C Cuarenta paros generales en treinta y cuatro años de democracia. Ya se puede escribir una historia de los paros generales en la Argentina reciente. Trece Alfonsín; ocho Menem; nueve De la Rúa, tres Duhalde, cinco Cristina Kirchner, y ahora uno Macri. Néstor Kirchner tuvo un solo cuasi-paro sobre ultimo año de su mandato convocado por la CTA, pero no por la CGT (una hora simbólica) como respuesta por la muerte del maestro Carlos Fuentealba.
Cada paro tuvo sus motivos, particularidades y contexto político. Contra Alfonsín era por el salario, contra Menem se discutía el “modelo” (el otro modelo), contra De la Rúa el plan económico, y el FMI, contra CFK el tema excluyente fue el Impuesto a las Ganancias. Lo que tuvieron en común todos los gobiernos fue el rechazo a la “metodología” y la descripción generalizada de los paros como “políticos”, trazando una línea férrea entre lo político y lo gremial. Esta vez tampoco falló.
Más allá de estas consideraciones, el paro del 6 de abril fue intenso y masivo. Prácticamente toda la actividad del país se paralizó, con la excepción de alguna parte del comercio minorista, que quizás aprovechó ese día híbrido, para sumar algo de la facturación. Pero esta vez la paralización de las actividades tuvo un elemento singular, fue decretado por la CGT casi contra la voluntad de parte de la cúpula de la central obrera. Y esta decisión fue impulsada por los reclamos de la movilización del 7 de marzo, con ese final inesperado dominado por el poco angelical canto de ¡poné la fecha LPQTP!. Como sucediera históricamente, tampoco esta vez falla el historial de la Central con una división entre los sectores más confrontativos contra los dialoguistas. También se debe mencionar la estrategia calculada de los sectores de izquierda y la respuesta de los camiones hidrantes de Gendarmería, con imágenes que no pueden alegrar a nadie.
Pero el primer paro que sufre el gobierno de Mauricio Macri también fue un paro en defensa propia. No es secreto la deslegitimación que sufren los líderes sindicales en Argentina. Además de la eternización en los cargos y un notorio nivel de vida por fuera del común de los mortales, la percepción generalizada es que los dirigentes sindicales tienen otras preocupaciones que defender a sus representados. Que Hugo Moyano, el último “gran Secretario General”, haya sido noticia por encumbrar junto a Daniel Angelici al nuevo presidenta de la AFA, no es un dato que se le escape a nadie.
¿Había motivos para el paro? Sin dudas, se viven momentos de gran angustia social tanto por la depreciación del salario, en un contexto de alta inflación que según las últimos cálculos superará holgadamente el 20%. Un dato de aún mayor calado es el cuarenta por ciento de los asalariados que ve peligrar su puesto de trabajo y que no casualmente es sector se afinca particularmente en el sector informal y la pequeña empresa, precisamente donde la representación sindical no llega.
Sin embargo, este paro tuvo algo novedoso, y fue tener que enfrentarse a la nueva lógica comunicacional que impulsan las redes sociales, donde confrontaron los Hashtags #yonoparo contra el #yoparo6deabril, donde el primer grupo mostró mayor velocidad y habilidad para moverse en ese submundo digital, y que de alguna forma significó la continuación por otros medios de la movilización progubernamental del 1 de abril. Por el otro logro esta “minoría intensa virtualizada” generó una consistente interacción con algunos medios de comunicación masivos, que a sabiendas, o por necesidad de contener a un público interesado en esas trifulcas de bits, colaboraron en quitar legitimidad a la medida de fuerza, colocando frente a la opinión pública dos interrogantes: 1) qué hubiera pasado si hubiese habido transporte y 2) qué cambió el día siguiente al paro. La primer pregunta tiene la trampa implícita de la historia contra fáctica: no se puede responder. A la segunda pregunta la respuesta la dio el Presidente “no hay Plan B”.
*Sociólogo, analista político (@cfdeangelis).Comunicación. *Politóloga. **Sociólogo.