Al analizar el proceso que terminó con los ahorros de los argentinos atrapados en un Corralito, hace exactamente dos décadas, el economista José Simonella apunta a la confluencia de múltiples factores: una convertibilidad agotada, una inflación imparable y la falta de liquidez.
“Había muchos desequilibrios y la crisis se trasladó al sistema financiero”, sostiene el licenciado en Ciencias Económicas al hablar de aquellos días.
“En 2001 Argentina tenía los desafíos de siempre, propios de un Estado que genera más gastos que ingresos. Por lo general, ese déficit se financia con emisión o endeudamiento, pero la Ley de Convertibilidad no permitía emitir y eso complicó las cosas. La diferencia fundamental con cualquiera de las otras crisis económicas que atravesó el país es que aquella vez se trasladó al sistema y se transformó en una crisis financiera”, destaca.
"La diferencia fundamental con cualquiera de las otras crisis económicas que atravesó el país es que aquella vez se trasladó al sistema y se transformó en una crisis financiera”.
“Esto hizo que los bancos no pudieran devolver los depósitos en moneda extranjera y que un montón de gente que había tomado prestamos en dólares, con tasas más convenientes, no pudiera afrontar sus obligaciones”, refiere sobre el salto de 1 a 4 pesos de la divisa estadounidense.
“La convertibilidad estaba agotada”, sostiene Simonella. Y fundamenta esta afirmación: “Hacía 10 años que la ley estaba vigente y nunca se habían hecho las reformas necesarias para que nuestras variables macroeconómicas convergieran con el dólar”.
“La convertibilidad tiene una rigidez muy grande y te quita el manejo de la política monetaria. Eso impide que el ajuste pueda hacerse por el lado fiscal, que es mucho más palpable que un ajuste monetario”, añade el economista. “A eso se sumaron la inflación y la crisis bancaria. Fueron demasiados desequilibrios”, puntualiza.
Al comparar aquella realidad económica con la actual, Simonella señala. “Las condiciones actuales no son ni parecidas. La crisis de 2001 hizo que el Banco Central estableciera normas más prudenciales y eso permite que el sistema tenga liquidez. Hoy los bancos pueden responder”.