderazgos, más ejecutivos, como el del jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, por el lado de la oposición, a quien la emergencia le sienta bien dado su perfil eminentemente ejecutivo.
Los 100 días de Alberto Fernández en 20 frases y 20 fotos
Cristina Kirchner y Mauricio Macri, los dos personajes emblemáticos de la grieta, han elegido una prudente cuarentena política. No es momento para ellos y lo que ellos representan, más allá o más acá de sus deseos personales.
La Vicepresidenta eligió irse a Cuba, junto con su hija Florencia, que entiendo pondrá también en cuarentena sus apariciones en Instagram. Cristina se alejó callada del escenario local de la peste y habrá que ver cómo vuelve al ruedo sin que su imagen de madre de la Patria se vea deteriorada.
Macri se aisló luego de un mensaje en Facebook en el que instó a seguir las indicaciones presidenciales. Una retirada elegante para un ex que acaba de dejar una herencia tóxica y que no encontraba —no podía encontrar— el tono para constituirse ahora en el referente opositor.
La grieta parece estar dejando lugar a algo nuevo. Lástima que sea por la fuerza de una peste que, en lo inmediato, solo promete tristezas.
(*) Editor ejecutivo de la revista Fortuna.
CR/FF
