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Rusia refuerza la censura antigay, promoviendo la elaboración de listas negras y prohibiendo autores

Una nueva legislación prohíbe la propaganda LGBTQ+, así como materiales que promuevan la discusión sobre la reasignación de género y la mención de esto a menores, calificado como promoción de la pedofilia. Las bibliotecas recibieron una lista de autores cuyos libros no deben estar disponibles en los estantes ni online. Los libros señalados tienen contenido LGBTQ+, o son de autores considerados como “agentes extranjeros” o críticos a la guerra en Ucrania.

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Contra toda esperanza. Una imagen de la última marcha del orgullo gay en Moscú. | cedoc

La dilatada “operación militar” en Ucrania, convertida en guerra de ocupación rusa para desnazificar la región y preservar su territorio de la decadencia Occidental encarnada por la Otan, tiene una versión legal interna con el fin de unificar ideológicamente a la población. Algo que sucedió en el stalinismo vuelve con una de las prácticas más aberrantes en dictadura: la censura. Si bien el avance represivo es sobre las comunidades LGBTQ+, la extensión de restricciones legales sobre la ley aprobada en 2013, promulgada por Putin esta semana, comprende a todo el arco de la cultura. 

Vyacheslav Volodin, presidente de la Duma (poder legislativo ruso), enunció: “Esta es la mejor respuesta para el Sr. Secretario de Estado Blinken. No nos impongan valores ajenos. ¿Has destruido los tuyos? Veremos cómo terminará todo, pero definitivamente terminará tristemente, porque es Sodoma.” Y para reafirmar tal luz intelectual agregó: “No puedes llamarlo de otra manera. Y los Estados Unidos se han convertido en el centro de esta Sodoma en el mundo. Déjalos vivir allí, pero no nos molestes”.

La legislación prohíbe la propaganda LGBTQ+ y materiales que promuevan la discusión sobre la reasignación de género, la mención de esto a menores, calificado como promoción de la pedofilia. Ahora todo se aplicará a la difusión para personas mayores de 18 años en publicaciones en línea, películas, libros, comerciales, publicaciones de medios, obras de teatro, festivales de música y juegos de computadora. La violación de la prohibición dará lugar a multas de hasta 10 millones de rublos (U$S 160.000) y 15 días de cárcel, según los casos. Si el infractor es extranjero, también se lo expulsa. 

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Vladimir Putin. FOTO: AFP

Cuatro bibliotecas de Moscú tomaron medidas a raíz de la nueva ley, según los medios rusos. Informan también que las bibliotecas recibieron una lista de autores cuyos libros no deben estar disponibles en los estantes ni en línea. Los libros señalados supuestamente tienen contenido LGBTQ+, o son de autores considerados como “agentes extranjeros” o críticos a la guerra en Ucrania. Vale decir, la lista se puede expandir a cualquier tema que afecte los valores de esta Rusia imaginaria que concibe el Kremlin como objetivo.

Entre los editores rusos, además, crea el viejo paradigma de la autocensura. Para Alexey Ilyin, fundador del grupo editorial Alpina: “A partir de ahora, la mayoría de los editores tendrán en cuenta esta ley al tomar una decisión sobre la publicación de nuevos libros. Lo más probable es que simplemente abandonen esos libros, incluso si se trata de algunos potenciales éxitos de ventas.” Es más, algunos editores moscovitas sospechan que esto puede afectar a una gran cantidad de literatura, incluyendo los clásicos. Es que todo dependerá de los censores, a qué definirán como propaganda nociva. Ya algunas librerías de San Petersburgo ofrecen los libros “problemáticos” con descuentos de hasta el 50 por ciento. También se augura el resurgimiento de la práctica soviética llamada “samizdat”: publicación clandestina de libros prohibidos.

Según señala France24.com en un artículo al respecto, la causa de esta ola conservadora es de índole demográfica. En 1991 Rusia contaba con 148,2 millones de habitantes. Para 2050 esperan llegar a 130, meta imposible si se difunde el aborto y la homosexualidad, en el país más extenso del planeta, 17,1 millones de kilómetros cuadrados. Sin población no hay sueño imperial.