En la política cordobesa, octubre dejó una foto elocuente: tres intendentes con perfiles distintos, pero con algo en común, encabezan el ranking provincial de imagen positiva según CB Consultora. Eduardo Accastello (Villa María), Javier Riberi (Jovita) y Marcos Ferrer (Río Tercero) se quedaron con el podio, todos fuera de la competencia electoral directa, pero con un capital político que sigue creciendo en el territorio.
El dato no es menor. En un contexto de ajuste y fatiga social, los liderazgos con mejor evaluación ciudadana no surgieron de los grandes escenarios ni de las candidaturas recientes, sino de gestiones que mantienen un equilibrio entre cercanía, previsibilidad y resultados tangibles. Accastello, Riberi y Ferrer encarnan ese tipo de autoridad que se construye más en el día a día del municipio que en la épica partidaria.
El podio de los intendentes de Octubre
El villamariense Accastello, con un diferencial de imagen de +19,3%, volvió a posicionarse en la cima provincial, sostenido en su visibilidad de gestión, su estructura política aceitada y su ascendencia dentro del peronismo cordobés. En paralelo, Javier Riberi, desde Jovita, sorprendió al alcanzar +22,0% en el sur provincial, un resultado que refleja la fortaleza de los liderazgos locales en el interior productivo. Completa el trío Marcos Ferrer, de Río Tercero, con +18,2%, reafirmando el peso del radicalismo en la región centro y su capacidad de conservar imagen positiva pese al desgaste institucional.
Más allá del podio, el ranking deja ver contrastes profundos entre regiones. En Colón, David Strasorier (Salsipuedes) conserva un diferencial alto, aunque con una leve caída mensual, mientras que Adela Arning (Mendiolaza) registra el valor más bajo del departamento. En el Río Cuarto, el intendente de la capital alterna posiciones en el tramo bajo, lo que confirma que las grandes ciudades no necesariamente garantizan aprobación.
Quienes se sumaron al lote de arriba
La Región Sierras vuelve a mostrar la vigencia del turismo como motor político: Oscar Santarelli (Villa General Belgrano) se ubica entre los mejores del interior con +19,1%, sostenido en una gestión que combina desarrollo urbano y estabilidad institucional. En la Región Norte, Carlos Ciprián (Sinsacate) aparece como otro ejemplo de liderazgo silencioso, con un diferencial superior al 17%.
Un rasgo que atraviesa casi todos los casos es la desconexión entre poder provincial y valoración local. La gestión cotidiana, el vínculo vecinal y la resolución de problemas concretos pesan más que la afinidad partidaria. El estudio muestra que los intendentes con buena imagen se apoyan en políticas visibles —obras, alumbrado, servicios, seguridad— y en una narrativa de proximidad.
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Mientras tanto, las caídas más marcadas se concentran en los municipios con conflictos internos, reclamos por servicios o tensiones de coalición. El ejemplo más visible es el de Mendiolaza, donde el desgaste institucional arrastra la percepción de gestión.
La lectura política del ranking es clara: el capital político en Córdoba está descentralizado. La legitimidad no se concentra en el Panal ni en las cabeceras departamentales, sino que se distribuye en un mapa de microgestiones que sostienen el pulso provincial. En tiempos de desconfianza generalizada hacia la dirigencia, los intendentes aparecen como el último eslabón confiable del sistema.
Octubre, en definitiva, reafirma una tendencia: los mejores posicionados son los que no buscaron protagonismo electoral, pero construyeron poder de otra naturaleza, más silencioso, más territorial. En un clima donde la visibilidad no siempre paga, el prestigio se gana de la puerta del municipio hacia adentro.