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EDUCACIÓN Y TECNOLOGÍA

IA en las aulas: el proceso de adquisición de la escritura es absolutamente humano

La irrupción de la IA en las aulas reactivó preguntas de fondo sobre cómo aprenden a escribir los niños y qué lugar ocupa la mediación humana en ese proceso. Especialistas insisten en que la escritura se construye con experiencia, cuerpo y contexto, mucho antes que con tecnología.

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Más de 750.000 alumnos de todo el país se evaluaron a las Pruebas Aprender. | REPERFILAR

El desembarco de la inteligencia artificial en la vida escolar ha abierto un debate que no deja de crecer. ¿Qué ocurre cuando una herramienta diseñada para producir texto comienza a participar -o sustituir- los procesos de escritura? María Fernanda Freytes, magíster en Lingüística Aplicada a la Enseñanza de la Lengua y docente de la Facultad de Lenguas de la UNC, advierte que aún no hay conclusiones definitivas, pero sí posturas sólidas con fundamento teórico. Para Freytes, un punto indiscutible es que, en la adquisición inicial de la escritura, la mano supera al teclado.

“Está absolutamente comprobado”, afirma. Lo corroboran décadas de investigación. Algunos estudios internacionales muestran que en los últimos años se observa que los niños escriben con más frecuencia en teclado que a mano, lo que repercute en sus habilidades sensorio-motoras. Otros trabajos advierten que este incremento del tipeo se vincula con una pérdida en la coordinación mano-brazo y en la fineza motriz necesaria para el trazado.

Cada vez más, y como consecuencia, las escuelas reciben a niños de primer grado con empobrecidas destrezas en el manejo del lápiz. “Usando una expresión de Ana Borzone, ‘la mano tiene memoria’. Cuando se realiza el trazado se fija el recuerdo de la correcta ortografía”, señala la lingüista. Esto ocurre por los movimientos que realiza la mano a diferencia de los del teclado que son todos iguales, por lo que se borran los rasgos diferenciales de las letras.

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Con respecto a la producción de textos, Freytes señala que un estudiante difícilmente podrá evaluar la calidad de un texto producido con IA si no ha experimentado todo el proceso de la escritura completo, desde la planificación hasta la revisión de borradores, teniendo en cuenta para qué comunica y a quién.

Incluso sostiene que para producir buenos prompts (indicaciones a la IA) se necesita saber de escritura: elegir las palabras correctas, definir un registro, conocer las particularidades de la variedad de la lengua que se utiliza y que “sólo pueden ser conocidos por un aprendizaje modelado por un escritor más avanzado”. “Podemos pensar que la IA puede formar parte de este proceso si media una intervención posterior sobre lo producido, en especial en la revisión”, subraya Freytes.

Hablar con otro

En la adquisición del lenguaje es esencial la alteridad. “Hablar es siempre ‘hablar’ con un otro ¿qué ‘otro’ es la IA?, merece una redefinición”, subraya la lingüista.
En una interacción real, el adulto repite las expresiones incipientes, aisladas o fragmentadas del niño, las expande, las reestructura, organiza su estructura sintáctica y se las devuelve enriquecidas y adecuadas al contexto para que el niño vaya construyendo su propio lenguaje y ampliando su vocabulario, pilar fundamental para la comprensión de textos.

“Cabría preguntarse si es sólo por la incidencia de la interacción con las computadoras que los niños tienen un vocabulario reducido, o si los adultos hemos ido dando menos espacio a esa actividad conversacional con el niño o se la hemos delegado a las computadoras que han reemplazado la interacción con otros humanos en tiempo real y es este, en realidad, el factor determinante”, plantea Freytes.

La experta concluye que numerosas investigaciones en ámbitos familiares y escolares demuestran que aquellos niños que interactúan frecuentemente con adultos que expanden y reestructuran su lenguaje tienen un mayor desarrollo lingüístico cognitivo, más allá del uso de las computadoras o de la IA.