El Chinchillón anaranjado (Lagidium wolffsohni) es un roedor de distribución muy restringida, que ocupa el sector más occidental de la provincia de Santa Cruz y el oriental de las regiones de Aysén y Magallanes, en Chile. Generalmente vive en ambientes rocosos cordilleranos y acantilados o roquedales de cañadones esteparios, alimentándose de las pequeñas plantas que crecen cerca de sus refugios.
Antes de mi llegada al Parque Patagonia no sabía de la existencia de esta especie y cuando Leandro, mi compañero de trabajo que ya llevaba unos meses en la región, me comentó acerca de la “ardilla” del roquedal, no podía imaginar a qué animal se estaba refiriendo. A los pocos días de instalarme en la región, visitamos el imponente Cañadón Pinturas y luego de recorrer varias grietas logramos avistar una familia de esta especie tomando sol. Su espeso pelaje anaranjado se confundía con las rocas del paredón. Siempre vigilantes, ante cualquier indicio de peligro y tras una corta vocalización, daban pequeños saltos para desaparecer en alguna grieta.
Preservar, restaurar, mantener, revitalizar
Dentro de los objetivos que nos planteamos en la Fundación Rewilding Argentina, se incluyen conocer más sobre la ecología y hábitos de la especie, y revertir las extinciones locales, traslocando individuos a los roquedales donde ha desaparecido por acciones antrópicas. Efectivamente, la caza ha hecho desaparecer al chinchillón de varios de los paredones que habitó en el pasado.
Teniendo esto en mente, comenzamos a colocar cámaras trampa en cada grieta o roquedal que encontrábamos. Recorrimos cada rincón del Cañadón Pinturas, de la meseta Sumich, del cerro Chato, examinando la mayoría de los roquedales que se encuentran dentro de las propiedades de la Fundación. Debíamos aprender todo lo que pudiéramos de esta especie virtualmente desconocida: preferencias del terreno, estructura familiar, horarios de actividad, área de distribución, amenazas, entre muchas otras cosas. Durante más de un año monitoreamos varias familias a través de cámaras trampas y observaciones directas.
En junio de 2019 iniciamos la segunda etapa del proyecto: capturar diez individuos y equiparlos con un collar VHF. Nunca antes se había capturado un chinchillón anaranjado y menos aún se había utilizado telemetría para estudiar la especie, por lo que se trataba de un desafío importante. El primer paso consistió en que entraran a las trampas “Tomahawk” (unas especies de jaulas) con las que los capturaríamos sin lastimarlos. Colocamos varias trampas inactivas en las zonas que era más habitual verlos. Tras varias semanas sin tener éxito, comenzamos a agregar cebo para animarlos a entrar. Probamos con todas las frutas conocidas, pero nada parecía atraer la atención de la “ardilla” patagónica. Luego de meses de fracaso tras fracaso y a punto de darnos por vencidos, encontramos su debilidad: alimento balanceado para conejos. Nuestra suerte había cambiado y comenzamos a capturar los primeros individuos.
Qaramta y Tania, la historia de "amor" de los yaguaretés de El Impenetrable
El 5 de julio de ese año, un equipo conformado por veterinarios, técnicos de campo y biólogos logró capturar el primer individuo, una hembra de 2,5 kilogramos de peso, bautizada Yoana. Sostener el pequeño animal entre las manos fue una experiencia gratificante. Sabíamos que estábamos dando inicio al largo camino para recuperar las poblaciones del chinchillón anaranjado en Patagonia, y aportando información valiosa para el manejo del resto de las especies que integran la familia Chinchillidae.
Ya pasó más de un año desde la primera captura. Colocamos diez collares a diferentes individuos que integran seis familias residentes del Cañadón Pinturas. La información obtenida es invaluable.
Poco a poco vamos exponiendo los secretos de la especie y hoy estamos preparados para la última etapa del proyecto: realizar las primeras translocaciones hacia los paredones de los que nunca debieron desaparecer.
*Emanuel Galetto es coordinador de Rewilding Proyecto Patagonia. Fundación Rewilding Argentina.