Estamos viviendo momentos muy complicados, con una sociedad cada vez más fragmentada, que la pasa mal. Por muchas y diversas razones, muchos se sienten enojados y otros están deprimidos. Una sociedad con 40% de pobres, cortado el sueño de la movilidad social y con un vasto sector que hace tiempo ha perdido la cultura del trabajo, va en proceso de latinoamericanización. Unos pocos que concentran riquezas, una clase media de profesionales, comerciantes y pequeñas pymes que se agarran con fuerza para no caer, una clase media media, ya sea con trabajo formal o informal, con temor a caer en la pobreza, un sector de trabajadores formales de bajos ingresos y un sector que vive de planes sociales. A esto debemos agregarle que el narco en algunos sectores empobrecidos termina funcionando como prestamista de última instancia.
Las razones del enojo o de la depresión dependen en gran medida de cuál es el vínculo con el sistema productivo y de las expectativas de vida. No es lo mismo el enojo del que no puede viajar al exterior que el del que debe concurrir a un comedor comunitario. No es lo mismo la depresión del que ve lejano el sueño de la movilidad social que la depresión del que perdió la ilusión de salir de su situación de marginalidad.
No es este un tema que se vaya a resolver con simples mejoras en la economía o logrando que la población consuma más. En plena época del menemismo, sus dirigentes se preguntaban cómo era posible que gran parte de la sociedad a la que le habían dado estabilidad económica, acceso al dólar, posibilidad de viajar al exterior, acceso a celulares y mejoras en los servicios públicos les había bajado el pulgar y estaba demandando un cambio. El economista, sociólogo y pensador francés Jean-Paul Fitoussi, especializado en las teorías de la inflación y el desempleo, en una conferencia frente a la pregunta de un funcionario, lo miró muy serio y le dijo: “Muy bien, ustedes le dieron todo eso a la sociedad, pero no se dan cuenta de que eso ya lo tiene y que sobre todo la clase media no vota por lo que tiene sino que vota por expectativas”.
Coaliciones con días complicados
Hoy la situación es peor, la sociedad siente que más que tener puede perder y las expectativas de futuro son escasas. Cualquiera que quiera gobernar nuestro país tiene el deber de cambiar las expectativas y de generar en la población una nueva mística de que es posible conseguir un país moderno con inclusión social. Argentina necesita una clase dirigente que deje de discutir por las anécdotas cotidianas y pensar cómo nos adaptamos a los nuevos paradigmas internacionales. En un mundo con restricción de energía y alimentos, tenemos la gran oportunidad. Pero no se trata ni del modelo de una cosecha que nos salva ni de intentar recrear el proceso industrializador del siglo pasado. Eso ya fue. La revolución verde es una gran oportunidad que no debemos desaprovechar. Rescato el artículo “Manifiesto para una segunda Renovación”, de Federico Zapata, en la revista Panamá de mayo de 2022, que recomiendo. Por razones de espacio, voy a tomar solo algunos puntos que sirven a la reflexión que creo necesaria hacer.
El autor se pregunta dónde queda el futuro y dice que estamos parados sobre un yacimiento enorme de futuro y no nos damos cuenta. El futuro es federal, es necesario salir de la discusión entre los partidos del AMBA-Capital vs. Conurbano y mirar la potencialidad productiva del interior. Generar un proceso integrador, que haga eje en la incorporación de comerciantes, programadores, trabajadores de cuello blanco y azul, cooperativas de la economía popular, etc. Y en lo económico, pensar un modelo de desarrollo basado en la industrialización eficiente de la biomasa, de la bioeconomía. Más allá de que se adhiera o no a sus postulados, de los que yo solo me referí a unos pocos, lo importante está en pensar las cosas de otro modo. Es claro que el autor está hablando de cómo se debe renovar el peronismo. Y cómo tener un país moderno que integre al conjunto social. Pero está hablando de un peronismo que cambie el eje de la mirada y no que se repita a sí mismo con viejas fórmulas. Y eso vale para todas las orientaciones políticas. Si no cambiamos, estaremos repitiendo las frustraciones.
*Consultor político.