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Crónicas del olvido

El libro es pequeño en muchos sentidos: el tamaño, la cantidad de páginas y la tirada.

16-4-2023-Logo Perfil
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Hace unos meses, Guillermo Piro me pasó un pequeño libro de la editorial Urania que viene con un prólogo suyo. El libro es pequeño en muchos sentidos: el tamaño (me da pereza medirlo, pero créanme), la cantidad de páginas (94) y la tirada de apenas 150 ejemplares. De modo que soy uno de los felices propietarios de esta exclusividad, que merece ser largamente recomendada. Héctor Murena (1923-1975) es un escritor olvidado (basta ver la miserable entrada que le dedica la Wikipedia, que lo destaca solo como traductor de filosofía alemana) y estas Cartas del Río de La Plata son una colección de artículos periodísticos de los tempranos sesenta, que demuestra lo injusto de ese olvido y que su prosa era original, elegante y visionaria.

Doy un ejemplo de esto último. Entre otros libros sudamericanos, Murena comenta Buenos Aires, vida cotidiana y alienación, el gran éxito de ventas que Juan José Sebrelli publicó en 1964. Después de demoler el machacón dogmatismo marxista del libro, Murena remata diciendo: “No obstante, de la juventud del autor [apenas menor que Murena] puede esperarse una liberación respecto a los sistemas fingidamente revolucionarios con que el conformismo hoy nos tienta”, con lo que preanuncia la evolución del pensamiento de Sebrelli. La idea de que esa revolución que parecía entonces el único horizonte posible, para los intelectuales de la región –y que tendría tan trágicas conclusiones en los años siguientes–, era una especie de anacronismo imitativo y una moda sin sustento, atraviesa el libro y tiene su momento más angustiante en el relato de una reunión social de activistas brasileños, en la que se hacen listas para completar los cincuenta mil enemigos que deberían ser fusilados al día siguiente de la toma del poder.

Las cartas de Murena, escritas en distintas ciudades, muestran que la ironía no es incompatible con la profundidad. De la desopilante ligereza con la que Murena da cuenta de un congreso del Pen Club en Nueva York, en la que se alternan discursos y banquetes y un Pablo Neruda camino al Nobel jura no haber escrito nunca nada a favor de Stalin, podemos pasar a una semblanza del cruel Paraguay de Stroessner, o a un sorprendente análisis de la historia y la realidad mexicanas. Murena sostiene que “lo que la revolución opone al espíritu occidental es el espíritu oriental” y que “no se hizo para mejorar la suerte de los pobres, sino para reordenar a la antigua usanza los principados y las castas”. Interesado por el misticismo, Murena afirma que “los resultados de la conquista fueron el quiebre de dos religiones: la azteca que nunca se recuperó y la cristiana, que nunca inspiró en América fe verdadera.” (...) “La violencia errática y peligrosa que impregna hoy ese ámbito es una violencia que, desaparecida la estructura religiosa que la canalizaba constructivamente hacia el rito y la fe, se ha vuelto trivial, asesina.”

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Esta nota sobre un escritor caído en el olvido, me sirve para confesar que cuando ayer tomé el libro me di cuenta por los subrayados que ya lo había leído. Son cosas de la edad con las que uno convive. Espero no haber ampliado ese olvido mediante otro, porque es bien posible que ya haya escrito sobre Murena. De todos modos, el olvido nos permite romper la monotonía de la vida y sorprendernos con descubrimientos que no son más que repeticiones.