Se debe insistir por la importancia de las referencias en la vida social, lo cual incluye obviamente a la política. Si se presta atención, nada de lo que ocurre en el ámbito social puede ser explicado en términos individuales, sino sobre la base de una siempre existente referencia opuesta o condicionante para el accionar. La política también se basa en sus propios y necesarios contrastes referenciales, no siempre del todo señalados.
Otra marca teórica puede ser incorporada. La comunicación debe ser diferenciada de las ilusiones o las percepciones, que solo ocurren como procesos psíquicos y por lo tanto impenetrables desde el exterior, más que recurriendo a un tipo de relato que los represente en la comunicación, pero produciendo en ese caso, por ejemplo en un proceso psicoanalítico, una nueva instancia interactiva que no puede llevarse adelante con percepciones, sino con palabras y gestos.
Este límite operativo, que separa las ideas y percepciones, de la situación comunicacional, es decir lo que ocurre plenamente dentro del sistema psíquico versus aquello que ocurren en el sistema social, suele generar problemas de referencia y por lo tanto de análisis. En general, suelen ser combinados sin mayor claridad.
Quienes no precisan unos y otros modos de enlace, pierden especificidad y deben recurrir a la exageración de los momentos siempre cambiantes del día a día de los procesos sociales. Con el análisis político esto es bastante habitual. Sabría de política quien pudiera ofrecer datos sobre los deseos ocultos de Cristina Kirchner o de Mauricio Macri, de modo que podría adivinar lo que todos harían una vez que estas dos figuras decidieran el destino general del resto, como si nada del existente restante universo pudiera ofrecer alguna referencia o límite adicional a esas intenciones descubiertas por el experto. Serían entendidos en percepciones.
Con la mirada puesta en el tiempo se puede dar un paso más interesante y expresar tensiones. La pregunta debería mutar y no ubicar la atención en las intenciones del presente y a su proceso de adivinación, sino en las posibilidades relativas que se evidencian dispares entre un pasado y un presente, siempre diverso a ese pasado.
Justamente en la referencia temporal, Macri y Cristina se emparejan como potencias pasadas con dificultad evidente de reproducir sus momentos estelares en el hoy que los condiciona. Son las mismas personas, con las mismas obsesiones, pero con escenarios de legitimidad diversos. La respuesta a este cambio la tienen las nuevas referencias, es decir, procesos sociales novedosos.
Cambiemos sigue atravesando momentos de enorme incomodidad y de tensión, producto de algo que le ha ocurrido en el terreno de su enemigo. Las internas en la provincia de Córdoba con Lousteau ofreciendo procesos desestabilizadores, o la respuesta brutal de Facundo Manes a Patricia Bullrich, expresan un problema creciente de referencia que se extiende en el presente.
Sergio Massa en el Gobierno y su modo neutral de llevar adelante los anuncios de gestión, comprometen la referencia necesaria de Cambiemos para tratar su pluralidad interna, ya que hace claramente más dificultoso encontrar todavía allí al kirchnerismo como fuente única y necesaria de energía y de sentido. Solos, sin nadie que los guíe como enemigo, Cambiemos queda expuesto en su caos.
Para Carrió esto ha sido más evidente que para el resto. Sus declaraciones explosivas dan cuenta de un problema sociológico básico pero inexistente en el mundo construido por Cristina y por Macri. Para ellos dos, la comunicación, el diálogo, el resolver una charla, no son situaciones por las que deban atravesar, y sus sobrevivencias relativas en el plano público se justifican en esa ausencia de contacto.
En ellos, el conflicto requiere para extenderse en el tiempo, de la anulación de la plática cruzada entre enemigos y del compromiso de sus seguidores por sostenerla, viviendo todos ellos solo para eso. Allí, justamente allí, es donde Carrió observa el problema más serio con Massa. El Ministro de Economía habla con demasiada gente y su pluralidad de contactos se parece en nada a las demandas necesarias de un conflicto que requiere del tiempo para durar.
De alguna manera, tanto Carrió como Cristina encuentran en el frente judicial de la vice presidenta un alivio al massismo. La mayoría de las descripciones dan cuenta de que para la segunda mandataría sus acciones obedecerían a la amenaza proveniente del sistema del derecho y encuentran de ese modo solo procesos defensivos y desesperados. Sin embargo, debe describirse allí el beneficio necesario de una renovada fuente de energía ante el peligro de extinción, una nueva referencia que les permita sostener el momento anterior ya casi extinguido.
La situación judicial es ordenadora de los espacios sin demasiada necesidad de conocimiento procedimental jurídico. Lo que ambas necesitan no es igualmente un conocimiento experto, sino solo la utilización del juicio como regreso al conflicto y a la ausencia de comunicación.
Así, el kirchnerismo busca la constitución de un gran dador de sentido, de un accionar solo explicable por enemigos ocultos que operan como un poder real contra el cual el peronismo todo debería estar unido. Piden declaraciones públicas a favor, esperan las contrarias para completar el panorama y regresan por un momento a la ilusión de un tiempo que ya no es.
Carrió tiene más dificultades, porque observa a sus aliados como simuladores de gestos de indignación sin capacidad de sostener eso en prácticas propias, aunque igualmente encuentra en esto un regreso a la necesidad de procedimientos morales anuladores de lo contrario.
Cristina utiliza su canal de YouTube para declarar simulando que lo está haciendo en el juicio y Carrió sube una foto de ella observando la acusación del fiscal Luciani; ambas en redes sociales, ambas como espectáculo y ambas como sostenedoras de un contraste que les ofrece todavía sentido de referencia. Todo esto ocurre mientras el ministerio de economía sigue tomando decisiones.
Si la política tiene un posible tiempo nuevo, es justamente este. La sola situación interactiva es lo contrario al sostenimiento del conflicto, como mínimo para los que se disponen a hablar. Haciendo eso no les queda otra opción más que escucharse y ver cómo resolver los problemas. El inconveniente es la falta de entrenamiento, ya que en Argentina todos se han especializado en dedicar su tiempo al desarrollo de planes para destruir a sus enemigos.
*Sociólogo.