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debajo del radar mundialista

Tiempo de sorpresas

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Acto. El Presidente celebró sus tres años de mandato sin la vicepresidenta ni Sergio Massa. | telam

Primera sorpresa: la presencia de Jorge Macri en un acto prefabricado de Horacio Rodríguez Larreta, solo con dilectos militantes de la Municipalidad. Para algunos, un gesto protocolar, de buena voluntad. Otros, más especuladores, afirman que es una señal de concordancia entre su primo Mauricio y el jefe de Gobierno, en riña desde hace tiempo y ahora cultivando una interesada convivencia.

El pacto entre el ex presidente y el alcalde se justifica en “la necesidad de preservar los valores del PRO en la Capital Federal”, aunque los opositores dirán que se allanan para cuidar el negocio inexpugnable del distrito porteño. Siempre y cuando, claro, se mantengan unidos. Si ambos avalan a Jorge Macri intendente –por medio de una interna– desplazan aspirantes propios (Quirós, Acuña, García Moritán) y, en particular, a la recurrente postulación de Martín Lousteau. Casi una condena a ser siempre segundo, aunque no les va mal a los radicales con ese promedio a la hora de repartir cargos.

Sí, en todo caso, abre una grieta con la rival por la presidencia de Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, sostenida hoy por el ingeniero boquense (quien, al parecer, se retira de la competencia por la Casa Rosada). No le cayó bien a la Bullrich el último acto de Larreta, según despotricó burlonamente su nuevo ladero, Arenaza. Hombre pausado, apareció cargado con nafta especial: cargó en la destilería de la jefa.

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Ella, para su urgente terapia, debe incluir además un tropezón impensado y de consecuencias ingratas: el patético rol ahora descubierto de Gerardo Milman, su ex mano derecha, a quien ya nadie más llama “Gerry”: se autodestruyó como una cinta por su apego a conseguir expertas en inteligencia en el mundo de las misses, imputación que ahora le agregan cargos por dádivas y colocaciones de personal al mejor estilo camporista. Patricia dirá que no sabe nada, que es una campaña, pero le resulta difícil despegarse de este diputado tan cercano, por más que lo haya despedido como jefe de su fracción. Ni le alcanza el apoyo de un núcleo argentino que la recibió en Miami, fans de Trump que juegan al golf en sus dominios.

Segunda sorpresa. Desagradable: se derrumbó el Grand Guiñol, el teatro de terror que alistó Sergio Massa para atraer fondos argentinos no declarados en los Estados Unidos. Era vital esa recaudación para el ministro, abundó en anuncios y hasta hubo una simbólica firma de un tratado con el gobierno norteamericano. Amenaza de iluminación para todos los recursos negros depositados en ese país. Pánico en la city mientras se imaginaba una cola de evasores trayendo a la Argentina 100 mil millones de dólares.

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Una ilusión: no hay ley este año a pesar de la premura, se pasó para febrero, la oposición jura que no la vota y el documento firmado con Washington no garantiza ningún tipo de regularización impositiva. Es lo mismo que suscribieron mas de cien países con lentos trámites y contrario a las declaraciones de Massa, quien entre otras creencias imaginaba que Biden informaría sobre el benefícial owner de las sociedades registradas. Cándido: EE.UU. reemplazó a Suiza y a otros paraísos fiscales para albergar fondos de cualquier país, una hegemonía que no entregará fácilmente.

Igual el gobierno de los Fernández intentará un blanqueo, no se sabe bien si para forzar ahorros no declarados en el exterior o para facilitarle esa posibilidad a capitales amigos que les interesa invertir en activos presuntamente baratos. Ya ocurrió algo semejante cuando en el blanqueo del gobierno Macri, la norma impedía una regularización fiscal por parte de uno de sus hermanos. Para cambiar esa traba legal, el ingeniero presidente emitió un decreto habilitando a su familia. Se cuestionó el ukase, el tema está hoy en la Corte; arguyen los Macri que los fondos blanqueados datan de años anteriores a que Mauricio ocupara funciones públicas. No robó en sus mandatos.

Mientras, para compensar la caída del trapecio, Massa exhibe la baja de inflación en noviembre: 4,9, un índice que nadie esperaba, salvo los que van a comprar a una feria del Conurbano, donde nunca se pudo inaugurar un casino, en la que venden productos como en el mejor de los supermercados y a precios excepcionales, subsidiados por la intendencia. Eso si: solo se aceptan compradores con cédula de identidad que acredite vivir en el distrito. Otros vecinos abstenerse.

Tercera sorpresa. Se mantiene el silencio de Cristina, quizás por las eventualidades del Mundial. Igual resultó extraño que no se pronunciara hasta ahora sobre la Corte Suprema y su fallo condenatorio a Milagro Sala. A menos que crea que el lawfare solo la persigue a ella. Si es así, sería prudente que se lo advirtiera a sus seguidores, quienes hasta reclaman un indulto para la controvertida jujeña.

Tampoco se expresó en público por el litigio entre Martín Insaurralde y Axel Kicillof a la candidatura a gobernador en el 2023. Sí parece que avala la decisión de su hijo Máximo como titular del partido para instalar la boleta del ex intendente de Lomas de Zamora, en clara asociación con otros jefes comunales y La Cámpora.

Al disminuido Kicillof le quedan tres alternativas: interna contra Insaurralde en la Provincia si le dan la boleta, otra interna eventual contra Sergio Massa por la presidencia o aceptar el dedazo para ir como senador. Se le ha complicado la vida a pesar de que es el dirigente del oficialismo con mejor imagen en el territorio bonaerense, sin denuncias de corrupción, amparado por Berni y, tal vez, por algún desertor de “los pibes para la liberación”. Se afirma que Andrés Larroque no comparte el criterio de Kirchner junior.

Cuarta sorpresa. La resurrección de Alberto Fernández, al menos de palabra. Airado por la ausencia de Cristina en el acto que se recordaba el tercer aniversario de la mutua ascensión, suele reconocer que ha sido un “elegido”, pero que también su aporte fue determinante para que ganara la fórmula con ella. A no olvidar, no soy un hombre de paja, ni un palo blanco, como suelen decir los sureños.

Si no le alcanza ese conflicto con la condenada judicial, también se enfrentó con Massa: afirma que la estabilización lograda en la economía obedece a la cobertura que él brinda, sobre todo para impedir caprichos de Cristina que enajenan a los mercados. Al ministro esas declaraciones lo ofuscaron, siente que no se premia su esfuerzo. Y que Alberto es un desagradecido. Como si en política existiera esa palabra.