Quizá haya sido unos de sus últimos momentos de genuina felicidad. Y ocurrió adentro de una cancha de fútbol, su lugar en el mundo.
El 23 de septiembre de 2019 el Estadio Kempes se vistió de gala en el homenaje que Talleres le preparó a Diego Maradona con motivo del partido ante Gimnasia y Esgrima la Plata por la 7ª fecha de la Superliga 2019/2020.
Aquella noche hubo plaqueta, una camiseta “10” con los colores azul y blanco y un emotivo reencuentro con las glorias de la “T”, con las que el mejor futbolista de todos los tiempos compartió distintas etapas en el seleccionado argentino.
También un despliegue de luces y fuegos artificiales y un enorme telón con su imagen en celeste y blanco que se desplegó desde el techo de la platea Gasparini.
“Desde ese día me hice hincha de Talleres”, admitiría Claudio Borghi, “el Bichi”, otro de los integrantes del plantel campeón mundial en México ’86.
Después de la emotiva ovación inicial que bajó de las tribunas llegó el partido y fue derrota 1-2 del Lobo. En la despedida, que sería la definitiva del público cordobés, retumbaría un largo y sentido “Maradooo…”, mientras “el Cacique” Medina se llevaba como trofeo la gorra del astro.
Final feliz
Aquel epílogo estuvo a la altura de la historia entre Diego y una Córdoba que lo vio llenar una cancha con apenas 13 años en los Torneos Evita de Embalse, convertir goles para Argentinos Juniors, Boca y la Selección, recibir su primera tarjeta roja, cruzar guantes con “Falucho” Laciar, malograr un penal con la camiseta de Belgrano o dirigir al elenco nacional.
En nuestra provincia también jugó con Sevilla y Newell`s, tiró raquetazos con David Nalbandian, despidió en cancha a su compadre Daniel Valencia, cantó con “Los del Suquía” en una conferencia de prensa, jugó un partido a beneficio en Río Tercero y amistosos en Villa María y Río Cuarto y hasta subió al escenario Atahualpa Yupanqui de Cosquín.
“Verlos a Galván, a Oviedo, a ‘Bravito’… Son recuerdos que no se van a borrar jamás. Agradezco a Talleres por este recibimiento y por la bandera”, declaró Diego aquella vez. “Batistuta, Caniggia, Ronaldo… Todos los que hablamos de fútbol lo único que queremos es divertir a la gente, echar a los corruptos y darle a la gente un espectáculo digno”, concluyó emocionado.
LA ÚLTIMA VEZ. Maradona en el Kempes como DT de Gimnasia. Como futbolista jugó partidos oficiales en La Boutique, el Gigante y el Chateau, y amistosos en la cancha de Las Palmas, en Villa María y en Río Cuarto.
Seis meses después Maradona recibió su última gran ovación en La Bombonera. Fue en el marco de un reconocimiento políticamente correcto, casi forzado, que le hicieron las actuales autoridades del club xeneize para no quedar tan a contramano de la historia.
El miércoles pasado las luces del Kempes volvieron a encenderse por Diego, y lo mismo pasó en otras canchas cordobesas. Fue parte del tributo que el fútbol argentino le hizo a su último superhéroe. A su bandera. Al hombre que gambeteó todo lo que se le puso adelante y que –por convicción o negación- creímos inmortal.
La jugada nos tomó por sorpresa y fue un terrible gol en contra. Jamás imaginamos que algún día la apilada no iba a terminar con Shilton desparramado y la pelota besando la red.