La mansión de Oscar González en San Javier figura en Catastro como “baldío”
Una lujosa casona emplazada en una propiedad de más de 6 hectáreas a nombre del legislador en uso de licencia tiene un valor fiscal irrisorio. El inmueble, que perteneció a una condesa, está ubicado a 300 metros de la plaza principal de San Javier, en Traslasierra. Los detalles en esta nota.
La propiedad en Traslasierra cuenta con 61.213 metros cuadrados. |
Captura Google Earth
Mientras en la Justicia se tramitan en paralelo la causa penal y la causa civil contra Oscar González por el siniestro vial fatal que protagonizó en el Camino de las Altas Cumbres, ahora se conoce que un inmueble de alta categoría en la localidad de San Javier a su nombre figura en Catastro Córdoba y en Rentas como “baldío”.
Antes se supo que González había presentado una controversial declaración jurada ante la solicitud de la Legislatura de Córdoba el 26 de febrero de 2020, en la que da cuenta de un patrimonio apenas superior a los 4 millones de pesos por un total de 11 inmuebles. Luego trascendió que, en realidad, era propietario de 17 inmuebles, según un informe del Registro de la Propiedad presentado ante el juez Estigarribia por la querella.
Una de esas propiedades es la casona de San Javier. En Traslasierra todos hablan de la mansión de los González y algunos apuntan que el legislador se la compró a una baronesa chilena en los ‘90.
Sin embargo, según el informe de Catastro al que pudo acceder este medio, el inmueble de 6 hectáreas 1.213,33 m2 (o sea, 61.213,33 m2) perteneció desde 1998 a la condesa austríaca naturalizada argentina, María Eugenia Wenckheim, nacida en Viena en abril de 1924 y fallecida en enero de 2005.
En 2002, la mansión pasó a manos de una familiar, la austríaca María Anna Wenckheim, quien la adquirió por 40.000 dólares. Luego, a fines de 2005, se la vendió a Oscar González por 135.000 dólares. El legislador cuenta actualmente con el 100% de la propiedad.
Con semejante precedente, resulta curioso que el inmueble figure como “baldío” en los informes de Catastro Córdoba y de Rentas, a los que accedió este viernes PERFIL CÓRDOBA. Además, ambos indican que la propiedad tiene una superficie edificada o mejoras de “0.00 m2” y la valuación fiscal por el tipo de inmueble Rural es de 192.820,95 pesos.
Catastro aclara al pie del informe: “La Valuación total surge de la suma del valor de la tierra y de las mejoras cubiertas. Las mejoras descubiertas (piletas y canchas) se contabilizan por cantidad (ud.- unidad), y no por su superficie”.
Extraoficialmente, un agente de la repartición provincial explicó a este medio: “En realidad, no debe tener las mejoras declaradas. Por eso figura como baldío. Al declarar las mejoras (superficie cubierta) figurará no sólo la superficie del terreno, sino también la superficie edificada”.
Según los lugareños, la morada emplazada en el sector denominado “Villa Elita” cuenta con pileta climatizada, helipuerto y un exclusivo parque “muy cuidado y prolijo”. Lo que sí apunta la descripción del inmueble del Registro de la Propiedad es que “posee derecho de riego sobre 3 hectáreas 3374 m2 (o sea, 33.374 m2)”.
Diego Giménez, titular de Índice Inmobiliario, aseguró a este medio que una propiedad de esas características actualmente no vale menos de 250.000 dólares, lo que equivale a 91.375.000 pesos según el valor del dólar oficial.
Qué hizo González con las otras propiedades
La casa de Villa Dolores y el departamento de Nueva Córdoba trasferidos a sus hijos son sólo dos de las 17 propiedades que pertenecen al legislador oficialista, de las cuales cinco más traspasó el mismo día 8 de febrero de 2023 en concepto de “donación” a sus herederos Oscar Martín González, Diego Raúl González y Ana Carolina González.
Se trata de un inmueble de 1.401 metros cuadrados (m2) en calle Ramón J. Cárcano de Villa Dolores; un ostentoso departamento de 228 m2 en el cruce de las calles Carlos Thays y Chile en el barrio capitalino de Nueva Córdoba; otra unidad de 105 m2 en bulevar Chacabuco al 700; y dos departamentos (una de 58 m2 y otra de 39 m2) en un edificio de calle Ituzaingó al 400.
O sea, puso a nombre de sus hijos al menos siete del total de las propiedades que hasta febrero de este año pertenecían a Oscar Félix González, en condominio con su expareja.
Por qué le dicen mansión al inmueble en San Javier
Básicamente, la enorme propiedad está ubicada en un lugar privilegiado de la geografía cordobesa, al pie del cerro Champaquí y rodeada por un denso arbolado. Son 6 hectáreas de ensueño con pileta y una edificación principal de alrededor de 600 m2, según Google Earth. También cuenta con una batería antiaérea que “defiende” la finca, como señaló la web Striptease del Poder en un informe anterior.
Aún sin demasiadas precisiones, los viejos pobladores de Traslasierra saben que la casona fue propiedad de una mujer que tenía estatus de multimillonaria por herencia de sangre. Pensaban que su vínculo familiar era chileno y desconocían que, en realidad, María Eugenia Wenckheim, conocida por sus amigos simplemente como “Ena”, pertenecía a la nobleza europea.
Ena era una condesa austríaca, viuda y enamorada de la Argentina. Era descendiente de una familia, los Wenckheim, originarios de Alemania que luego se trasladaron a Austria, de gran lustre e influencia en la Europa Central, con antepasados que condujeron gobiernos en el Imperio Austrohúngaro.
“A los 20 años me casé con un americano buen mozo y muy rico, y en 1956, cuando enviudé, compré campos en este país”, contó la mujer en una entrevista publicada por La Nación el 4 de noviembre de 2001. Adquirió propiedades en las provincias de Buenos Aires, La Pampa y Córdoba.
Tenía tanto poder económico que compró una isla entera en el medio de la Laguna del Monte al oeste de la provincia de Buenos Aires, a 500 kilómetros de CABA y a 15 minutos en lancha desde la ciudad de Guaminí. Esa propiedad es conocida actualmente como la exclusivísima Estancia La Sistina.
Durante su corta estadía en Córdoba, Wenckheim fue miembro de la Fundación Hospital de Clínicas e hizo aportes a los niños y niñas de San Javier, el pueblito de Traslasierra donde compró la casa en 1998.
"Allí hay una escuela muy pobre, y muchos de los chicos van sólo porque les dan de comer. Yo me encargo de mantener el comedor los sábados y domingos de todo el año, y también durante las vacaciones. Siento que es mi obligación, y hacerlo me da satisfacciones. ¿Sabe una cosa? Al principio me llamaban la gringa loca. Ahora, ya soy doña Ena", dijo la condesa en la misma entrevista.
