En más de una ocasión, la intervención del Estado en organismos relacionados con la industria del arte, fue controversial. En el caso del cine, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) representa una gran ayuda para los directores, pero la administración de sus fondos fue históricamente criticada.
En la última emisión de Periodismo para Todos (PPT), el programa conducido por Jorge Lanata, se denunciaron casos en los que el ente dedicado a la promoción del séptimo arte beneficiaría a determinados cineastas afines al Gobierno nacional con la entrega de créditos o subsidios millonarios.
Según PPT, el 40 por ciento de los estrenos nacionales durante 2012 fueron de películas argentinas. A la vez, el 9% de los espectadores de todas los filmes exhibidos optaron por el cine argentino. De esas 130 películas, más de 50 tuvieron menos de 1000 espectadores y más de 20 tuvieron menos de 200 espectadores.
En diálogo con Perfil.com, el reconocido cineasta Enrique Piñeyro explicó que él no pide créditos en el INCAA pero conoce "desmadres de todos los colores". "Con el advenimiento de las nuevas tecnologías se podrían facilitar las herramientas, en vez de estar revoleando las cámaras, las luces para un lado y para el otro", comentó. Y agregó: "Esto es lo mismo que subsidiar la luz en San Isidro. Le terminás dando la luz a todo el mundo". "Y así se dio plata a películas como Chiquititas, y hasta a Bandana. No tengo nada en contra, pero son productos comerciales generados por canales privados. A los canales se les podría pedir cinco minutos en primetime para promocionar trailers de películas argentinas, en un plano de igualdad", ejemplificó.
Sobre la burocracia a la hora de gestionar un proyecto cinematográfico, el director de El Rati Horror Show dijo: "Hay comités internos que deciden sobre las distintas etapas que debe cumplir una película desde que entra hasta que sale del INCAA. Para que califiquen la película según el tipo de interés, estuve seis meses esperando. Si te dicen que no, te queda trabada la película casi por cadetes del INCAA, que deciden esto".
"En donde también te pueden complicar bastante el trámite es en la calificación del tipo de público, si es apto para todo público o si es prohibida para determinada edad. Si te sacan una franja de edad, hay toda una franja que te perdés", concluyó.
Lejos de las críticas, gran parte de los directores de cine independiente o de genéro del país logran realizar su primera película con los aportes del INCAA. Éste es el caso de Emiliano Romero, egresado de la Universidad del Cine de Buenos Aires, quien se muestra agradecido por la ayuda gubernamental brindada para la realización de "Los topos", aunque también aboga por cambios en el ente.
"Yo no puedo hablar más que a favor del INCAA", remarcó Romero. "En líneas generales, el INCAA es positivo. Tras ganar el premio a mejor película extranjera en el New York City International Film Festival, dimos una conferencia de prensa y los periodistas locales no podían creer que existiera un organismo que daba plata a quien quisiera hacer una película". "Explicamos qué era el INCAA, la gente se quedó muda", recordó a Perfil.com. "Es algo soñado en otros países", exclamó Romero.
Sin embargo admitió que "en cualquier lugar donde se mueve tanta plata, siempre hay algún tipo de problema". "El ruido está en lo que podemos llamar la 'clase alta cinematográfica' que con sus contactos logran que se les aprueben sus proyectos sin necesidad de créditos, mientras que los demás, tenemos que remar con trámites larguísimos. Desde que entró hasta que salió del INCAA, 'Los topos' estuvo tres años en trámites", señaló Romero, quien además es el creador y promotor de un circuito especial llamado "No sólo en cines" (con ticket INCAA).
"Yo quiero hacer mis películas pagando sueldos, pero a veces cuesta años de apelaciones de los trámites no aprobados", criticó. "Yo pude hacer mi película gracias al INCAA, pero debería mejorar. Tendría que apoyar de igual manera a todos, sean del partido que sean, de la clase social que sean", sugirió. "Desde la gestión de Onaindia a esta parte, mejoraron mucho igualmente los trámites, pero falta acelerar los pasos", insistió.
José Miguel Onaindia es conocido por ser un prestigioso constitucionalista argentino. A la vez, sus conocimientos en las industrias culturales lo llevó a ejercer cargos en esta área. Además de haber sido director del Centro Cultural Rojas y de haber asesorado a la Comisión de Cultura de Diputados, fue entre 2000 y 2001 el director del INCAA. Desde Montevideo, explicó a Perfil.com que si bien hay "patrones de calidad", el arte es tan subjetivo que se trata de una inversión de "altísimo riesgo".
"Con los avances técnicos, cualquiera podría hacer una película con una cámara hogareña. A la par, hay mayor cantidad de personas que hacen cine debido a la proliferación de universidades con este campo. Y parte de estas películas son las subvencionadas", explicó. "Pero el problema tal vez sea el cuerpo legislativo. La Ley del Cine es preinformática", justificó. "La ley está está basada en una matriz de un decreto de 1957, y el texto base de la ley es de 1968. Hubo modificaciones a mediados de los '90 pero fueron previas al impacto informático. La ley está hecha para una sociedad de hábitos con un consumo cultural del siglo pasado. Es como regular la música antes de la existencia del disco", reseñó.
Onaindia afirmó además, tras los recientes tweets de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que hay un relativo buen apoyo a la producción pero no así en la promoción, respecto de la eterna discusión de por qué el público argentino elige el cine extranjero antes que el local. "Podríamos mirarlo desde el punto de vista de oferta y demanda. Se apoya con créditos o subsidios la producción y por eso hay tantas películas por año argentinas. Pero no se pensó de una manera estratégica cómo funciona la demanda de este tipo de cine", evaluó. "Debería haber promoción y apoyo a las salas, subsidiar la demanda, en Francia funciona perfecto", estimó el exfuncionario.
"Hay que promover una mayor cantidad de espectadores, el cine argentino compite desde salas que no son competitivas respecto de las grandes cadenas. Tenemos un ejemplo con el cierre del complejo Tita Merello. No hay una acción clara para proteger y sostener las salas, salvo excepciones como el Gaumont. El éxito no es el número de películas sino que la gente vaya a verlas. Me parece que hay una vocación rápida por mostrar números que por analizar de con una visión estratégica el problema", concluyó.