COLUMNISTAS
Elecciones y metaverso

Todo al mismo tiempo, en todos lados, sin líderes

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Se busca. “Tenemos una sociedad que demanda un líder consensualista o un líder audaz. | shutterstock

El Oscar lo ganó una película que bien pudo haber sido financiada por Mark Zuckerberg, el desarrollador actual del metaverso. Como sabemos el largometraje trata de la vida de personajes que para escapar de la angustia de la vida cotidiana –problemas económicos­– problemas de relación familiar– iguales a  los que tienen la mayoría de los mortales  descubren que es posible vivir tanto en la dimensión real como en más de una dimensión virtual.

Dimensiones virtuales a las que un sector de la humanidad, sobre todo en el mundo desarrollado va accediendo lentamente. Un mundo en el que como dice Antoni Gutiérrez Rubi habrá que pensar en hacer campañas electorales. Es un mundo entonces que no está tan lejano.   

En unos casos  para buscar reproducir la  vida real sin tener que moverse de hogares u oficinas, en otros casos para pensar que se puede vivir de un modo totalmente distinto a lo cotidiano.  

En la realidad se puede estar  padeciendo la peor de las humillaciones, pero se puede entrar a otra dimensión en donde las relaciones de poder entre los seres humanos pueden cambiar a merced de la voluntad de quien maneja al avatar.  ¿Y qué tiene esto que ver con lo que les pasa a nuestros conciudadanos? Que a ellos  les suceden muchas cosas en muchos lados y al mismo tiempo, al igual que a los protagonistas. Y que quisieran poder vivir en otra realidad,  de otro modo, claro que en el metaverso uno está conectado a una computadora, pero en la real life la conexión es con el otro social.  

No hay botón para apretar que nos cambie la realidad en que vivimos y hace mucho que la política no logra cambiar las cosas de un modo contundente.  Hay un malhumor creciente por un entorno agresivo en lo socioeconómico, inflación, temor a la inseguridad, incertidumbre de futuro. Ello en un marco en donde todos los días más sucesos confirman las dificultades. Desde la crisis bancaria que viene de EE.UU. y Europa; el Indec que nos avisa que el índice de precios es creciente y mayor al esperado.

La política no puede controlar la mirada pública

Cristina Fernández que critica al Gobierno y hace hincapié en que la economía crece, pero  los salarios no alcanzan. El FMI  que acepta cambiar las metas anuales, pero condiciona las políticas futuras. Una sequía que recuerda los peores momentos de crisis pasadas. La Cámpora quele pide a Alberto que se baje de su posible candidatura y critica la gestión como si no estuviera en el Gobierno. Aníbal Fernández que defiende al Presidente. Patricia y Horacio que viven de interna en interna. Y encima, los narcos y el Ejército en las calles y la discusión de si están para acompañar o debieran ir a reprimir.  

En ese contexto hay que pensar en ir a votar.  Y entonces aparece la duda sobre qué tipo de liderazgo elegir. No en vano la pregunta  más difícil de contestar en este momento para los politólogos es: ¿Qué tipo de liderazgo está demandando una sociedad que vive todo esto y mucho más, porque tiene de todo para elegir? Más dirigentes se postulan, menos votos tienen los que están en el escenario. Es que ninguno convence.  

Tenemos una sociedad que está demandando  un líder consensualista o un líder audaz, o un no líder capaz de gestionar y resolver. En lo teórico podríamos contestar que se busca persona capaz de terminar con la grieta, y con los problemas endémicos del país, cuanto más rápido mejor como en una dimensión del metaverso o el alphaverso, y que para ello se precisa honestidad, capacidad de gestión, equipo, visión, empatía con el otro.

El tema es que hoy ese personaje o no está o nadie lo visualiza. Entonces tenemos en lo nacional  la emergencia de Milei, un auténtico Rockstar, que está interpretando una ópera rock capaz de encantar a jóvenes que esperan  un futuro mejor, cansados de que las cosas no se resuelvan.

Noticias de ayer

Por el otro coaliciones políticas que en lugar de crecer se achican y dirigentes de ambas coaliciones que solo empatizan con fracciones del electorado. No en vano en la cabeza de muchos aparece la pregunta si no es hora de jugarse por un dirigente audaz y mesiánico, carente de experiencia de gobierno, que propone soluciones no rutinarias a las cosas y que promete terminar con la casta.

Otros piensan que el camino es elegir a un miembro del establishment político con experiencia de gestión. Están quienes prometen cambios drásticos y sin miramientos, otros  prometen avanzar, pero dialogar. Otros hacer una segunda fase de gobierno corrigiendo  lo que no se pudo hacer, sea por culpa de la guerra, la pandemia, la sequía, el FMI. Mientras esto ocurre en la dimensión nacional, lo provincial parece una dimensión más humana. Un mundo paralelo  en donde si bien se padecen las cosas que provienen desde lo nacional tienen dirigentes y gobernantes a los que se reconoce interesados en resolver los problemas cotidianos. No es lo dominante en la mayoría de las provincias medianas y pequeñas encontrar dirigentes con balance de imagen negativa.

El turno que viene es el de las elecciones provinciales. Un lugar donde refugiarse antes de decidir qué hacer a partir de agosto.

*Consultor Político.