COLUMNISTAS
DE CRISIS EN CRISIS

Jineteando dos potros a la vez

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No insistiré en la conocida y temida terrible situación actual con el coronavirus infectando a la humanidad. Sabremos con el tiempo qué cosa corona, a qué le coloca una corona este virus: ¿a la fragilidad humana, que nos demuestra en forma terminante? Lo derrotaremos, sin duda, porque la inteligencia y la ciencia triunfarán, pero nos dejará una lección de humildad, que ojalá aprendamos.

¿O va a coronar una etapa negra de la vida histórica, como la peste negra, o en la Argentina, la fiebre amarilla?

Tomamos todos los recaudos posibles, se acentúa el avance del conocimiento científico del virus y el Papa va a orar ante el Cristo milagroso al que le rezaban en Roma por la Gran Peste de 1522. Y sin duda que las máximas jerarquías del Judaísmo y el Islamismo harán sus oraciones. Como también todos los fieles de las tres religiones clásicas y de las afrorreligiones del Brasil y del Caribe. El mundo entero se esfuerza por superar la agonía con todos los recursos que le brindan sus culturas.

En la Argentina esta crisis se encabalga con la crisis económica que estamos padeciendo, y que se agudizó en la última época (hambre, vejez en situación de desamparo, incluyendo a los jubilados y jubiladas, deuda externa). Crisis económica que habrá de agravarse más aún como consecuencia de los inconvenientes que padecerá  la producción por la cuarentena extensiva que estamos viviendo.

El país de clase media por excelencia en América Latina se vio partido por la pobreza y la miseria de un tercio de su población, consecuencia de todo un proceso al que nos llevaron los liderazgos políticos de los últimos años. El recurso a Macri al que apelaron los radicales —digo el Partido Radical— y el sector bienpensante de la clase media, resultó un fracaso, que se sumó a errores de arrastre anteriores.

Los integrantes de la clase dirigente argentina, sean cuales sean las situaciones económicas de sus orígenes, aspiran a hacer fortuna, o a aumentarla si ya la tienen, desde el poder que ejercen. De allí la herida de los liderazgos argentinos, el “objetivo secundario” del que hablaba el general Perón, que les impide a los dirigentes la plena realización de un proyecto sin conflictos internos, que ya suficientes hay en el mundo económico, diplomático y político en que se inserta. Lo hemos visto con toda elocuencia en los últimos años, y es innecesario citar nombres o familias.

¿Y qué tiene que ver esa ansia de riqueza con el fracaso de un proyecto? Tiene todo que ver, por el ejemplo que formula invitando a coleccionar bolsos de dólares y otras yerbas. Por el drenaje de riqueza que significa, y por la diversificación de planes a que obliga para posibilitar el nicho de la coima. Obliga a trabajar a media máquina, para justificar el blanqueo de los robos, por ejemplo.

Así estamos entonces, con una seria crisis económica ala que se suma la crisis social —psicológica, sanitaria, de valores— que trae el virus, que aquí corona una desesperante situación nacional de precariedad. Son dos los potros que hay que domar, y los criollos viejos sabían hacerlo, volverlos redomones y luego montados mansos. Veremos si estos nuevos criollos que somos nosotros también vamos a lograrlo.

La clase dirigente si bien es, en gran parte —no toda—, ladrona, no es zonza, y ante la presencia del virus ha aceptado una jefatura del Presidente de la República, que eligió el camino de las medidas terminantes para evitar la propagación. Es una buena señal, porque abre el camino para facilitar la salida. Es un buen gesto de unión nacional, un buen comienzo.

Nos espera un tiempo oscuro, porque la pandemia recién empieza en la Argentina. Hagamos todo lo posible para que las medidas tomadas den resultado, y para que la sociedad en su conjunto, a través de sus intelectuales y principalmente a través de su pueblo, de sus trabajadores, saque conclusiones políticas que nos permitan salir del barranca abajo en que estamos. Ese es el futuro abierto que nos merecemos.

 

*Poeta y crítico literario. Su libro reciente es Empujando la Historia. Poemas.