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El león se come al pato. El tigre espera

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Patricia Bullrich. Intenta ser la heroína que ayudó a vencer a Massa y no quedar frustrada. | Marcelo Dubini

El 6 de octubre titulé mi columna “El sueño del polo de derecha” y los editores de PERFIL le adosaron la foto de Mauricio Macri, hasta allí todo perfecto. Podría reafirmar toda la nota excepto por un error.

Creía que a Bullrich el permanente apoyo de Mauricio a Milei le molestaba. Es más, en el último debate la candidata de Juntos dijo que para ella las ideas de Milei eran peligrosas. Evidentemente me equivoqué. Pudo más en Patricia el tratar de no quedar frustrada y para ello intentar ser la heroína que ayudó a vencer a Massa que el darse cuenta de la contradicción entre sus palabras y los hechos.

En el caso de Milei, su éxito residía en echarle la culpa de todos los males a la “casta” y proponía hacer un cambio económico radical que golpearía sobre los bolsillos de la política pero nunca sobre el de los ciudadanos de a pie.

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Para ello, la dolarización y la desaparición del Banco Central. Luego del abrazo del león y el pato –cosa que suele terminar mal porque, como sabemos, el león siempre se come al más indefenso– hubo más confusión que claridad. Parece que ni Patricia fue montonera ni Milei tenía ideas peligrosas. No es casual entonces la decepción de muchos que apostaron por separado por ambos candidatos.

La incertidumbre y el tiempo

La decepción no es solo dirigencial, quizá lo menos importante, sino por parte de segmentos de votantes de ambos. Siempre dijimos que el ganar o perder una segunda vuelta se comienza a definir en la noche de la primer vuelta. Podemos graficarlo perfectamente con lo sucedido en el debate de 2015: Macri/Scioli. Pero no es un caso argentino, es un caso mundial, del cual no tiene sentido extenderse.

Milei, en su afán por conquistar al electorado del PRO, trazó el eje kirchnerismo/antikirchnerismo, acoplándose al lema de Patricia. Situación de la que volvió rápidamente a los dos días para tratar de instalar el eje cambio o continuidad. Pero también la noche del domingo Milei dijo unámonos los liberales para derrotar a Massa. Y eso es lo que en verdad está planteando Milei: vamos por el cambio liberal. Pero hay un problema, el 30% de votos que obtuvo muestra que él como opción de cambio está estancado y que Cambiemos, en lugar de ganar votos, los perdió. Parece que se trata de armar un rejunte para apuntalar a Milei ya que ellos mismos dicen que no se trata de una coalición de gobierno, y que tampoco hay acuerdos programáticos definidos más allá de grandes líneas, ni siquiera un acuerdo sobre el principal caballito de Milei: la dolarización.

No confundir convertibilidad con dolarización

Hace poco recordamos que Macri en 2015 fue presidente gracias a Sanz y la convención de la UCR. Hoy no solo el partido de Alem e Yrigoyen le dicen no a Milei sino que, desde el PRO, Larreta y otros dirigentes del mismo origen piensan al libertario como un salto al vacío y alguien que está en los bordes de la democracia. Qué cambio puede plantear alguien que pasó de decir que el problema argentino era la casta de los k y de Juntos por el Cargo, a que el problema es solo la casta K.

Es claro que Juntos por el Cambio no existe más y que lo que comenzaron gobernadores, legisladores y dirigentes de dicha fuerza política es definir por un lado cómo seguir juntos y por el otro cómo acordar u oponerse a las leyes que proponga el próximo oficialismo de turno.

Ante esto, Massa plantea también la necesidad de un cambio pero de un cambio que suponga un Estado activo que promueva el desarrollo económico impulsando la industria y el trabajo y que para ello hay que terminar con la grieta de kirchnerismo vs. antikirchnerismo, y construir un gobierno de unidad nacional con los mejores, independientemente de su origen.

Este discurso convenció al 37% del electorado, ahora para crecer necesita convencer a los asustados por Milei, que él les plantea un país diferente que incluya a todos. Para ello debe como mínimo mantener su fortaleza en el Conurbano, crecer en el interior del país y, sobre todo, entre los pobres. Y los segmentos medios bajos, en donde Milei le da batalla. Pero esta batalla electoral no será solo sobre dos modelos de cambio, sino sobre el nivel de confiabilidad y estabilidad psicológica que se perciba en los candidatos.

*Consultor político.