El Gobierno aspira a bajar la pobreza en diez puntos en el plazo de un año. Así, podría pasar del 32% que anunció el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) el miércoles a 22 puntos en doce meses.
Pero cuando se tienen en cuenta las necesidades básicas insatisfechas, la pobreza es aún mayor: el 35% del total de la población y ya no los 31 aglomerados urbanos que mide el Indec. “Estimamos que hay entre 12 y 14 millones de personas en áreas vulnerables y marginales, donde falta agua, cloacas, vivienda o espacio público”, explicó Marina Klemensiewicz, subsecretaria de Hábitat del Ministerio de Interior.
En una medición según el nivel de ingresos, como la que se presentó esta semana, la inflación juega un rol preponderante. Las fichas están puestas en que se siga desacelerando la suba de precios que, según la estimación oficial, no debería pasar del 17% el año próximo. “Con las paritarias y los aumentos a jubilados va a haber una recomposición de ingresos y esto va a hacer que baje el nivel de pobreza”, explicaron desde Interior, donde Rogelio Frigerio es uno de los principales promotores de la teoría que también detalló el titular del Banco Nación, Carlos Melconian.
Pero la definición por ingresos no implica una mejora en las condiciones de vida. En la presentación del nuevo índice de pobreza e indigencia el titular del Indec, Jorge Todesca, anticipó que se trabaja en una medición multidisciplinaria que retome el análisis de las necesidades básicas insatisfechas.
En el mientras tanto, el Gobierno amplió el presupuesto 2017 para asistencia social en un 37%, lo que incluye los fondos para los subsidios del Ministerio de Desarrollo Social. Y la ministra Carolina Stanley no descartó un bono de fin de año para los sectores más vulnerables.
Método Macri. El plan de ‘pobreza cero’ del Gobierno descansa en parte en la llegada de inversiones que, sin embargo, encuentran un límite en el mercado laboral. La apuesta por la innovación se encuentra con la falta de programadores, por ejemplo, y una alta rotación en sectores de alta demanda como el de tecnología e innovación que pretende catapultar el Gobierno. El ministro de Educación, Esteban Bullrich, reconoció ayer que hay una necesidad de “preparar a los jóvenes para la incertidumbre del futuro” porque “siete de cada diez empleos de las próximas décadas aún no se conocen”.
En el corto plazo, el Gobierno aspira a que la obra pública traccione empleo y genere mejores condiciones de infraestructura para reducir algunos puntos de pobreza, más allá del beneficio estadístico de una baja de la inflación.
En la Subsecretaría de Hábitat identificaron a los cien barrios en condiciones de vulnerabilidad extrema. “Van hasta los 7 mil habitantes y están en zonas semi-rurales, sin cloacas, agua y sin acceso a empleo o educación, donde la pobreza es estructural, más allá de lo que digan los ingresos”, explicó Klemensiewicz. Para ese plan ya se volcaron $ 15 mil millones y se firmaron 320 convenios con intendentes.
Ayuda 37%, Educación 16%
Pese al énfasis oficial en reducir la pobreza, el gasto en salud y educación según el Presupuesto para 2017 sólo crece 16,3 y 16,5%, respectivamente.
“Sólo sigue la línea de la inflación (del 17% como máximo), que también es muy optimista”, explicó Rafael Flores, presidente de la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP). “Pero el rol del Estado realmente se ve en el gasto social estructural”.
Fuentes de la cartera educativa indicaron que el 60% del presupuesto está dirigido a salarios y hubo un pedido de presupuesto austero para contribuir a ajustar el gasto. De todas formas, garantiza el piso de inversión del 6% del PBI para el área.