COLUMNISTAS
RACING Y CARUSO, HORA CERO

La retroalimentación optimista

Tal vez sea Racing el mayor vendedor de ilusiones del fútbol argentino. Vendedor de humo no, eso es otra cosa. Eso es de lo que se acusa injustamente a su flamante técnico, Ricardo Daniel Caruso Lombardi. Racing vende ilusiones a cada paso. Miguel Micó había salido de su cargo de entrenador designado por Blanquiceleste SA el 28 de marzo de 2008 –derrota como local ante San Martín de San Juan 1-2– y ya cuando Claudio Cristofanelli asumió interinamente por un partido, la gente fue a la cancha de manera distinta a ese partido.

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Tal vez sea Racing el mayor vendedor de ilusiones del fútbol argentino. Vendedor de humo no, eso es otra cosa. Eso es de lo que se acusa injustamente a su flamante técnico, Ricardo Daniel Caruso Lombardi. Racing vende ilusiones a cada paso. Miguel Micó había salido de su cargo de entrenador designado por Blanquiceleste SA el 28 de marzo de 2008 –derrota como local ante San Martín de San Juan 1-2– y ya cuando Claudio Cristofanelli asumió interinamente por un partido, la gente fue a la cancha de manera distinta a ese partido. Es decir, los hinchas se aferran a historias chiquitas, como fue ese empate con Vélez 1-1 del 4 de abril del año pasado. Apenas unos cambios en la formación y ya la cuestión fue diferente, aun con un entrenador que iba a estar ese solo partido. La gerenciadora –cuyo daño a Racing aún es imposible de mensurar con precisión– contrató a Juan Manuel Llop, que venía de buenas campañas en Banfield. “Es un sacapuntos”, decían quienes argumentaban a favor. “Se arregla con poco”, agregaban para ayudarlo y para seguir con esa cosa de retroalimentación optimista tan pocas veces justificada, tan de Racing.
Llop debutó el 13 de abril de 2008. Y fiel a estas costumbres de venta de ilusiones, ese día Racing obtuvo la primera de las dos victorias que conseguiría en la fase regular del Clausura ’08. Derrotó a Arsenal 1 a 0 con un gol de Franco Sosa de tiro libre, que fue gritado casi como el del Chango Cárdenas en Montevideo o como aquel cabezazo de Fabbri en el Monumental, cuando el cuadro de Alfio Basile pasó angustiosamente a la final de la Supercopa ’88.
Pero fue una ilusión, nomás. Con Llop, Racing ganó apenas dos partidos más: uno a Huracán y otro a Belgrano de Córdoba, en el partido de vuelta de la Promoción. Sí, de la Promoción. Racing terminó último y estuvo cerca de irse al descenso. Festejó hasta el amanecer el haberse quedado en Primera. Y la ilusión que se respiraba era que todo iba a ser mejor.
El Chocho siguió en su cargo en el Apertura ’08. Prescindió de tipos importantes como Sava y Estévez y uno de sus mayores puntales, el arquero Hilario Navarro, cruzó la calle y se fue a Independiente. El torneo arrancó como siempre, con cancha llena, papelitos, el irrenunciable “vamo’ a salir campeone’” y con el debut de Pablo Lugüercio, recién venido de Estudiantes. Nada resultó: dos goles de Sand le dieron la victoria a Lanús el 10 de agosto. Y el tránsito por el torneo se transformó, una vez más, en un Vía Crucis celeste y blanco. El equipo ganó sólo cinco partidos, terminó en el puesto 14 y los jugadores –especialmente los más jóvenes– comenzaron a mostrar disconformidad con el entrenador. Empezó el Clausura ’09, Racing perdió los tres partidos y Llop se fue después del 0-2 con Independiente de hace exactamente una semana. El nuevo entrenador es Caruso Lombardi (sacapuntos por excelencia, “se arregla con poco”, interesante palmarés en torneos de ascenso) y las ilusiones regresan como si nada hubiera pasado, como si la pesadez de piernas exhibida ante el rival de siempre no hubiese sido real. Ahora sí, llega Caruso, el Gran Caruso. Hace un 4-4-2, pone a Leandro González de punta, a Franco Sosa de volante derecho, le devuelve vida útil a Lucas Aveldaño, manda a Gabriel Mercado a jugar de lateral, abre bien a la izquierda a Lucero, le dice a Gustavo Campagnuolo que será el arquero titular y ya está, otra vez la ilusión, otra vez la vida, otra vez Racing de pie, dispuesto a dar batalla.

Puntos a favor. Ahora bien: una cosa es la disposición –Racing la tiene, sin dudas– y otra es la posibilidad real y por capacidades individuales y colectivas que tiene el equipo de asomar la cabeza. Tiene a favor la calidad probada de futbolistas jóvenes, como Yacob, Zuculini, Prichoda, Schaffer y Mercado. También posee jugadores que se destacaron en otros clubes: Lucero, Lugüercio, Castromán, Wagner, Leandro González, Juan Carlos Falcón y Rubén Ramírez. Tiene el corazón de Franco Sosa y a Campagnuolo y Pepe Chatruc como sobrevivientes del campeón 2001.
Caruso Lombardi tiene que hacer un equipo con estos elementos. Le toca debutar de local, en donde la exigencia de la gente va a ser la de ir a buscar el partido. ¿Cómo hará, si armó un 4-4-2 con dos delanteros rápidos y mucha marca en el medio? Es cierto que, para enfrentar a Argentinos, le faltarán Yacob, Falcón y Ramírez, pero serán reemplazados por hombres que el técnico tiene muy en cuenta. Wagner actuará en el sitio de Yacob y González irá por Ramírez. Este es un cambio sustancial: Llop ponía a González de volante derecho, ahora regresará al lugar que ocupaba cuando jugaba en Olimpo.

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Un DT con currículum. Los párrafos finales serán para Caruso Lombardi. Por el desdén con que se mira al ascenso, se desconoce lo que hizo este hombre bajo, de 47 años cumplidos el 10 de febrero. Salir campeón en la B con Sportivo Italiano no es un ejercicio diario. Y mucho menos, ganar los dos torneos de la B Metropolitana con Tigre, como hizo en la temporada 2004/2005. Sacó 93 puntos sobre 120 en disputa, ganó 27 partidos, empató 12 y perdió uno. La campaña fue memorable y generó el ascenso directo a la B Nacional. En la categoría superior, también dejó huella. Luego, se fue a Argentinos Juniors (el club que lo vio nacer como futbolista) recomendado por Maradona. Su trabajo allí fue impecable. Un problema nunca bien aclarado determinó su salida, pero los jugadores que eligió se metieron en una copa internacional y llegaron a semifinales. Fue a Newell’s, cuando el promedio del cuadro del Parque de la Independencia era condenatorio y, tras dos muy buenas campañas, lo puso a cubierto de todo. Sus enfrentamientos públicos con Schiavi y Scotti, más su continua exposición mediática parecieron jugarle en contra. Pero no hay que perder de vista los resultados. Y cuando habla, habla mucho, pero suele sostenerlo con argumentos sólidos.
Caruso Lombardi es un técnico capaz. Habrá que ver si esa capacidad crece proporcionalmente a la grandeza que Racing intenta recuperar o se queda en un tibio intento de volver a ser quien, por ahora, ya no es.