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También dijo que Luis Suárez, el crack uruguayo que está a punto punto de reunirse con su amigo Messi en Miami, era chileno.

16-4-2023-Logo Perfil
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En el mismo fin de semana, las ofertas más atractivas para el ciudadano sediento de emociones fueron ver Barbie y Oppenheimer, dos películas que venían tocando bocina desde Estados Unidos y se recomienda ver en tándem, o suscribirse a AppleTV+ para poder ver los partidos de Messi en el Inter de Miami. Las películas se estrenaron el jueves, con el previsible éxito y el viernes debutó Messi, quien fue el artífice de una victoria sensacional en el último minuto.

Aunque ambos hechos parecen desconectados, no es tan así. El viernes, después de la victoria del Inter (que usa una camiseta rosa como Barbie), los comentaristas de la televisión americana y todos sus entrevistados decían que el partido y su emocionante final parecían formar parte de un guión de Hollywood. Era el máximo elogio –que podían hacerle al jugador, al partido, y a una liga que confía en expandirse espectacularmente–, gracias a Messi. Los comentaristas no se referían al posible éxito del equipo como le ocurría a sus colegas cuando hace dos años Messi pasó del Barcelona al PSG, sino del deporte en sí. Era como si en 1915 a partir del estreno de El nacimiento de una nación en 1915, se hablara menos de Grittith o de Lilian Gish, que del futuro del cinematógrafo, ese aparato que los Hermanos Lumière habían declarado, en un principio, como un invento sin futuro.

Algo así, un invento sin futuro, pareció siempre el fútbol profesional en los Estados Unidos. Allí se usa la palabra so-ccer (de oscuro origen oxoniano) para referirse a él, mientras que football designa un deporte que se juega básicamente con las manos y en el que los partidos (como en el baseball y el basketball) tienen decenas de interrupciones, apropiadas para los cortes comerciales de la televisión, algo para lo que el fútbol no se presta demasiado. Sin embargo, hubo algunos intentos serios de fundar el fútbol de verdad en EE.UU. El más importante fue en los setenta, cuando el Cosmos de NY llevó, entre otras estrellas, a Pelé, pero la liga se extinguió en 1984. La liga actual, la Major League Soccer, se fundó en 1993, y recibió un impulso enorme, cuando el Los Angeles Galaxy contrató a David Beckham, casado con la Spice Girl Victoria Spivey. El valor de Bec-kham (gran jugador, pero enorme figura mediática) promovió tanto la liga que ésta, con el tiempo, le ofreció a Beckham ser el propietario de un equipo nuevo, que resultó este Inter de Miami. La historia no se corresponde con la del desarrollo del fútbol en otras partes del mundo, salvo en China (donde el experimento fracasó) y en algunos países árabes, que compiten con los americanos organizando mundiales y llevando grandes figuras como las que hoy reclutan los saudíes.

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Messi juega en un equipo, que por ahora, es menos que mediocre y su debut pudo terminar en goleada en contra. Solo un redactor del New Yorker se atrevió a decir que la película estaba sobrevalorada. Pero también dijo, en la misma nota, que Luis Suárez, el crack uruguayo que está a punto punto de reunirse con su amigo Messi en Miami, era chileno. Se convirtió así en el hazmerreír de los futboleros, que no concebimos un error semejante en un periodista deportivo. Lo más difícil para los americanos no es llevar jugadores, sino adaptarse a una cultura como la del fútbol, en la que las naciones extranjeras están más diferenciadas.