Suspiró con alivio Juan Schiaretti, cuando Rodrigo de Loredo reconoció la derrota en las urnas. Después, dio rienda suelta al festejo y su ancha sonrisa copó el palco del bunker de Hacemos Unidos por Córdoba.
Además de Daniel Passerini, esta elección tuvo dos grandes ganadores: Schiaretti y su futuro sucesor, Martín Llaryora.
Schiaretti se jugaba una parada difícil porque si el candidato del peronismo perdía la intendencia de Córdoba, se le hubiera destartalado el paso en su carrera para las PASO, que se realizarán el 13 de agosto. En la previa, ese dato quedó en un segundo plano, tal vez relegado por los inaceptables encontronazos y denuncias que convirtieron a la campaña en un lodazal. Barro y mugre fue el común denominador y el jefe del Centro Cívico supo correrse y no se metió en esa pelea.
Por eso cuando la oposición asumió la derrota con naturalidad y con respecto por el vencedor, el gobernador saltó de alegría y hasta tiró unos pasos de baile cuando el DJ puso un tema de INXS, que luego dio paso a un cuartetazo.
En el escenario habló de superar la grieta y volvió a mostrarse como presidenciable. La victoria le alisaba el camino al 13 de agosto. Después vendrán tiempos para reacomodar las cargas, la primera vuelta de octubre y la probable alianza con Horacio Rodríguez Larreta si éste derrota a Patricia Bullrich en la interna de Juntos por el Cambio.
Por otro lado, apareció en escena Llaryora, otro de los vencedores del comicio en la Capital. Llaryora se deshizo en elogios para con Passerini y después se plantó como un dirigente nacional del PJ, como si fuera el que va a suceder a Schiaretti en la tarea de recorrer el país a lo largo y a lo ancho.
Pronunció un discurso potente, con verbos pesados y con el claro objetivo de hacer oír su voz en el firmamento nacional del justicialismo.
Los dos hicieron sus jugadas soñadas, los dos sabían que la tenían más que complicada, los dos se pusieron a la par de Passerini y lo respaldaron sin condicionamientos. Los tres ganaron.
