Maradona hace lo que ya todos sabemos casi de memoria: salta junto a Shilton, pone la mano sobre su cabeza para tocar la pelota y sale gritando el primer gol contra los ingleses en el estadio Azteca. Corre hacia la línea lateral mientras el árbitro tunecino Ali Bennaceur mira al juez de línea y el juez de línea mira a Ali Bennaceur. Los dos se miran porque saben que están por meter la pata. Pero aceptan que ya no se puede volver atrás. Que la historia los juzgará.
Pero en la imaginación todavía hay tiempo.
Desde arriba, en la cabina en la que cuatro asistentes ven el partido a través de pantallas, al tunecino le avisan que hubo mano. El gol se anula, la historia se cambia. Ya no hay mano de Dios ni trampa sagrada: sólo hay mano, gol anulado y tiro libre indirecto para Inglaterra.
El sistema VAR invita a las ucronías: ¿qué hubiese pasado con el gol fantasma de Hurst en la final entre Inglaterra y Alemania en 1966? ¿Rosario Central hubiera salido campeón de la Copa Argentina contra Boca? ¿Maradona nos hubiese dejado esa deliciosa secuencia en la que le pregunta a Castrilli si está muerto, luego de un escandaloso Vélez-Boca?
Lo cierto es que la tecnología aplicada al fútbol que se estrenará en Argentina en la próxima semifinal de la Libertadores entre River y Lanús marcará un cambio de época. Porque además de traer más justicia, viene también a cambiar ciertos hábitos establecidos desde el origen del juego. Por ejemplo, el hecho de gritar los goles. Con el VAR, cada gol podrá gritarse y tacharse, o gritarse dos veces: cuando se produce, y cuando se homologue luego de la revisión de la jugada en pantallas. Con el VAR, algunos de los goles o jugadas más recordadas de la historia del fútbol nunca hubiesen existido.
La venganza. Alemania le ganaba a Inglaterra 2 a 1 por los octavos de final del Mundial de Sudáfrica 2010, cuando Frank Lampard se la tiró por encima al arquero Neuer. La pelota picó claramente adentro, Fabio Capello había empezado a festejar, pero el árbitro uruguayo Jorge Larrionda y el línea Mauricio Espinoza siguieron como si nada. En aquellos días se habló de la venganza por lo que había pasado en la final de 1966, pero al revés.
Canal de Panamá. Fue hace pocos días: Panamá le ganó a Costa Rica 2-1 y con ese triunfo clasificó por primera vez en su historia a un Mundial y dejó fuera de Rusia 2018 a Estados Unidos. Pero su primer gol fue un gol inexistente: la pelota nunca entró al arco. Sin embargo, el árbitro, tapado por el enjambre de piernas y cuerpos, lo cobró. Algunos medios publicaron que el partido podía jugarse de vuelta, pero todo quedó ahí, en un título en potencial y una queja liviana.
La mano de Henry. En Irlanda no la pueden olvidar. La consideran un estigma. Por cómo y por cuándo sucedió. En el minuto 103, plena prórroga del repechaje clasificatorio al Mundial 2010 entre Francia e Irlanda, Thierry Henry controló el balón con el antebrazo y le dio el pase a William Gallas para marcar el gol que llevó a los “bleus” a Sudáfrica. Hubo indignación, pedidos para que se jugara otra vez el encuentro y hasta que se le otorgara la clasificación a Irlanda. Pero Josep Blatter, en ese entonces presidente de la FIFA, lo arregló a su manera: le pagó a la Federación irlandesa cinco millones de euros a modo de compensación, y para evitar que continuara con un amparo en los tribunales del deporte.
La mala noche de Ceballos. En el ámbito local, fue el último gran escándalo: una final en la que incidió de manera directa el árbitro: primero por cobrar un penal cuando la infracción había sido un metro afuera del área, y después por convalidar un gol en la que el delantero de Boca estaba adelantado. “No me puedo explicar cómo fallé”, dijo más tarde Ceballos, que estuvo fuera del circuito durante varios meses.
“¿Usted está muerto?”. Es una de las perlas inolvidables que cada tanto se reviven en Youtube. Quedó como el domingo en el que Vélez vapuleó 5-1 a Boca en Liniers con dos goles de Chilavert, pero sobre todo como el domingo en que Castrilli expulsó a Maradona y Maradona fue a pedirle explicaciones en medio de una batahola en la tribuna visitante. Diego lo increpó, le dijo que le contestara algo, pero el árbitro se quedó mudo. Y aunque casi nadie lo recuerda, ese partido tuvo su primera polémica en una jugada que de ahora en más el VAR podrá resolver: un cabezazo de Pandolfi que Navarro Montoya había sacado en la línea. El asistente, sin embargo, salió corriendo al mediocampo.
Como funciona
Se llama VAR por su sigla en inglés (Video Assistant Referee) y se aplicará en cuatro situaciones específicas: en goles (para determinar si la pelota entró o no, o en un fuera de juego dudoso), penales, tarjetas rojas y cuando se produzca una confusión de identidad y el árbitro no esté seguro qué jugador hizo la falta.
El funcionamiento es simple: al árbitro principal y sus asistentes lo secundarán tres referís que estarán en una cabina de video viendo el partido por pantallas. Cuando uno de los dos –el árbitro de campo o el encargado del VAR– interprete que hay una acción que deba ser revisada, se comunica con el otro. En ese momento, los asistentes de vídeo reproducen la acción por televisión una y otra vez e informan al árbitro principal lo que han visto a través de los auriculares. Allí, el juez podrá tomar dos caminos: dar por buena la opinión de sus asistentes o parar el partido para revisar él mismo la acción en un televisor colocado a un costado de la cancha. En teoría, todo este proceso no debe tardar más de dos minutos. El martes, en el River-Lanús, los siete encargados serán Wilton Sampaio (árbitro, Brasil), Bruno Boschilia (asistente 1, Brasil), Kleber Lucio Gil (asistente 2, Brasil), Anderson Daronco (cuarto árbitro, Brasil), Sandro Ricci (VAR, Brasil), Roddy Zambrano (AVAR, Ecuador) y Christian Lescano (VAR 2, Ecuador).