Dicen que la verdadera patria del hombre es la infancia. Quizás eso explique los ataques de nostalgia por los dueños de la emblemática camiseta 10 que el fútbol argentino disfrutaba en el pasado y que hoy se ven desplazados por orden de la táctica. Esa raza de la cual se ven menos exponentes aquí, y que renuncia a un viaje de libertad y fantasía por cumplir imposiciones del sistema de juego, parece haber encontrado en la Major League Soccer (MLS) de Estados Unidos un exilio perfecto, donde se ha convertido en una figura estelar.
Desde siempre, el soccer ha tenido un espejo en el fútbol inglés, pero a la par de la dinámica del kick and run (patear y correr), cada vez son más los técnicos que se rinden al talento de un conductor clásico, provocando un fenómeno inédito: la mitad de los equipos de la MLS tiene un 10 argentino.
De Gomito a Higuain. Christian “Gomito” Gómez y Guillermo Barros Schelotto fueron los primeros en dejar una huella indeleble en la liga estadounidense. Ambos se consagraron como MVP (Jugador Más Valioso) y ganaron el torneo con D.C. United y Columbus Crew, respectivamente. Pero ésta es la temporada con más argentinos en la historia de MLS, con 19 desparramados en once franquicias; hubo un factor clave para que llegaran en cadena: las últimas tres “contrataciones del año” fueron Mauro Rosales, Federico Higuain y Diego Valeri (usados como enganche).
“Ellos mueren por el ‘playmaker’ del fútbol americano. Imagino que ese gusto por el que organiza y asiste lo trasladan al fútbol y buscan al jugador que haga algo distinto”, es la lectura que hace Higuain, desde 2012 en el equipo donde Barros Schelotto es considerado una eminencia. A sus 29 años, es capitán y referente absoluto del Crew, aun sin tener un manejo infalible del idioma. “Los chicos muchas veces se ríen de mi modo de hablar. Con las pulsaciones muy altas, es difícil pensar y hablar en inglés. En la cancha me sale más fácil el ‘espanenglish’ (sic)”, explica.
La energía en jugar. Lo de Valeri y Portland fue amor a primera vista. En su debut, el ex Lanús presentó su magia con un golazo y encaminó a los suyos por primera vez a la Liga de Campeones de la Concacaf. Su impacto fue tal que los Timbers se argentinizaron con Maxi Urruti, Gata Fernández y Norberto Paparatto.
“Acá no existe el miedo a perder, se disfruta más del juego y del show. Para el jugador es extraordinario porque sólo tiene en la mente cosas constructivas que lo hacen rendir mejor. En Argentina se desprecia mucha energía en el temor de lo que pueda ocurrir si no ganás”, manifiesta Valeri, segundo mejor asistidor del torneo, sólo detrás del máximo ícono yanqui, Landon Donovan, a quien asistió en el gol del reciente triunfo del combinado de Estrellas de MLS ante Bayern Munich por 2-1.
El veterano. “Los enganches hemos añadido al juego sacrificio y dinámica; no existe más el tipo parado esperando la pelota”, sentencia Javier Morales, el argentino de más recorrido en MLS. “No hay enganches en Argentina porque les cuesta destacarse con equipos tácticamente muy fuertes. Allá la gente tiene poca paciencia y si errás un pase ya te putean; quizás se reconoce más al que se tira al piso que al que intenta un caño”, opina.
Muy recordado en Arsenal de Sarandí por el gol del ascenso a Primera en 2002, el volante símbolo de Real Salt Lake –lleva siete años allí y ganó la liga en 2009– traza diferencias: “Acá se arriesga más y existen espacios para sacarles provecho. Se trabaja la táctica, pero al extremo de Argentina, donde los partidos parecen partidas de ajedrez muy cerradas”.
La influencia argentina en la MLS está en alza (cinco de los últimos seis campeones tenían al menos un futbolista nacional). Allí mismo, la figura del 10 parece haber encontrado un refugio para subsistir.