Las pequeñas manos que alimentaron a Berni cada mañana ahora sostienen lápices para escribir lo que sus voces no alcanzan a expresar. En la Escuela Primaria Bernardino Rivadavia de Hernando, los niños volcaron en cartas el dolor, la incomprensión y la rabia que les dejó el brutal asesinato del ternerito que consideraban parte de su familia escolar.
"¿En qué pueblo estamos? ¿Por qué le hicieron esto a Berni?", escribió uno de los alumnos en una carta que llegó al escritorio de Mariela Paschetta, directora del establecimiento. Las palabras del niño resumen el quiebre emocional que atravesó la comunidad educativa tras descubrir que delincuentes ingresaron de madrugada a la institución, sacrificaron al animal a machetazos y abandonaron sus restos en una mochila en pleno centro de la localidad.

El viernes por la mañana, cuando siete niños de la patrulla encargada de alimentar a los animales salieron al patio, encontraron el cerco cortado con pinzas y a Berni desaparecido. "Empezaron a gritar: 'Nos robaron al ternero, lo van a matar, seño'", recordó Paschetta sobre ese momento, aún conmovida describió la desesperación de los menores.
Mientras Paschetta se dirigía a la comisaría para realizar la denuncia, aparecieron los restos del ternero. "Esta gente hizo esto con total impunidad", denunció la directora en una entrevista en el programa Última Pregunta de radio Continental Córdoba.
El hallazgo confirmó el peor temor: Berni, el ternerito huérfano de apenas 150 kilos que había llegado a la escuela con pocos días de vida, fue asesinado con una crueldad incomprensible.
El trauma que trasciende las aulas
El impacto emocional en los niños fue devastador. Durante el fin de semana largo que siguió al hecho, numerosas familias contactaron a la directora para informarle sobre los trastornos que manifestaron sus hijos. "Muchas familias me hablaron y me dijeron que los chicos tuvieron trastornos en el sueño", reveló Paschetta.
Choferes retenidos en Oliva: : la empresa niega alcohol y acusa fallas en controles
Pero lo más desgarrador fueron las preguntas que los menores formularon a sus padres y maestros. "Les planteaban si a ellos les iba a pasar lo mismo, si iba a entrar gente y se los iba a llevar y los iban a matar y los iban a descuartizar como a Berni", contó la directora, evidenciando cómo el hecho instaló el miedo en los niños.
Las cartas que escribieron los alumnos reflejan ese terror, pero también un profundo sentido de injusticia. Los textos expresan la necesidad de respuestas ante una violencia que irrumpió en el espacio que consideraban seguro.

Berni, más que una mascota
El ternerito no era un animal cualquiera para la comunidad de la escuela Bernardino Rivadavia. Formaba parte de "Vivoescuela", un proyecto educativo que incorporó prácticas agroambientalistas y animales de granja para el aprendizaje de distintas áreas curriculares. Berni llegó huérfano, con apenas días de vida, y desde el primer momento interactuó con los estudiantes, quienes lo alimentaron y lo vieron crecer.
"Berni era nuestra mascota", explicó Paschetta. "Berni era uno más de nosotros dentro de la institución". El animal también era querido por todo el barrio. "Como buen ternero mamón, un ternerito que vivía pidiendo comida, todo el mundo le llevaba, la manzana, la galleta, el pan duro", recordó la directora.
Los niños esperaban su turno en patrullas para alimentarlo cada día. Esa rutina, que les enseñaba responsabilidad y respeto por la vida animal, quedó brutalmente interrumpida la madrugada del viernes, cuando los delincuentes cortaron los alambres con pinzas, levantaron el tejido y se llevaron al ternero.
"No fue por hambre, fue por maldad"
La directora descartó enfáticamente que el crimen respondiera a una necesidad alimentaria. "Así tuviesen hambre, no me puedo comer a mi vecino. Berni es una mascota, no me puedo comer la mascota de mi vecino", afirmó con contundencia.
Según Paschetta, los responsables actuaron con premeditación. "Llevaron pinzas, cortaron los hilos de alambre superiores e inferiores del cerco", detalló. A dos cuadras y media de la escuela, en una casa, esperaron al animal y lo mataron a machetazos "con una frialdad, con una alevosía, como pocas veces he visto", relató la directora.
El nivel de violencia empleado contra un ternero mamón -demasiado joven para aprovechar su carne- llevó a Paschetta a cuestionar los parámetros de la sociedad. "¿Qué riesgo estamos corriendo con gente así? Porque hoy es Berni, pero puede ser un niño también, puede ser un joven", alertó. "Estamos desvirtuando los parámetros de sociedad", sentenció.
