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El delicado caso de Maxi Giudici pone a la prensa ante un dilema

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Exposición. Un hecho que parte de los medios transformado en una suerte de circo mediático. | cedoc

Buena parte de la agenda informativa no política es ocupada en estos días por un hecho que involucra dos líneas de análisis: por un lado, la incidencia que los reality shows tienen sobre la salud mental de sus participantes o exparticipantes; por otro, cómo los periodistas y los medios abordan esta problemática y su responsabilidad cuando se llega a casos extremos como el vivido por el exintegrante de la casa de Gran Hermano Maxi Giudici, quien estuvo al borde del suicidio la semana anterior.

No entraré en consideraciones ni tomaré partido en esta columna en relación con el primer tema, es decir la influencia de los reality shows sobre la psiquis de sus participantes. Sí quiero adentrarme en cuánto puede afectar al protagonista y a la sociedad el tratamiento periodístico de su caso, y el de tantos otros, en los que se abordan cuestiones vinculadas a la salud mental del personaje.

La ONG Centro de Asistencia al Suicida ha elaborado una cartilla con recomendaciones destinadas al manejo del tema desde la prensa y también desde la ficción. “El suicidio es un tema del que no se habla abiertamente pero que, sin embargo, preocupa y hasta atemoriza a las personas; es por ello que se comenta en forma solapada, en grupos reducidos, usando eufemismos y generalmente en voz baja –puntualiza el documento–. Debido a esto circulan muchas informaciones erróneas o mitos que están muy instalados en la población. Estos mitos no expresan falacias inofensivas, suelen entorpecer y hasta bloquear las posibilidades de prevención, o incluso intensifican o justifican las ideas suicidas de algunas personas. Por tal motivo, es altamente recomendable que los periodistas, escritores y otros profesionales que decidan tratar el tema del suicidio en sus contenidos se informen correctamente y que recurran a las autoridades de salud pública o las asociaciones que se dedican a la prevención del suicidio para no repetir o seguir instalando este tipo de concepciones erróneas”. Durante horas, en televisión, radio y plataformas similares, el crítico estado de Giudici fue vapuleado por comentaristas, algunos periodistas y comunicadores de todo tipo, sin el necesario filtro del sentido común. Se enfrentó a Giudici con su propia y drástica decisión, se lo exhibió como una suerte de fenómeno mediático, se barajaron teorías acerca del tema y no se puso freno a tal exhibición. El documento citado del CAS señala que “la difusión de contenidos explícitos sobre el suicidio, ya sea en medios periodísticos como en la ficción, no solo aumenta la cantidad de suicidios entre la audiencia sino que los suicidios que se producen suelen guardar similitud con los suicidios difundidos. Por ese motivo, tanto los periodistas como los autores de ficción deben pensar a conciencia hasta dónde es necesario mostrar para cumplir con su objetivo de informar o expresarse. En general se recomienda no mostrar imágenes perturbadoras, ni notas, audios o videos suicidas, no dar detalles sobre el método utilizado ni presentar información de este tipo en portadas, encabezados o páginas principales de las publicaciones”. Como se puede observar, casi ninguna de estas recomendaciones fue cumplida en buena parte de los medios, particularmente los electrónicos, y tampoco en lo que se difunde por las redes, que desbordaron de opiniones con escaso rigor.

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Por cierto, el protagonista de esta historia procuró relativizar la idea de que intentó en verdad quitarse la vida. Buena parte de la cobertura mediática que tiene el caso eligió el camino de respetar las explicaciones de Giudici, aunque dando la idea de que faltó en su caso una adecuada contención psicológica con calidad profesional.

“En las últimas décadas, los medios adquirieron un papel impensado en la conformación de la sociedad –concluye el CAS–. Lo que cada persona con algún grado de influencia social vuelca en sus contenidos afecta la subjetividad de muchísima gente. Las personas con influencia mediática tienen la capacidad y la responsabilidad de hacer de nuestro mundo un mundo mejor”.