La igualdad de género tiene serias dificultades para entrar al mundo empresarial, algo que limita el llamado “empoderamiento de las mujeres”. En general, se refiere al acceso de las mujeres al manejo y generación de bienes económicos, que implica tener ingresos económicos y poder administrarlos, generarlos y manejarlos libre e independientemente de otras personas. Esto conlleva un cambio cultural importante que muchas veces se minimiza. Las pautas culturales aún vigentes, si bien tienen distinto nivel de influencia en los diferentes países y regiones del mundo, en todos subsisten. La asignación del papel de cuidadoras de las mujeres se opone a la de productor y generador de bienes de los hombres, en un marco en el que las personas son consideradas en forma binaria y donde el género y la diversidad casi no entraron.
El domingo, en 50/50, Clara Fernández Escudero publicó una nota sobre una investigación realizada por KPMG y Mercado acerca de la participación de mujeres en los directorios de las mil empresas que más facturan en el país, en base a datos de 2019. Solo en el 5% de esas empresas la presidencia del directorio la ejerce una mujer, en el 11% ocupan la vicepresidencia y en el 15%, cargos en el directorio. Una única empresa de las estudiadas tiene presidenta, vicepresidenta e integrante del directorio. Las otras tienen solo en el directorio o combinan con vicepresidenta y directorio. En base a esto, los investigadores dicen para alcanzar el 30% de mujeres en directorios necesitamos 120 años.
Si comparamos con los datos que existen en el mundo, por ejemplo, el Foro Económico Mundial en 2019 señaló que para achicar la brecha en el mundo se requerirán 257 años. La Organización Internacional del Trabajo –OIT– reconoce que el avance se ha estancado e incluso hay un retroceso, y analiza los motivos. Señala el peso de lo cultural todavía vigente sobre el papel de “cuidadoras” asignado a las mujeres y reconoce las tareas de cuidados no remunerados como el principal motivo. Dice que la maternidad está penalizada en la inserción de las mujeres en el mundo laboral y lo avala en la diferencia del porcentaje de mujeres en el mundo del trabajo entre aquellas con hijos pequeños y aquellas sin hijos. Respecto del liderazgo, reconoce que requiere cambios culturales, acotemos que estos son necesarios pero solos no alcanzan: necesitamos políticas públicas que provean servicios de cuidados que permitan a mujeres y familias desarrollarse en el mundo laboral y otros.
Respecto a la participación de mujeres en los directorios de empresas, Cepal señala que en 2019 el 53% de las empresas de la región no tenía mujeres, mientras la media mundial es del 32%. Sobre los motivos, refiere el “techo de cristal” o sea la limitación que las mujeres experimentan por el peso de lo cultural, que les da menor valor que a los hombres. También refiere el estilo personal. En esto, alude a las dificultades de las mujeres en cómo se conducen; si adoptan un papel masculino, cómo eso puede actuar en contra, o el femenino, que también las margina. Las tareas familiares de cuidado las señala como el factor que más atenta para alcanzar niveles de liderazgo en las empresas. Recomienda leyes de cupo para las empresas; agregamos que son un camino, pero no el único.
Las políticas de apoyo gubernamental a las tareas de cuidados y el cambio cultural del papel de las mujeres en la sociedad son vías que debemos transitar para lograr los cambios imprescindibles. Como dijimos al comienzo, el mundo empresarial se centra en el binarismo, por eso las personas de la diversidad no figuran. Esto debe estudiarse explícitamente y en base a ello promover los cambios legales, de políticas públicas y culturales para lograr el liderazgo de las mujeres y las personas de la diversidad en el mundo empresarial.