La Argentina está asistiendo a un proceso acelerado, de disolución en sus bases institucionales, sociales y económicas.
Crecen la inflación, la desocupación, la pobreza. Brecha cambiaria inconmovible. Grieta política creciente, insostenible.
Un gobierno carente de fondos, con una emisión sin respaldo rozando la impudicia, haciendo gala de un dispendio mayúsculo, no solo por un Estado elefantiásico poblado de inimaginables ministerios, cuya actividad (¿o inactividad?) dista de ser visible, sino por costosas campañas publicitarias de nula veracidad, intentando afianzar un relato ya increíble, en un inútil intento de mejorar el humor social.
Las instituciones políticas básicas totalmente distorsionadas:
Poder Ejecutivo ejercido por un Presidente simbólico carente de poder político y alejado de la gestión, relegado a los actos protocolares;
Poder Legislativo maniatado por los designios de la vicepresidenta y titular del Senado, abocándose exclusivamente a los temas de su propio interés, condenando a la Legislatura a un quietismo incongruente con las urgencias nacionales;
Poder Judicial desde hace años cooptado en gran parte por intereses políticos oficialistas, con excepciones que lo honran, y que a mérito de la circunstancia crítica actual está despertando a una independencia imprescindible. Ejemplo, el histórico proceso denominado Vialidad, donde la vicepresidenta es la principal acusada y con altas probabilidades de recibir una fuerte condena.
Política exterior balbuceante con una marcada inclinación hacia los regímenes autocráticos, que a su vez dificulta las negociaciones que en materia internacional debe encarar el país para resolver sus graves problemas.
La aceleración inflacionaria, consecuencia directa de la descontrolada emisión monetaria, es uno de los signos más visibles fruto del descalabro, sufrido ya prolongadamente por los argentinos, ante la impotencia de las autoridades, no ya de ponerle coto al deterioro, sino de esbozar siquiera atisbos de medidas para encarar la emergencia.
En tal sentido, y ante la alarmante caída de las reservas internacionales, la oposición legislativa elevó un pedido de informe para que el Banco Central revele qué acciones realiza para sostener la estabilidad monetaria, si está usando los encajes de los depósitos en dólares de los ahorristas y cuál es el monto total de la emisión. “…a efectos de dar la certeza y tranquilidad que no viene dando con sus medidas”. (La Nación.10-8-22).
Por su parte, y en materia de insensateces se persiste en la negativa de elevar la denominación máxima de nuestro billete de mayor valor (mil pesos equivalen a menos de 4 dólares), persistiendo en el arcaico intento, inútil y absurdo por su parte, de querer ocultar la ya crónica inflación, al impedir la impresión de papel moneda de magnitudes superiores.
La extremadamente crítica situación económica se traduce en una múltiple problemática social, algunas de cuyas aristas no menores recaen en los más desamparados, por ejemplo, los niños, de los cuales más de un millón, se ven privados de al menos una comida diaria por falta de recursos, según un informe de Unicef (La Nación 10-8-22).
Diariamente se reiteran marchas y piquetes de todo tipo, que a la par de provocar múltiples calamidades en materia de transito y de impedir llegar a sus obligaciones a la población esforzada que trabaja, evidencia una prepotencia e impunidad mayúsculas.
¿Qué han hecho los gobiernos, nacionales o locales, para asegurar el derecho al libre tránsito para los ciudadanos que esforzadamente quieren seguir construyendo, a partir de su trabajo, y no de prebendas ni planes, su presente y su futuro? Antes bien, se los castiga con restricciones obligatorias y con impuestos que financian a aquellos generadores del caos.
Reflexión final: los países que atravesaron situaciones similares a la descripta emergieron exclusivamente con respeto al Estado de derecho, planes económicos esforzados, consistentes y creíbles y reglas claras para atraer la imprescindible inversión privada, venga de dónde viniere.
Cuán lejos aparenta estar el país, de ese escenario.
*Economista. Presidente honorario de la Fundación Grameen Argentina.