Hay que trabajar mucho para evitar que vuelvan a ocurrir muertes como las de Carmen de Patagones y Realengo. Mi hijo murió en una tragedia similar y fue muy emocionante enterarme de lo que pasó en Brasil. Me conmovió y sólo puedo pensar en todas las familias de las víctimas y en los que sobrevivieron y hoy luchan por su vida. Yo sé por lo que deben estar pasando.
Sé que el asesino de Brasil tiene algún tipo de patología, como la tenía Junior, que tuvo una vida con una exigencia y un maltrato muy grande por parte de su familia. En todo el mundo hay una franja de edad de la adolescencia que está expuesta a la violencia. Hay que invertir presupuesto y dedicarles una atención especial a estos temas. Pero los políticos sólo se dedican a las campañas y a prometer cosas que luego no cumplen.
Estamos en una sociedad donde es muy fácil acceder a un arma, porque las roban o las consiguen de una u otra forma. Lo que sucedió con Junior fue considerado un caso aislado y las autoridades consideraron que no se volverá a repetir. Sin embargo, hay hechos violentos en los que hay armas blancas y de fuego en todas las escuelas.
A los padres de Brasil no tengo mucho que decirles. Nada va a cambiar el dolor que están teniendo. Sólo quisiera mandarles un fuerte abrazo. Y avisarles que tendrán un camino difícil: desde hace seis años estoy en un estado terrible. A mí me cercenaron una vida y no puedo enviarles más que un abrazo, pedirles que tengan fuerza y que sigan adelante por los que los rodean. Lo que les sucedió es lo peor que le puede pasar a alguien en la vida. Nadie se acuerda de los chicos que sobrevivieron, que están mendigando por una beca para poder estudiar. Podemos evitar nuevas tragedias.
*Su hijo Federico fue asesinado en la Masacre de Patagones, en 2004.