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NUEVO CICLO

Posibles consecuencias económicas de Mr. Trump

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Donald Trump llevó adelante una gran campaña como un verdadero emergente de la sociedad, captando el descontento del electorado con eficacia y casi sin apoyarse en la estructura del Partido Republicano. Pero recién hacia mayo podremos comenzar a dilucidar con mayor certeza el impacto concreto de sus políticas económicas, cuando estén ya sobre la mesa las principales medidas del nuevo gobierno norteamericano.

¿Será un nuevo Reagan? ¿Habrá excesos en sus decisiones? ¿Se cumplirá el teorema de Baglini?

El impulso de Trump al proteccionismo, por un lado, podría generar efectos adversos en el nivel de actividad global, socavando el statu quo de un mundo que en los últimos cincuenta años se ha vuelto cada vez más interconectado, duplicándose el ratio de exportaciones totales sobre el PBI mundial. No obstante, no podemos obviar que mientras la globalización supuso una disminución de la pobreza, también incrementó la desigualdad. Ganaron los pobres de Asia y perdieron equidad los países desarrollados, y Trump busca, en principio, alterar esa tendencia en favor de los trabajadores estadounidenses.

Por otro lado, la expansión fiscal de Estados Unidos, a través de un impulso a la infraestructura, influiría en la tasa de interés doméstica y en la supuesta apreciación del dólar frente al euro, que llevaría a una caída del precio de las materias primas a nivel mundial. Además, la suba de tasas, que parece inminente, encarecería notablemente el costo de capital para los países emergentes como el nuestro.

En cuanto al planteo comercial combativo hacia China, esgrimido durante la campaña, hasta el momento la relación bilateral ha sido armoniosa, tanto en materia política como de negocios. China posee bonos y dólares en montos muy significativos que le dan estabilidad al sistema financiero mundial, por lo que resulta clave que las dos grandes potencias coordinen entre sí.

Otro tema a destacar sería la revisión de tratados de integración como el Nafta, que ha supuesto un impulso relevante al comercio. Este y el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) han supuesto un impulso relevante al comercio, y su desactivación atrasaría considerablemente.

Una propuesta a todas luces impracticable y demagógica sería la construcción de un muro en la frontera con México. Iría en contra del ideal norteamericano de fronteras abiertas que hizo grande a ese país. Del mismo modo, el cuestionamiento al programa de salud actual podría marginar aún más a la población más vulnerable, algo que Barack Obama procuró modificar.

Asimismo, la crítica a los defensores del calentamiento global parece poco fundada. Estados Unidos, líder en emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, debería llevar la delantera en este desafío global, quizás el principal problema mundial a largo plazo.

Cada vez sorprenden menos los resultados electorales nacionalistas o eventualmente populistas, vistos ya en España, Grecia, Reino Unido, Italia y posiblemente ahora en Francia. Se trata de un nuevo ciclo que cuestiona en parte la globalización, aunque claramente esta ola no posee la intensidad de lo ocurrido en los años 20 y 30 del siglo pasado.
En lo que respecta a Trump, es probable que su discurso se vaya moderando cada vez más. Como dice el analista Rosendo Fraga, la ideología puede cambiar pero no la personalidad, y ésta es preocupante.

En el triunfo de Trump aparece la crítica al establishment político. No es saludable para el sistema institucional este cuestionamiento, aunque haya aspectos comprensibles de estas críticas. Esperemos no tener que extrañar tanto a Obama, que se fue con 11 millones de empleos creados en su gestión.

*Director del Area de Economía IAE Business School de la Universidad Austral.