Durante lo que va de 2025, y en el marco de operativos conjuntos entre la Policía de Córdoba y el Ministerio de Seguridad provincial, más de 300 naranjitas fueron detenidos por realizar cobros ilegales, ejercer presiones sobre automovilistas y protagonizar episodios de violencia en la capital. Las intervenciones se intensificaron en sectores como Nueva Córdoba, Centro, Alberdi y Güemes, aunque los reclamos y detenciones se extendieron a distintos barrios de la ciudad.
El fenómeno, lejos de reducirse, quedó expuesto en una seguidilla de hechos recientes que dejaron escenas tan violentas como absurdas: desde naranjitas que exigen pagos de hasta $30.000 en el Sanatorio Allende, hasta armados con destornilladores o armas blancas. Con al menos uno de ellos por cada esquina en diversas zonas de la ciudad, el problema crece y genera cada vez más preocupación.
Naranjitas ilegales: le cobran hasta $30.000 mensuales a los trabajadores del Sanatorio Allende
El mapa de episodios que tensó la calle
Durante los últimos días, una mujer fue detenida en Nueva Córdoba después de atacar a piedrazos a dos autos estacionados: se trata de un Fiat Palio y un Peugeot 308, que quedaron con abolladuras después de que la cuidacoches comenzara a lanzar piedras sin motivo aparente.

La lista sigue y se vuelve todavía más insólita. En Tristán Achával Rodríguez, después de forzar la puerta de un bar, un trapito se llevó seis botellas de alcohol y dejó un canasto con más bebidas para volver, y llevarse todo.
En San Salvador, por otro lado, la postal fue directamente surrealista: un limpiavidrios entró a una farmacia como si fuera un cliente más y fue visto intentando robar medicamentos.
Ciudad de Córdoba: buscan extender las zonas liberadas de "naranjitas" a nuevos barrios
La tensión subió varios niveles en Villa Belgrano, sobre Juan de Morales al 400, donde un hombre, también cuidacoches, golpeó a un automovilista, dañó su vehículo y sacó un cuchillo en medio de un ataque de furia. En General Paz, comerciantes pidieron auxilio porque una mujer que cuidaba autos empezó a gritar amenazas de muerte a los conductores.
Mientras tanto, las denuncias vecinales se multiplican y las escenas se vuelven cada vez más insólitas, mostrando un problema que ya dejó de ser aislado.