China va por todo. La presidenta Cristina Kirchner definió los acuerdos firmados con su par Xi Jinping como una “alianza estratégica integral”, pero, para la República Popular, la alianza estratégica integral, en realidad, es con toda América Latina. Por eso, el gigante asiático ha prometido inversiones por más de US$ 175 mil millones en el último año. Y en un foro de la Celac, el presidente chino habló de US$ 250 mil millones más para los próximos diez años. Los industriales de la región temen, entonces, una “invasión” de productos chinos. Porque este país es buen comprador de materias primas, pero, a cambio, inunda de manufacturas al continente entero.
La Unión Industrial Argentina no es la única organización que está en alerta por la presencia de la potencia extra regional. En los últimos días, por caso, los industriales mexicanos lograron cerrar definitivamente el proyecto Dragon Mart Cancún. En este desarrollo urbano se esperaban construir 722 viviendas, veinte naves comerciales y tres mil locales en más de 200 hectáreas naturales. El presidente de la Confederación de Cámaras de Industriales (Concamin), Francisco Javier Funtanet Mange, explicó que, de lo contrario, “se podría haber desencadenado el ingreso de 300 mil toneladas de productos chinos por US$ 2 mil millones anuales”. La constructora dio de baja el sitio web del proyecto. Los sectores del vestido, calzado, juguete, textil y eléctrico respiraron aliviados.
En Venezuela, las fotos de los supermercados semivacíos recorren las redes sociales. De hecho, el presidente de la Fedecámaras, Jorge Roig, declaró, a principios de mes al diario español ABC, que el abastecimiento de productos básicos sólo estaba garantizado para los “próximos cuarenta días”. Los industriales se han quejado de la falta de divisas para poder invertir. El año pasado, Roig había señalado que “sólo existe un país incentivado para invertir en Venezuela: China. Lo ideal, en cambio, sería que los empresarios locales también tuvieran las mismas facilidades”. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, celebró en enero con su par chino Xi Jinping acuerdos por US$ 20 mil millones.
Algunos industriales, incluso, temen que las inversiones chinas en terceros países afecten sus propias exportaciones. Por eso, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ordenó a su canciller, Mauro Vieira, reunirse con los ministros Kicillof, De Vido y Giorgi. Brasilia desea saber el alcance de los negocios firmados entre Buenos Aires y Beijing por US$ 32 mil millones –incluye el swap por US$ 11 mil millones–. Los industriales brasileños, que debieron soportar acuerdos similares por US$ 68 mil millones, no desean que China aproveche la caída del 21,2% del comercio bilateral entre ambos países sudamericanos. La irrupción china no es sólo “estratégica”, sino también, simbólica. Es que así como Estados Unidos construyó el Canal de Panamá, el gigante asiático ya invierte US$ 50 mil millones para el “Gran Canal” de Nicaragua.