ECONOMIA
Opinion

Posibilidades y límites de la Teoría Monetaria Moderna (TMM)

BCRA
Banco Central de la República Argentina. | CEDOC

En medio de la crisis económica y el proceso eleccionario que con alta probabilidad terminará en el cambio de signo político del gobierno, la Teoría Monetaria Moderna (MMT) ganó terreno en la discusión pública a partir de una serie de conferencias que el catedrático español Eduardo Garzón dicto durante las últimas semanas. A partir de las conferencias que atrajeron gran número de asistentes, la discusión pasó a twitter y de allí a los medios masivos. En cada instancia la discusión fue perdiendo densidad hasta casi convertirse en una caricatura, y resumida a supuestas propuestas heterodoxas de emisión descontrolada y respuestas de los economistas serios.

Realizar un análisis de la MMT, más allá de análisis superficiales implica entender cabalmente qué plantea. Siguiendo a Garzón los principios o postulados que constituyen el núcleo de la teoría:

  1. La moneda es esencialmente unidad de cuenta abstracta para medir deudas y créditos. Una gran diferencia con la teoría tradicional que considera el dinero a partir de las necesidades de realizar transacciones y comerciar.

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  2. El dinero es creado por el Estado que se asegura que sea aceptado universalmente en el territorio al “crear” demanda con el cobro de impuestos que se saldan en dinero. Además, los impuestos tienen un rol redistributivo.

  3. El ahorro no es igual a la inversión como se plantea en los modelos mainstream. Aquí un elemento de contacto con la teoría keynesiana.

  4. Siempre que el ahorro supera la inversión, el sector público debe incurrir en déficit. No es el sector público el que desplaza al privado, sino a la inversa. La tendencia a que el ahorro supere la inversión debe ser compensada con mayor gasto público. Si el Estado no actúa, la economía no podrá alcanzar el pleno empleo.

  5. La cantidad de dinero no es decisión discrecional de la autoridad monetaria, sino que la emisión de dinero es endógena. Esto significa que por un lado los bancos comerciales crean dinero (creación secundaria) y por otro que los bancos centrales no tienen grados de libertad para no adecuar la emisión de dinero a la demanda transaccional. En este punto es relevante aclarar que si se decide disminuir o mantener fija la cantidad de dinero líquido (base monetaria), se deberá compensar con la emisión de letras o bonos (como lebacs o leliqs) que elevan la tasa y afectar la actividad.

Así planteada, la MMT no implica como corolario necesario, que la emisión sea la solución al desempleo o estancamiento económico, sino que por el contrario quedan cabos sueltos que dan lugar a lo que los economistas denominan diferentes cierres según las características de la economía. En Estados Unidos (o Europa) que tienen soberanía monetaria (esto es que tanto dólar como euro son los únicos medios de pago aceptados universalmente en el territorio), con estructuras productivas maduras (donde el nivel de importaciones necesaria para alcanzar el pleno empleo de los factores no hace incurrir en déficit comercial) y además la moneda es una divisa internacional utilizada en el comercio exterior, vale la propuesta de la legisladora neoyorquina Alexandria Ocasio-Cortez: EE.UU podría emprender programas sociales y productivos que reactiven la economía y alcancen el pleno empleo, financiando el déficit con emisión. Esto último, fue de hecho realizado de 2009 en adelante, en el contexto de la crisis económica sin haber experimentado un incremento de precios equivalente a la emisión.

En Argentina la cuestión es más compleja. De hecho, el Dr. en Economía Demián Tupac Panigo que compartió una de las exposiciones realizadas por Garzón en la Universidad Nacional de Avellaneda advirtió: “en Argentina las condiciones son diferentes y no pueden aplicarse las mismas recetas que podrían funcionar en Europa o EE.UU. La estructura económica desequilibrada propia de Argentina y países latinoamericanos, representada por la dualidad de un sector primario hiper-productivo y una industria rezagada, generan las condiciones para el bimonetarismo y la fuga estructural. La política monetaria demasiado laxa provocaría presiones a la depreciación del tipo de cambio generando los típicos ciclos de stop and go. De hecho el principal problema de la economía argentina sigue siendo la restricción externa: el tipo de cambio necesario para equilibrar la cuenta capital es mayor que el necesario para alcanzar el pleno empleo”.

En definitiva: cuidado con importar soluciones foráneas sin entender el contexto local. En una economía bimonetaria, aunque se puede crear pesos no emitimos dólares. La emisión, lejos de generar la reactivación deseada incrementaría la presión sobre el mercado cambiario. ¿Esto implica seguir con el esquema monetario de altas tasas de interés? No, ya que eso fue lo que llevó a la crisis actual. Pero sí se debe tener cuidado y las herramientas monetarias sólas no alcanzan. Se debe generar mecanismos de coordinación y de incentivos para que la economía se mueva a un nuevo equilibrio consistente con la producción, el empleo y la desdolarización de la economía para que la emisión de dinero no termine alimentando la fuga, sino que sea absorbida por el crecimiento económico.

 

* Integrante del Centro de Economía Política Argentina y docente de la Universidad Nacional de Avellaneda y de la Universidad Nacional Arturo Jauretche.