La educación argentina atraviesa una crisis profunda que no se explica solamente por falta de inversión, sino por la incapacidad del sistema para transformar recursos en mejores aprendizajes. Así lo concluye el informe “La ineficiencia en la gestión educativa: ¿cuánto nos cuesta?”, elaborado por Edulab – IDESA, que analiza el impacto económico y social de los bajos niveles educativos y los problemas estructurales de gestión.
Se trata del primer Documento de Trabajo de la entidad, que busca instalar en el debate público un punto ciego del desarrollo argentino: la pérdida de capital humano. El informe combina datos de organismos internacionales y fuentes nacionales para dimensionar con precisión cuánto pierde el país por no priorizar la calidad educativa.
Argentina, con fuerte inversión y malos resultados
Según el estudio, en los últimos años Argentina destinó en promedio 5,3% del PBI a educación, un nivel comparable al de países de la OCDE y superior al de América Latina. Sin embargo, los resultados educativos no acompañan ese esfuerzo: las pruebas Aprender muestran estancamiento y retrocesos, mientras que PISA 2022 ubica al país por debajo de sus vecinos en Matemática, Lectura y Ciencias.
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En ese sentido, el informe destaca una paradoja estructural: casi 90% del gasto se destina a salarios, lo que reduce el margen para infraestructura, innovación pedagógica, formación docente o inversión tecnológica. A esa rigidez presupuestaria se suman fuertes desigualdades entre provincias, con diferencias de gasto por alumno que se multiplican por cuatro sin correlación con los resultados.
La pérdida económica
Uno de los aportes más contundentes del trabajo es la cuantificación del costo económico del bajo desempeño educativo. Según las estimaciones:
- El abandono escolar temprano implica pérdidas equivalentes al 8,5% del PBI per cápita.
- El bajo nivel de habilidades básicas eleva la pérdida total al 22,7% del PBI per cápita, lo que representa alrededor de US$ 200 mil millones por año.
Ese monto —subraya el informe— equivale a todo lo que produce la provincia de Buenos Aires en un año o cinco veces la ayuda financiera que Argentina negocia actualmente con Estados Unidos.
El documento de Edulab – IDESA detalla los múltiples frentes donde se observan los costos de la ineficiencia educativa:
Impacto privado: quienes tienen bajo nivel educativo acceden a empleos de salarios más bajos e inestables. Según estimaciones de UNESCO citadas en el informe, el abandono escolar implica pérdidas de US$ 1.200 por persona, mientras que terminar la escuela sin habilidades básicas representa pérdidas cercanas a US$ 2.700.
Impacto fiscal: para el Estado, la baja educación implica menos recaudación y más gasto en asistencia, salud y seguridad. Las pérdidas fiscales se estiman entre 1,7% y 8% del PBI per cápita, dependiendo del nivel de aprendizaje.
Impacto social: los costos sociales también son contundentes, como mayor probabilidad de embarazo adolescente, más riesgo de delitos y aumento de jóvenes que no estudian ni trabajan. Los déficits en habilidades socioemocionales explican más de un tercio del abandono escolar.
Gestión: el punto ciego de la política educativa
El informe concluye que el problema central no es presupuestario sino de gestión. La educación argentina carece de planificación, evaluación y eficiencia administrativa. Edulab – IDESA señala que los países que lograron mejoras —como Finlandia o Corea del Sur— no lo hicieron necesariamente gastando más, sino gestionando mejor los recursos.
En ese sentido, el estudio advierte que iniciativas como el programa nacional “Deuda por Educación”, que busca usar ahorros por renegociación de deuda para fortalecer la inversión educativa, solo tendrán impacto si se complementan con reformas de gestión que mejoren la eficiencia y la rendición de cuentas.