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Sin tiempo para las dudas

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Massa-Bullrich. Sus campañas ya piensan más allá de los votos propios. | cedoc

La carrera electoral rumbo a las primarias entra en su fase caliente, y la sociedad se va despabilando lentamente, para tratar de hacerse un cuadro de situación a menos de un mes de la elección inicial.

Pasado lejano. En 2019 el renovado Frente de Todos ganaba las primarias con un demoledor 47,8% y dejaba a Mauricio Macri –que iba por su reelección–, a diecisiete puntos. Las preguntas en aquellos días prepandemiales se orientaban a dos focos, qué pasaría con el 8% del inalterable Roberto Lavagna y qué con los novecientos mil votos en blanco. Podía suponerse que, gran parte de estos dos grupos, terminarían dándole a la fórmula Fernández-Kirchner un triunfo histórico en las generales. Incluso, esa noche del 13 de agosto el dólar –único por el momento– pasaba de 46 a 62 pesos; lo que a todas luces resultaba una situación irritativa e hizo sospechar que la elección general podía incluso ser peor para Macri. Sin embargo, un par de meses después y contra todos los pronósticos Macri sumaba 8 puntos para quedar en 40,3; mientras que la fórmula triunfadora sólo trepaba medio punto. El voto en blanco se reducía a la mitad. No le alcanzó para ganar, pero generó una conclusión: no hay ley física que regule los procesos electorales. La mejoría del expresidente de una elección a otra no puede ser explicada por ninguna variable reduccionista.

La mayor novedad es quién va a ser el candidato con más intención de voto tras los problemas de Javier Milei

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Pasado cercano. En 2021 en la PASO de las elecciones de medio término pospandemia, en Diputados, Juntos por el Cambio sacaba el 41,5%, mientras el Frente de Todos quedaba en un pobre 32,4%. Había en esa elección un nuevo componente: el tándem Javier Milei y José Luis Espert que sacaba el 6,4% del total en sólo dos distritos en CABA y en la provincia de Buenos Aires. Esta vez hubo leves reacomodamientos en la elección general, JxC y el FdeT subían poco más de 2%, el Tercera Vía/peronismo disidente se llevaba el 5,6% de los votos, y La Libertad Avanza dejaba un punto atrás entre una elección y otra. Pero hay que detallar que en 2021 las fuerzas por fuera de las dos mayoritarias sacaron un poco más de 5.600.000 votos, situación que no parece reiterarse este año. El otro “detalle” es que la interna de JxC estalló ese mismo 14 de noviembre poselectoral con un efecto, hubo triunfo electoral, mas no político, la oposición no pudo capitalizar ni la disputa de Cristina Kirchner contra Alberto Fernández, la “creadora de contenidos” del FdeT contra su estrella momentánea. Con el liderazgo herido de Mauricio Macri en las generales de 2019, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich se enfrascaron en una disputa de la cual no pueden salir. Es casi imposible no pensar que esa ruptura no tenga consecuencias en el futuro.

Presente imperfecto. Hay que decir que el peronismo vuelve a respirar en estos momentos, luego de más de mil días novelescos, de vivir casi otro helicopterazo traumático tras la salida de Martín Guzmán, hasta transitar un tropezón inusual con la fantasmagórica fórmula Wado-Manzur. La obtención de una solución inusual, pero competitiva con el ministro de Economía-Candidato Sergio Massa, le da una sobrevida a un peronismo que transitó en forma desorientada su propio gobierno. Tener una candidatura con aspiraciones –aunque parecería una obviedad, también implica– más allá del potencial triunfo, sostener bloques numerosos en las Cámaras de Diputados y Senadores, además de las gobernaciones en las provincias donde viene ganando. Esto lleva a postergar los sueños de quienes imaginan un país sin peronismo.

La era de la percepción

Hoy Massa tiene que hacer sus movimientos electorales en un mapa que se va moviendo. Algunos supuestos se fueron cayendo como un rápido acuerdo con el Fondo Monetario, por lo cual tiene que generar planes contingentes. Los funcionarios del organismo encontraron duras respuestas frente a economistas de la oposición que los hizo retroceder en sus planes de dar un crédito puente hasta pasadas la elecciones. Ningún burócrata del FMI quiere ver su nombre en letras de molde en la portada del Washington Post.

Verano frío. La extrañeza del momento es una suerte de veranito electoral hasta la noche del 13 de agosto. Es que la disputa en Larreta y Bullrich le viene dando a Unión por la Patria un aire que culminará cuando Juntos por el Cambio tenga un candidato unificado. El mercado de encuestas viene prometiendo (en promedio), un claro triunfo de Patricia Bullrich. No obstante, Larreta espera un repunte en la semana próxima si Maximiliano Pullaro logra derrotar a Carolina Losada en las primarias de Santa Fe. Es que, a diferencia de lo que se ha visto hasta ahora, donde los presidenciables mantuvieron prudencial distancia de las elecciones provinciales, Bullrich hizo causa común con Losada al punto de dar entrevistas conjuntas. La exministra de Seguridad ve en Santa Fe una especie de una prueba de laboratorio. donde el principal punto en discusión es obviamente la seguridad alrededor del narcotráfico.

El mapa y el territorio electoral

Transitorio número uno. Más allá de todo, las PASO presidenciales generan su propia dinámica y la mayor novedad del mes es quién va a ser el candidato con más intención de voto tras los problemas de Javier Milei. Hasta mediados de junio Milei aparecía con claridad

rumbo a ser el candidato más votado, pero las discusiones sobre la posible compra de candidaturas lo afectó más que cualquier otra polémica generada. También se debe decir que el retiro de la confianza de comunicadores mediáticos que lo acompañaron hasta aquí, recuerda a la famosa frase de Ringo Bonavena: “siempre estás con gente, pero cuando suena la campana, te sacan hasta el banquito”. La disputa por el candidato más votado en las primarias podrían verse como una frivolidad, pero no lo es porque prefiguran las sombras del ballottage. En esta lucha se recortan las figuras de Massa y Bullrich por lo cual las campañas ya deben olvidar a los propios, para salir a invitar a los votantes de las demás fórmulas a cambiar su voto en las generales. Parece un poco desquiciante pensar en pedir el voto de los adversarios cuando ni siquiera está consolidado el propio, pero la dinámica argentina es así, sin tiempo para las dudas.

*Sociólogo (@cfdeangelis)