DEPORTES
Semilla de campeonas

Hazaña: las chicas del club Sastre conquistaron invictas la Copa Argentina de clubes de vóley Sub-14

Sastre es el típico pueblo de la pampa húmeda que los inmigrantes europeos transformaron en pampa gringa, la más productiva, tan agrícola como ganadera. Pero ahora brilla también por su vóley.

Las chicas del C.A. Sastre conquistaron invictas la Copa Argentina de clubes de vóley Sub-14 20231122
Las chicas del C.A. Sastre conquistaron invictas la Copa Argentina de clubes de vóley Sub-14. | CEDOC

Ningún río bravo lo cruza para darle nombre y ninguna cumbre nevada demora el alba. No es una aldea de postal; las fotos de sus calles no viralizan en Instagram ni la pérgola de su plaza está en la ‘lista de imperdibles nacionales’. Sastre es otra cosa. Es el típico pueblo de la pampa húmeda que los inmigrantes europeos transformaron en pampa gringa, la más productiva, tan agrícola como ganadera. De llanura sudada y horizonte infinito. Un trigal aquí, un tambo más allá y la soja que crece y se pinta de verde. Y aunque por sus inmediaciones pasaba la colonial ruta al Alto Perú, el turismo internacional, ávido de quebradas de siete colores, rompientes glaciares o vírgenes milagreras, desconoce su existencia: no lo amplía ni lo sacude. Solo paisanos de la región que adoran festejar y disfrazarse saben de Sastre porque en los idos años sesenta sus carnavales –impulsados por el inolvidable ‘Toto’ Estrada– ganaron relevancia con sus carrozas alegóricas casi de espectacularidad carioca.

Su belleza es otra, “se la encuentra viviéndola”, como Jean-Paul Sartre decía de Simone de Beauvoir. El gran atractivo reside en su perenne paz, de almas que se conocen hasta el perdón y de cuerpos que la alcanzan a la hora de la inexorable siesta. Allí no hay grieta, hay política de buena vecindad aunque cada cuatro años unos voten distinto de otros o la mayoría sea hincha de Boca. ¿O River? No importa, eso no divide porque allí todos son del Club Atlético Sastre (3.495 de sus 5.717 habitantes son socios). El mismo club que acaba de inscribirse en el mapa de las pequeñas heroicidades: sus chicas del sub-14 de vóley, con apenas un par de suplentes porque no contrata foráneos, conquistaron la Copa Argentina Feva de la categoría.¡Invictas! Vencieron a porteños y rosarinos en semifinal y final respectivamente y antes a cuanto rival el fixture (de 30 equipos participantes) les puso en el camino. Sí, ganaron todos los partidos. De algún modo revivieron la épica de David y Goliat, deportivamente increíble, una hazaña.

Terminada la final en el tinglado de la marítima Chapadmalal, inusualmente entrevistadas, todas las campeonas hablaron del “trabajo en equipo”. Ninguna de ellas se atribuyó nada individualmente. Sin advertirlo y ya sin red en mitad de cancha, hablaron de la esencia de su pueblo, que funciona como’ un equipo de familias de clase media’, virtud que lo distinguió siempre, desde su fundación en 1886.Allí el más pobre no es tan pobre ni el más rico es tan rico y nadie se siente peor ni se cree mejor, por ello reina la buena convivencia desde hace seis generaciones. No hay barrios cerrados ni villas miseria. Estas niñas (de algún modo todavía lo son, a sus 14 años están despertando a todo, incluso de su más audaz sueño, como lo era convertirse en las mejores del país) demostraron que todo es posible si hay unión. No interesa desde donde se surge, importa adónde se llega y cómo se llega. Una juvenil lección que no tiene que ver con marketing, ni con prebendas políticas, millones de dólares o fama mediática, apenas con amistad, vínculo, amor, trabajo colectivo, esfuerzo, fe y perseverancia, todo lo que la sociedad moderna está perdiendo y el deporte profesional ya extravió.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Las chicas del C.A. Sastre conquistaron invictas la Copa Argentina de clubes de vóley Sub-14 20231122

Lo mejor de todo esto es que ninguna de las campeonas mañana será distinta por este título. La rubia Julia Combina seguirá siendo la “limpia pisos” como la bautizó un comentarista a la chiquita y aguerrida número uno, la que recibe todas las pelotas, cae al suelo y se levanta como si tuviese un mágico resorte. Como también lo seguirá siendo la eficiente morocha Rocío Sosa, sí, la hija del popular José, responsable del mantenimiento del club y quien arma y desarma con pasión de jugadora las canchas cuando les toca ser locales. Con su esposa acompañan como estampillas a la alta número tres, central del equipo, rápida para el remate y también buena sacadora, lo mismo que la otra central, Gianela Bravo, impecable bloqueadora, zurda, que lleva el seis impreso en su camiseta.

La medalla en el pecho no les cambia la índole a estas chicas. Lo demuestra la número ocho, Esmeralda Southam (un calco de la súper modelo internacional Giselle Bundchen) que juega de punta y es una pegadora excelente; ‘Esme’, además de llamar la atención de los relatores por la fuerza de su saque es la mejor jugadora de polo de la región, gen polista heredado de Hernán, el padre, al igual que su hermano menor, Willy, otro multideportista, capitán del equipo de fútbol de su categoría. Ellos practican deporte con la alegría que les contagia Valeria, su madre, abogada y escribana que sigue y apoya al equipo desde el pre- infantil: esta camada comenzó a jugar cuando tenían seis años y ese dato revela parte del secreto del éxito. O Aylen Celis, la nueve, que a veces juega de punta u ocupa el puesto que haya que cubrir –siempre eficazmente– quien también nació en una familia de deportistas: sus hermanos se destacan en los planteles de fútbol del C.A.S. Es evidente que hay algo distinto en todas ellas.

Las chicas del C.A. Sastre conquistaron invictas la Copa Argentina de clubes de vóley Sub-14 20231122

Cuando en septiembre ganaron la copa de la provincia de Santa Fe, que ya era una proeza derrotar a Villa Dora, zonalmente el club hegemónico de los últimos tiempos, que invierte mucho y contrata jugadoras de todos lados, (algo que –se insiste– Sastre no hace, todas sus jugadoras son del pueblo), ninguna campeona cambió su actitud.Ni siquiera Sofía Baldo, electa la MVP del torneo nacional –y de todos los que juega–, que luce el siete en su casaca, es punta y tiene un poderoso remate. La prensa que transmitió la Copa Argentina, donde participaron los clubes campeones de todas las provincias, la adoptó como propia por su calidad y por ser la menor de todas: apenas 13 años y un futuro notable (su mamá Claudia, psicóloga, es tan importante como ella en el grupo, porque es quien motivacionalmente levanta al equipo cuando amaga caerse: además es la responsable de las transmisiones caseras de cada torneo). Tampoco cambió ni cambiará la rubia y corajuda capitana, la irrompible diez Alfonsina Calcaterra, armadora y estratega, pieza clave porque llega a todas las ‘segundas pelotas’ y porque es la voz del equipo ante las injusticias de los árbitros. Le sobra personalidad y es otra que puede llegar lejos.

No importa que la felicidad deportiva se mida en relojes de arena, que dure nada porque enseguida hay que volver a jugar y demostrar y revalidar, ni tampoco interesa ser suplente como lo son Fiorella Puriccelli, Julia Díaz, Camila Vicentin y Oriana Redigonda para integrarse al equipo en cualquier momento con la mejor predisposición y aportar cada uno lo suyo.Así son los equipos campeones. Julia tiene un plus, Mariano, su padre, es quien lleva los redoblantes y provoca el estruendo de los bombos en cada partido, un aliento tan vital como el aporte de su hija en cancha. También tiene plus Camila, porque su mamá, Danisa, es la reina de la organización interna, ella es quien, por ejemplo, hace las etiquetas de las ropas con los nombres para que en los ‘certámenes relámpago’ donde más de un equipo ocupa un vestuario no se pierda nada y las chicas solo tengan que pensar en la táctica del juego. Pensar en algo mejor es muy difícil.

Las chicas del C.A. Sastre conquistaron invictas la Copa Argentina de clubes de vóley Sub-14 20231122

En realidad, todas las familias aportan ‘algo más’, porque ‘estar ahí’ y ‘estar juntos’ es parte de la idiosincrasia de Sastre. Casi todos estos pequeños pueblos son una especie de ideograma, encierran un concepto cultural propio a entender cuando no a descifrar. Allí todavía se parte de la confianza, de la honestidad, del amigo que ‘da una mano’, no se miente porque “la mentira tiene patas cortas”, como todos se conocen todo enseguida se sabe. Así fue siempre. Como siempre se supo y se sabe quién es ‘El Lele’, ‘La Beba’. ‘El Pitín’, ‘La Noris’, ‘El Pupi’, ‘La Piru’, ‘El Mudo’, ‘La Negrita’ o ‘El Kito’ sin necesidad de usar los apellidos pero todos con el resalte previo de su debido artículo. O por los muy creativos bautismos, tipo ‘Ojo de Perdiz’ o ‘Luz Baja’, o también aquellos que arrastran el añadido profesional, como la ‘Profe Betty’ y en casos se los distingue por pareja indisoluble, tipo ‘Nino y Rita’: al citarlos ya todos saben que son el médico y su esposa, la nutricionista del pueblo. Geniales. Como lo son y fueron todos los que aportaron pesito a pesito todo el año para que el equipo pudiese trasladarse durante la extenuante competencia y después (orgullosos como cualquier familiar porque de algún modo todos lo son) se sumaron a la caravana de autos que acompañó la llegada tras la gloria alcanzada en el ‘Templo del vóley’ de Chapadmalal. Esa dimensión humana es la que, tal vez, marcó la diferencia de Sastre ante poderosos clubes de grandes ciudades pero sin esa substancia terrenal que da la proximidad. Estas chicas son todo eso, son más que un equipo de vóley.

En Sastre, sin Sena ni Arno, no hay un puente para enlazar candados de enamorados como ocurre en el Pont das Arts parisino o el Ponte Milvio de Roma, pero no hace falta y, si lo hubiere, ahora tampoco alcanzaría para precintar todo el amor que generaron estas lindas ‘larguiruchas’, algunas estudiantes del Instituto Comercial Juan Bautista Alberdi y otras alumnas del ‘colegio de las monjas’, el San Francisco de Asís. Lo generaron con su campaña que ya lleva algunos años y lo coronaron ahora, con la victoria más resonante que nadie haya conseguido en la comarca. Y eso es muy meritorio porque en esa planicie se patea en primer lugar, casi todo es fútbol, después se raquetea en polvo de ladrillo y se juega a las bochas al jubilarse, un poco de paddle, natación y tiro al platillo, panorama deportivo regado a básquet en temporada estival.

Solo el golf y el hándbol se practican menos que el vóley –antiguo ‘minonette’– que ahora, seguramente, crecerá aupado por las mieles de la conquista y por la capacidad del equipo técnico responsable. Ese que comanda Daniela Díaz (cuya pareja dirige equipos de básquet del pueblo), quien transmite la experiencia de haber representado a la Argentina en un Mundial juvenil y eso no es poca cosa; asistida ahora por Luz Aiassa, que aporta lo suyo como ex jugadora de River Plate, uno de los grandes del vóley porteño que también quedó atrás en esta Copa Argentina: tanto Daniela como Luz nacieron en el pueblo y se formaron en el Club Atlético Sastre. Sí, todo queda en familia en ‘la gran familia’ sastrense y por eso su sabor es como una raviolada dominguera, propio del ‘fatto in casa’.

Las chicas del C.A. Sastre conquistaron invictas la Copa Argentina de clubes de vóley Sub-14 20231122

Finalmente y solo para que la inserción en el mapa sea correcta, ahora que hay un ilustre motivo deportivo, cabe decir que oficialmente el pueblo se llama Sastre y Ortiz. El primer apellido homenajea al educador Marcos Sastre (nunca estuvo en la zona) y el segundo destaca a dos hermanos, quienes junto a un tal Bernardo de Iturraspe lotearon tierras del ex gobernador provincial José María Cullen. Lo fundaron para que allí, alguna vez, antes de la hecatombe ferroviaria nacional, se cruzaran las vías del Mitre y del Belgrano, proyectando un futuro tan alentador como el que prometen las chicas del sub-14 de vóley...Marcos Sastre y Jorge y Emilio Ortiz, hoy estarían orgullosos de esta generación de púberes que lejos de los vicios que ocupan los noticieros, pasean nacionalmente su virtud humana y deportiva mientras levantan trofeos que ayudan a recordarlos, tanto o más que el magnífico libro del Dr. Doval Fermi que cuenta detalladamente la historia de la población.

Ah, casi olvido decir que ese pueblo de ‘tanos laburantes’ es mi amarcord (sin las ironías fellinianas) porque allí nací. Por eso sé muy bien que Sastre, o Sastre y Ortiz, ciudad capital del santafesino departamento San Martín, sin exageración alguna es ese pequeño paraíso anónimo que describí. Resembrado ahora por sus hijas voleibolistas con la semilla que faltaba entre tanta cerealera: semilla de campeonas.

Edgardo Martolio es periodista (Medalla de Oro de la Société Académique d’Education et d’Encouragement ‘Arts, Sciences e Lettres’ de París, Francia)