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¿RIP a la izquierda francesa?

Gérald Darmanin 20231028
Gérald Darmanin, ministro de Interior de Francia | facebook.com/gerald.darmanin

La defensa de lo que algunos llaman “causa Palestina” estuvo históricamente asociada a la o a las izquierdas, salvo excepciones. La bandera negra, blanca, roja y verde ha protagonizado marchas a lo largo de todo el mundo junto al martillo y la hoz, las imágenes del Che Guevara y otras insignias de la izquierda clásica. Ahora, comparte espacio con la bandera LGTB y el resto de los emblemas de la izquierda contemporánea, más concentrada en las vindicaciones de minorías étnicas o sexuales, que en la lucha de clases que interesaba a su predecesora.

Después del 7 de octubre, figuras internacionalmente relevantes de distintas vertientes, como Slavoj Žižek, Judith Butler o Bifo Berardi, se apuraron a despegarse de la visión de los sectores alineados a la derecha israelí de Netanyahu, condenando el terrorismo, pero catalogándolo como inescindible del apartheid.

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En paralelo, actos en favor de Palestina se replicaron con intensidades distintas en varios países del mundo y Francia, con su célebre tradición de protestas callejeras, sumada a su gran porcentaje de habitantes musulmanes, destacó. Hasta acá, nada nuevo bajo el sol, excepto por las reacciones del gobierno de Emmanuel Macron, apuntaladas por la derecha que encabeza Marine Le Pen. En un gesto inédito, el ministro del Interior, Gérald Darmanin, quiso imponer la prohibición de cualquier manifestación en favor de Palestina y habló de la posibilidad de desmontar a los partidos políticos que alberguen opiniones de este tipo.

El panorama que se abrió para el excandidato presidencial Jean Luc Mélenchon, líder de Francia Insumisa, principal fuerza de izquierda del país, es, por lo tanto, complicado. Para los medios masivos, su futuro peligra: “La negativa del líder de Francia Insumisa de calificar como terrorista la acción de Hamás tras su ataque a Israel demuestra que deben liberarse ya de su tutela”, publicó Le Monde. “Cuando oigo a la izquierda, que relativiza el horror, me veo obligado a decir lo que no quería decir: hay que fusilar a esta gente”, declaró, en una tónica similar, aunque mucho más feroz, el excantante y mediático Enrico Macía durante el prime time televisivo, frente a un periodista que, a fin de bajarles un cambio a las declaraciones, agregó “Matarlos políticamente”, para obtener una repuesta inesperada “Sí, claro, aunque quizá físicamente también”. Como el llamado a eliminar a alguien por sus convicciones políticas es escandaloso en la tierra que todavía cuelga el cartel de Libertad, Igualdad, Fraternidad en la puerta de todas sus instituciones, el periodista siguió intentando poner paños fríos, pero el cantante clausuró el tema con una sentencia que hizo constar su convencimiento, “Reaccionando así, son cómplices”. 

Ante el interés de Macron por mostrarse como un nexo entre los bandos en disputa durante sus recientes visitas a Tel Aviv y Ramallah, vale la pena preguntarse, más allá de la opinión que se tenga sobre el problema palestino o de la simpatía o antipatía que se sienta por el Estado de Israel, si la espantosa violencia desplegada por Hamás puede, indirectamente, cargarse a la izquierda francesa que, a diferencia de la argentina, es muy popular entre los votantes. 

La identidad neoprogre

¿Por cuánto tiempo logrará Mélenchon sostener sus opiniones en favor de los palestinos, tan contrastantes con la cercanía de Macron y Le Pen a la derecha israelí? ¿Puede la izquierda europea –y la izquierda en general– contravenir, a partir de lo ocurrido, una visión geopolítica que mantiene desde hace años? ¿Tiene, el gobierno francés, consenso social para proscribir a quienes sacaron una gran cantidad de votos en las últimas presidenciales? ¿Es el interés genuino por las víctimas civiles israelíes lo que mueve a sus defensores internacionales poderosos o estamos ante un uso avieso de la desgracia? Y algo tal vez más inquietante, ¿cuáles son los peligros concretos que corre, en un país con una prestigiosa tradición izquierdista, un político amenazado a partir de ideas que van contra la corriente? 

Ante esto, es útil recordar que Francia ya no es la del líder socialista Jean Jaurés, con su pacifismo anacrónico en los albores de la Primera Guerra, ni la de su verdugo, Raoul Villain, miembro de la olvidada liga nacionalista de jóvenes amigos de Alsacia-Lorena, quien lo mató de un tiro en un café de Montmartre, que aún sigue en pie.