Desde Viña del Mar
Dejó de ser gracioso y pasó a ser un peligro. En cada partido que Argentina juega en la Copa América la tensión crece. El famoso cantito “Brasil decime qué se siente”, que resultó simpático en el Mundial pasado, tiene en este lado de la Cordillera una secuela que nada tiene que ver con un cantito de cancha. Una canción que mezcla temas políticos y un dejo de odio que hace que la seguridad del comité organizador ya esté programando un operativo muy importante para una probable final entre Chile y Argentina.
Desde el comienzo del torneo, Argentina es el principal rival del local para ganar la Copa América que todavía nunca levantó. Y el clásico de países separados por la cordillera se vivió desde el mismo instante en que Messi y compañía saltaron a la cancha en el estadio La Portada de La Serena. Los cánticos se intercalaban entre “el que no salta es un traidor” de la hinchada argentina con el “Chi, chi, chi, le, le, le” famoso. Esa noche de debut los carabineros detuvieron y deportaron a dos barrabravas de Argentinos Juniors que tenían derecho de admisión. Cero espacio para los violentos en Chile.
En el partido entre Argentina y Uruguay, los hinchas de estos históricos rivales del clásico rioplatense se unieron para responder a la mala onda local. Durante el partido se aliaron para silenciar al público chileno con un duro “el que no salta no fue campeón”. A pesar de los cantitos entre tribunas, el clima familiar que acompaña a la Selección hace que las chicanas no sean más que verbales. Sin embargo, el viernes en Viña del Mar ya empezaron a aparecer hinchas dispuestos a un poco más que alentar. Por eso la alarma ya pasó a ser roja, debido a las grescas que hubo durante el partido entre argentinos y colombianos.
“Todo está bien. Por ahora”. Uno de los altos mandos de la organización confesó a Perfil que confía en que los carabineros y los miembros de las empresas de seguridad privada que hay en cada acceso a las sedes fueron suficientes. Sin embargo, desde cuartos de final aumentaron los operativos debido a la intensidad de los choques. Para la semifinal Chile-Perú de mañana se espera un gran caudal de carabineros, y también para la que disputará Argentina en Concepción el martes. El Plan Estadio Seguro acabó con muchos de los problemas de violencia que aquejaban al fútbol trasandino, y tras cada partido se hace un minucioso estudio de los ajustes a tener en cuenta durante el próximo.
Esto no es Brasil. La relación entre chilenos y argentinos en la Copa América está lejos de ser buena. El “decime qué se siente” no se escuchó en ninguno de los partidos que jugó la Selección. La versión para Chile del hit argentino es mucho más ofensiva y menos simpática que la que inundó las calles de Brasil durante el Mundial. En las playas de Copacabana, argentinos y chilenos tuvieron grescas que terminaron con detenidos. Y esa pica se trasladó a los estadios de la Copa América. Luego del triunfo del jueves ante Colombia que metió a Argentina en la semifinal, se escuchó en los pasillos del Sausalito: “Todos soñamos con un Argentina-Chile en la final, pero nos preocupa la seguridad. Que los hinchas estén mezclados en las tribunas, con lo que se juegan las dos selecciones, haría del partido un verdadero problema organizativo”.
Argentina está que explota. Desde el cuerpo técnico no paran de decir que “la Copa América está armada para que la gane Chile”. En Viña del Mar hubo una acalorada discusión entre integrantes de la delegación y miembros de la organización. “¿Qué quieren hacer? Lo único que falta es que agarren la Copa y le pongan el nombre de Chile”, se escuchó en el borde de la cancha mientras se definía el organigrama de Argentina en Concepción. El malestar de la AFA se debe a que entienden que todo está organizado para que los locales se queden con la copa. De todos modos, hay optimismo: “Estamos solos, pero vamos a llegar lejos”.