COLUMNISTAS
UN TIEMPO NUEVO

Es la realidad, estúpido

En política lo imaginario pesa más que la realidad extramental. Para entender la derrota del Gobierno que nos sorprendió a quienes nos habíamos perdido en el laberinto de las teorías, es bueno recordar la ley de la navaja de Ockham y buscar las explicaciones más sencillas. No es la incompetencia de alguien la que produjo el desastre, es un modelo que colapsó en el mundo. Aunque a los teóricos les parezca raro, los argentinos quieren vivir mejor, tener empleos de calidad, que sus hijos estudien y progresen.

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Clave. “Para entender la derrota del Gobierno, que nos sorprendió a quienes nos habíamos perdido en el laberinto de las teorías, es bueno buscar las explicaciones más sencillas”. | cedoc

Los seres humanos construimos la realidad en la que habitamos, sin tanta relación con lo que sucede fuera de nuestra mente. Quien ha vivido siempre en Monte Athos se extraña de que existan países en los que los hombres viven mezclados con mujeres y hembras de animales domésticos. Su realidad no es así. En los países andinos comemos cobayos, en México gusanos de maguey y huevos de hormiga. Son deliciosos. En Ecuador no se comían las vísceras de la res, hasta que llegaron argentinos, llamaron chinchulín a la tripa mishki y le concedieron entrada en los restaurantes elegantes.

En política lo imaginario pesa más que la realidad extramental. He vivido buena parte de mi vida en Argentina y comparto un horizonte en el que algunas cosas parecen “normales”, mientras que vistas desde fuera son inverosímiles.

Poco antes de las elecciones estuve reunido con políticos y empresarios importantes de otro país. Salió en la tertulia la denuncia de la hija de una mujer que desapareció en Santa Cruz después de que, aparentemente, vio paquetes de dólares en casa de un administrador de la familia Kirchner. Para explicar de dónde podían venir los billetes, conversamos sobre los cuadernos de Roberto Baratta, las fortunas de los secretarios de la Presidente, del jardinero, del chofer, de José López, Lázaro Báez, Amado Boudou, los hoteles. A ninguno le parecía verosímil que alguien envuelto en esta saga pueda ser candidata y por aún tener posibilidades de ganar las elecciones.

Muchas cosas que parecen "normales" en Argentina vistas desde fuera parecen inverosímiles

La conversación me vino a la mente mientras participaba en una mesa de análisis organizada por PERFIL la noche de los comicios. Me asombró el asombro que me produjeron los resultados. ¿Cómo era posible que, entrenado profesionalmente para manejar análisis concretos, me extrañe algo evidente? Por sobre las elucubraciones teóricas y las costumbres locales, parafraseando a James Carville, me dije a mí mismo “es la realidad estúpido”.

Fracaso. En dos años el Gobierno que iba a llenar las heladeras de los argentinos las vació, el dólar que costaba 60 pesos está a más de 180, las pensiones de los jubilados que juraron incrementar se han hundido, se fueron del país decenas de empresas importantes, el 70% de los menores de 30 años quiere emigrar, el de-sempleo crece como nunca.

El manejo de la pandemia fue pésimo, miles de argentinos murieron por los devaneos ideológicos de algunos que se creían aliados de la Union Soviética y querían combatir al virus imperialista con una vacuna revolucionaria.

Se dedicaron a perseguir a la Ciudad de Buenos Aires porque dice Alberto Fernández que está demasiado bien después de quince años de administración de la oposición.

En el campo internacional Argentina había empezado  a ocupar un lugar importante. Los mandatarios de los países más poderosos del mundo visitaban Buenos Aires, Mauricio Macri se convirtió en un personaje internacional, avanzábamos hacia un acuerdo con la Comunidad Europea, toda la prensa internacional elogiaba nuestro progreso. Con este gobierno hemos terminado formando un eje con los gobiernos militares de Nicaragua, Cuba y Venezuela, los más pobres y los que más violan los derechos humanos en la región. Según la Cepal los países con más pobres del continente son: Venezuela con 96%, Cuba con 90%, Haití con 76%, Nicaragua con 50%; y Argentina con 45%.  Están en el otro extremo Panamá con 14%, Uruguay con 11%, y Chile con 10%.  

Por mucho que les gusten a algunos los líderes militares, es más importante para el desarrollo del país consolidar una alianza con Europa, que con coroneles que terminan haciendo denuncias ridículas en la OEA en contra de Fernández por tráfico de influencias.

Después de conocidos los resultados se inició una cacería de brujas para encontrar a los culpables de la derrota y conducirlos a la hoguera. Eso no tiene sentido. No fue una bruja la culpable, tampoco la incapacidad de algunos funcionarios. El Gobierno fue derrotado por la realidad.

Populismos. El modelo se agotó. Los populismos funcionan cuando hay plata para hacer demagogia. Chávez fue popular con un barril de petróleo a cien dólares convertido en “misiones” algo parecido a nuestros planes, pero más dilapidador. Logró que el segundo exportador de petróleo de la región termine importando combustibles.

Con un mundo interrelacionado con un modelo surgido de la tercera revolución industrial en el que participan todos los paìses capitalistas incluida China, la economía centralmente planificada, la guerrilla de los 70, el día del montonero heroico, tienen tanto sentido como una cadena de discotecas en Monte Athos.

Aunque el canciller fuese políglota, no podría lograr que el eje integrado por los militares del Caribe ponga en crisis a los países imperialistas. Alberto Fernández dijo que el capitalismo ha fracasado y que hará propuestas para que mejore. En los medios académicos norteamericanos no hay gran expectativa por sus consejos. Pocos saben que existe.

Es interesante saber lo que pasa con la teoría y la realidad concreta. El capitalismo, caiga bien o caiga mal, se desarrolla a una velocidad exponencial. En Silicon Valley se conversa sobre la posibilidad de que China encienda un sol artificial, sobre los descubrimiento de científicos alemanes que capturaron haces de luz para usarlos como conductores de datos, lo que permitiría el desarrollo de la computación cuántica, una revolución científica tan importante como la misma aparición de las computadoras.

En el Valle no se siente que exista el Estado, ni un sistema bancario, nadie busca subsidios, es el reino de la iniciativa privada y los capitales de riesgo. Todo es distinto incluso al este norteamericano, el tiempo tiene otra velocidad.

Preparando la colonización de Marte, estudian las condiciones físicas y mentales del ser humano. Los descubrimientos proporcionan información acerca de las posibilidades de comunicación de los astronautas y también de los seres humanos en nuestro planeta.

Cambiaron las relaciones de los sujetos con las cosas. Está mal visto tener un automóvil, sobre todo si se mueve con combustibles fósiles. En el Valle no sería prestigioso tener doscientos coches como los que se encontraron en casa de un dirigente proletario argentino. Una persona así sería objeto de burla y desprecio.   

El modelo se agotó. Los populismos funcionan cuando hay plata para la demagogia

Poco después estuvimos en Chihuahua, México, observando directamente el fenómeno de la migración. En el mes de agosto cruzaron ilegalmente la frontera 243 mil latinos, en julio 230 mil. En este año lo hicieron cerca de un millón y medio. Esto es parte de un fenómeno mundial: vivimos la mayor migración desde mediados del siglo XIX. La gente de los países subdesarrollados y de los antiguos países comunistas quiere entrar por cualquier medio a los países capitalistas.

Los padecimientos de los migrantes son terribles. Cientos de miles de ellos han sido explotados por “coyotes”, bastantes pierden la vida en el intento. Los relatos sobre lo que les ocurre con los niños en medio de esta locura, son estremecedores. Vendieron todo lo que tenían, su terreno, su casa, sus animales, para intentar ser parte del sueño americano. Salen de países que reconocen muchos derechos a los trabajadores, y se juegan para vivir en otro en el que no tendrían ningún derecho.

En bastantes casos terminan repatriados, sin nada,  y endeudados de por vida. Generalmente recogen el dinero que pueden de sus parientes y vuelven a intentar su aventura.

Más allá de entusiasmos subjetivos, vale pensar porqué nadie se dirige a los países revolucionarios. Cuba perdió un tercio de su población que se afincó en la Florida. Uno de cada cuatro venezolanos huyó del país, los que fueron a Panamá y Argentina se asimilaron al país, miles de los que están en países como Ecuador permanecen con su familia en los semáforos, rogando una moneda porque literalmente se mueren de hambre. Parte de la población de Nicaragua está en los países vecinos o camina hacia Estados Unidos, mientras la familia Ortega maneja las pocas empresas importantes del país.

Si asoma entre ellos uno de los predicadores argentinos del pobrismo diciendo que es mejor que vuelvan a su país, invadan una hacienda, consigan un terreno y una vaca para ser felices lejos del pecado del consumismo, la respuesta será: venimos huyendo de eso, ésta es la realidad estúpido.

Parece difícil de creer, pero producir riqueza es la mejor forma de combatir la pobreza

Para entender la derrota del Gobierno, que nos sorprendió a quienes nos habíamos perdido en el laberinto de las teorías, es bueno recordar la ley de la navaja de Ockham y buscar las explicaciones más sencillas. No es la incompetencia de alguien la que produjo el desastre, es un modelo que colapsó en el mundo. Aunque a los teóricos les parezca raro, los argentinos quieren vivir mejor, tener empleos de calidad, que sus hijos estudien y progresen.

Durante años pude estudiar investigaciones sobre las actitudes de quienes reciben planes en el Conurbano. Se enojaban si creían que alguien quería quitárselos, pero muchos sueñan con un trabajo digno. Sobre todo, la mayoría no quiere que sus hijos vivan de subsidios, sometidos a ciertos políticos. Gastan lo que pueden para que se eduquen mejor.

Alberto Fernández dijo que le entregaron un Estado lleno de planes a los que quiere transformar en actividades productivas. Es falso que el gobierno anterior inventó los planes, una institución emblemática del kirchnerismo, que su gobierno ha duplicado. Pero la intención de transformarlos en actividades productivas es buena. Algunos dirigentes sociales han comprendido que lo mejor es promover a sus militantes para que vivan mejor.

No cabe poner más impuestos a la riqueza, a las ganancias, a todo lo imaginable, y pretender que haya más trabajo. Las empresas simplemente se van a Uruguay y Paraguay, los países con políticas menos confiscatorias de la región.

Aunque parezca inverosímil, la mejor manera de combatir la pobreza es producir riqueza. Para que la gente tenga trabajo hay que lograr que las empresas se multipliquen por diez en vez de irse. Ganarán las elecciones aquéllos que demuestren que trabajan pensando en el largo plazo, más allá del triunfo en noviembre.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.