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Pintores y escritores

Georges Rouault 20220903
Georges Rouault | Automne ou Nazareth | Museivaticani.va

Semana pasada narré cómo –gracias al invaluable Luis Chitarroni– ahora escribo cuando no escribo y di, para ilustración de autores jóvenes, mi propio ejemplo: la reescritura libre y caprichosa de las biografías de pintores contenidas en la colección Pinacoteca de los Genios que, a mediados de la década del 60, publicó la editorial Codex y que llevaba por pomposo y seductor subtítulo “La más grandiosa colección de arte del mundo”. Como en general escribo libros nuevos y discontinuos, “mi” Pinacoteca de los Genios avanza oronda a pasos de tortuga. En diez años habré despachado unas ochenta biografías, algunas de cinco o diez páginas, otras de apenas un par de renglones, lo que siguiendo a ese ritmo estoy a mitad de camino en una tarea que concluirá, calculo, para agosto o septiembre de 2032. Eso demuestra (si algo demuestra algo) que la conquista o invención de los secretos más esquivos del arte pictórico puede llevar más tiempo que aquel que Alejandro Magno ocupó en apoderarse del mundo.  

Bioy y Scherezade

Pues bien, semana pasada iba a ocuparme de despachar a Georges Roualt (genio 112 de la colección, con monografía a cargo de Enrico Crispolti, y enfoque de actualidad –sic– a cargo de Catalina E. Lago). Como siempre, cada vez que abordo a un pintor nuevo pego una miradita a las láminas reproducidas para encontrarme de golpe con el efecto sensible. Busco perderme en las formas, los contrastes de luz y color, lo tenue o impactante del trazo, o la potencia o delicuescencia de las ilustraciones de temas cristianos o de la antigüedad grecorromana. No deja de ser un desafío serio escribir vez tras vez sobre pintores que pintan crucifixiones, reescribir sus biografías y tramar explicaciones, interpretaciones, sentidos antojadizos, poner en evidencia ante el lector el esfuerzo por encontrar variaciones. Por cierto, la insistencia de las épocas sobre ciertos temas planteaba el mismo desafío a los pintores del pasado, y la crucifixión parecía un tema agotado por su trajín agónico de largas centurias hasta que León Ferrari le encontró una vueltita aérea con su Cristo crucificado en aviones de combate. Pero volvamos al punto.

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¿Qué es un escritor?

Abrí el fascículo ilustrado 112. Cada fascículo contiene quince láminas simples o dobles donde se reproducen pinturas íntegras o detalles, o trípticos, o partes de un tríptico. Por lo general, cuando los abro, voy desde la última hacia la primera, como un regreso a los orígenes completamente imaginario, porque no me consta (nunca me tomé el trabajo de corroborarlo, ahora que lo pienso) que la última lámina corresponda al período final de la obra de cada artista, o si cada fascículo se ilustra de acuerdo a otros criterios. Además, como soy un completo ignorante de cuestiones musicales y pictóricas (así como metafísicas, filosóficas, matemáticas, teológicas y políticas), tampoco podría corroborar la existencia de períodos de desarrollo, apogeo, decadencia, retroceso o recurso al inicio bajo la forma de espiral dialéctica. Puta madre, otra vez me quedé corto.