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Cuestión política

Shock de confianza se necesita

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Patricia Bullrich. Que declare que quiere gobernar ya no es lo mejor para la democracia. | cedoc

Todo empieza cuando se pierde la confianza. Cuando dejamos de confiar en alguien o en algo nos inunda la desilusión, la incertidumbre y luego el enojo y la ira. Todas emociones negativas. Es lo que hoy tiene gran parte de la sociedad argentina. La falta de confianza inunda a las sociedades en el mundo y pone en jaque a los gobiernos y a las elites. Gobiernos que han ganado elecciones en poco tiempo han caído en la popularidad. Leemos cotidianamente reportes que explican con claridad que los problemas económicos del mundo siguen siendo fruto de la pandemia. El coronavirus sigue entre nosotros aunque se haya naturalizado. 

La pandemia cambió hábitos, generó modificaciones en la producción y distribución de mercancías, los gobiernos volcaron billones de dólares mientras la población estaba aislada, y con todo ese combo la inflación pasó a ser un mal mundial junto al crecimiento de la desigualdad social. Encima la invasión a Ucrania preanuncia males mayores para el invierno europeo. Todo esto que describo es parte del discurso político de los mandatarios mundiales y en especial del argentino. Pero todas esas explicaciones a las sociedades no les interesan. Puestas en voz de los gobiernos suenan a excusa e impotencia. Importan el aquí, el ahora y qué se está haciendo para resolver los problemas. 

En Argentina un dólar a 300 y más es símbolo de que algo está muy mal. Una cachetada al Gobierno y a la conducción política del Frente de Todos. La renuncia de Guzmán no pudo haber tomado distraído a Alberto ni a Cristina, sería subestimarlos. ¿O no lo esperaban? Ambos debían saber que el ex ministro se quería ir y que su tiempo estaba agotado. Pero pareciera que tan ensimismados estaban en la discusión interna que no lograron percibir que él también podía hacer política desde un tuit. Y ese es el gran problema, una coalición y un gobierno que no logran ponerse de acuerdo en un camino claro. 

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¿Cuánto enojo soporta la sociedad?

Este gobierno tal como está, nombrando nuevos ministros que caen en su popularidad al poco tiempo de asumir, no solo no logra revertir la falta de confianza sino que empuja hacia un agujero negro a quienes se integran. No se trata de Batakis, que seguramente hará todos los esfuerzos para que las cosas mejoren, ni se trata de que la macro está bien pero que hay escasez coyuntural de dólares. 

Se trata de que la palabra del Gobierno está devaluada y que si no hacen nada pronto se irá profundizando la crítica a quienes conducen la coalición de gobierno. No es echando culpas a terceros ni minimizando el dólar blue como van a contener la inquietud de los sectores sociales por una inflación que crece y un futuro incierto.

La base social del Frente de Todos es crítica del rumbo que han tomado las cosas. Los sectores más empobrecidos no llegan a fin de mes. La clase media baja y media carece de expectativas y teme. Además, los grandes empresarios, las pymes y los productores no confían. 

¿Horas de consenso, de confrontación o de los outsiders?

El peor de los escenarios, en un país que tiene las mayores potencialidades para crecer económicamente en un mundo donde faltan recursos naturales y energía. Para resolver las cosas primero hay que tener un diagnóstico claro. Cuando Clinton preguntó de qué se trataba le contestaron ¡Es la economía! Entonces, trabajó por la economía y por los valores. Aquí la respuesta es que es la política, son los valores, es la economía. La coalición de gobierno necesita recrear una confianza que se perdió al calor de la pandemia y de los errores de conducción. Un shock de confianza urgente es lo que necesita.

No hay medida técnica económica que pueda tener éxito si la población no cree en ella. Y no creerá en ella si no cree en los emisores. Sin liderazgo político y rumbo claro nada se hace creíble. Falta más de un año para las elecciones, y que dirigentes opositores como Patricia Bullrich declaren que quiere gobernar ya no parece lo mejor para la democracia; tampoco ayudan las diatribas de Grabois y son un pie para que se siga repitiendo la pregunta de si el Gobierno llega. 

En el Frente de Todos nadie se salvará solo. La discusión sobre la Corte no le importa a la sociedad, le importa a un sector de votantes del oficialismo. Pero deja afuera a la mitad de sus propios electores. Deberán pensar seriamente cómo recrean la confianza, por lo menos entre los que los votaron, y evitar que los que no lo hicieron sean vehículo de aventuras desestabilizadoras.

*Consultor político.