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Elogio de las revistas y del tiempo

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Pasado. El Gráfico, símbolo de un periodismo deportivo ya casi extinguido. | cedoc

Esta nota bien podría llamarse “Elogio de las revistas semanales”, las revistas semanales de fútbol y deportes, especie en extinción (o ya extinguidas entre nosotros, como El Gráfico), pero que no dejaban de ser extraordinarias. Como regalo de cumpleaños de 12, pedí la suscripción a El Gráfico, que llegaba a casa los lunes a la noche (cuando en los kioscos estaba los martes) y que era para mí una fiesta: era lo único que leía en esos años. ¿Por qué ya casi no existen más los semanarios de fútbol, en casi todo el mundo? Seguramente la aparición de los diarios deportivos (que salen todos los días), internet, la velocidad de las cosas, deben estar entre sus causas. En un momento, los semanarios comenzaron a llegar irremediablemente tarde. Imaginemos que el domingo Racing le ganaba a Independiente, ese tema hacía la tapa de la revista, y el martes estaba en todos los kioscos. Pero el miércoles, por la Copa Liberadores, Racing perdía un partido importante, se le lesionaba un jugador igualmente importante, y entonces, solo un día después, eso que el martes era todo actualidad y fiesta (el festejo del Racing ganador), el miércoles ya era viejo, inactual, perecedero. Muy difícil así. Sin embargo, a veces pienso que si yo fuera millonario, invertiría en sacar otra vez un semanario (o tal vez, quincenal), intentando darle una vuelta de tuerca, mezclar actualidad con temas más de fondo, incorporando a las mujeres (ausente por completo en El Gráfico), y dándole cabida a cuestiones culturales y de consumo en un sentido amplio. Podría desarrollar más ideas, pero me detengo aquí: me las guardo para el día en que me contraten.

Entre tanto, ese eventual semanario tendría muchos problemas para seguirle el ritmo a la Copa de la Liga, que estas primeras fechas (y varias más) se juegan todos los días. Hasta me cuesta a mí seguirle el ritmo en un bisemanario como PERFIL. Pero el martes, por la segunda fecha, fui al Amalfitani a ver Vélez-Independiente. Un Amalfitani hermoso, cuidado, divino, pero con un campo de juego en tal mal estado (cuando Vélez siempre fue un billar) que daba pena. No era un campo de juego en mal estado: estaba lisa y llanamente roto. Como el de Boca, que debió jugar de local en San Lorenzo, el de Central, espantoso, el de Huracán, que también tuvo que resignar localía, y varios más. ¿Qué está pasando? ¿Es solo a causa de los recitales y demás eventos? No lo sé. Sé, en cambio que, ya en la primera fecha, campos de juego en ese estado son una falta de respeto. El descuido por el espectáculo da bastante bronca.

Por supuesto que también hubo un partido en el que el equipo que ganó, el Independiente de Tévez, mereció perder, en un partido chato. No pateó una sola vez al arco (el gol lo hizo de cabeza en un córner) mientras que Vélez tuvo dos tiros en los palos, y varias jugadas de gol. Pero, con muy poquito, Independiente ganó sus dos partidos 1 a 0 y va primero. Es un equipo duro, mañoso, áspero, pragmático, y que en el segundo tiempo hizo tiempo de manera vergonzosa, con un réferi –un tal Hernán Mastrangelo– con menos autoridad que Alberto Fernández cuando era Presidente.

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