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Jorge Altamira: “No creo que la rebeldía sea de derecha, pero la izquierda no lidera la rebeldía”

El líder de Política Obrera participó del Ciclo de Entrevistas organizado por los estudiantes de Periodismo de la Escuela de Comunicación. Su propuesta para terminar con los planes sociales. Y por qué cree que el peronismo “está extinguido”.

Jorge Altamira
Entrevista a Jorge Altamira de la escuela de comunicación de Perfil | Pablo Cuarterolo

Jorge Altamira participó de una conferencia de prensa organizada por estudiantes de Periodismo de la Escuela de Comunicación del Grupo Perfil, donde señaló que el peronismo “está prácticamente extinguido en la Argentina”. “Está enterrado: no cumple más ninguna función política en el país y por eso es responsable del desastre que estamos viviendo”, aseguró.

Al ser consultado por su postura frente a los planes sociales, el líder de Política Obrera sostuvo que “no son sustentables”. “Si nosotros fuéramos gobierno, pondríamos a trabajar a todo el mundo. Los planes sociales no son sustentables. El FMI ya dijo que los tienen que liquidar”, aseveró Altamira en el Ciclo de Entrevistas a cargo de Rodrigo Lloret, director de Perfil Educación.

—Algunos analistas sostienen que Cristina Kirchner realizó una maniobra política en el Consejo de la Magistratura. ¿Usted qué piensa?

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—Indudablemente sí, fue una maniobra. Pero la política no existe sin maniobras. Los distintos partidos, en la lucha por el poder político deben recurrir a ellas: sino les aseguro que no tienen futuro. Hay toda clase de maniobras: a veces ayudan a acercarse a un objetivo. Y el que la realiza por un objetivo personal probablemente va a terminar mal. Es decir, tienen que estar vinculadas a los principios y a la estrategia de quien lo ejercita. En este caso, más claro sería que el cristinismo saliera abiertamente a luchar por el tipo de Poder Judicial que quieren, y no para tener a alguien más en una institución que en su momento votaron a favor en la constituyente de 1994.

Teniendo en cuenta que la mayoría de las encuestas de opinión indican un acercamiento de los jóvenes a Javier Milei, ¿por qué cree que se produce este fenómeno?

—En primer lugar, todavía los jóvenes no fueron a ningún lado, solo respondieron que les gusta Milei a la pregunta de un encuestador. Cuando se vayan efectivamente con él entonces podremos afirmarlo. Y aunque parece un fenómeno sorprendente en Argentina, esto ocurre a nivel mundial: en todos los países donde ocurrieron procesos fuertes de crisis política, la población abordo esa crisis de forma confusa. Hay un período de gran confusión política en la que aparecen elementos sorpresivos porque los que están ya consagrados han perdido completamente autoridad debido a la crisis política. En el caso de Milei: ¿Qué quiere hacer y a dónde quiere llevar a la Argentina? Yo creo que sus afirmaciones son inconsistentes. Por ejemplo: Milei dice que hay que disolver el Banco Central. Una vez tuiteé lo que él decía pero que apoyaba al presidente del Banco Central del gobierno de Macri. Y me sorprendió que me contestara diciendo: “Hasta que se disuelva el Banco Central, apoyo a Sturzenegger”. Eso no tiene lógica: si estás en contra de todos los bancos centrales, no debés hacer una excepción con uno que es el responsable del hundimiento financiero que posteriormente vino a la Argentina. Entonces, en cierto modo, es un tiro al aire.

¿Qué opina de la idea de que la nueva rebeldía se volvió de derecha?

—Hay giros violentos en la opinión pública en períodos de profunda inestabilidad. Hay una entidad llamada Latinobarómetro que señaló algo muy significativo: la parte de la población que normalmente no se mete en nada está envuelta en movilizaciones y agitaciones. Esta afirmación es muy fuerte y revela que no solo la estructura social está en crisis, algo que uno puede verificar por la inflación, la desocupación y la pobreza. Esto ha golpeado subjetivamente a las personas: aquellos que cuando veían a alguien movilizado decían “vayan a laburar”, ahora ellos está movilizado. Es ahí donde viene esta llamada ‘rebeldía’ de la derecha, aunque por el momento es un fenómeno muy confuso. Por ejemplo: en las encuestas de las elecciones norteamericanas de 2016, una parte importante del electorado dijo que pensaba votar por Bernie Sanders, que se presentaba como un socialista. Sin embargo, si Bernie Sanders no conquistaba la candidatura frente a Hillary Clinton en la interna del Partido Demócrata, votarían a Donald Trump. ¿Por qué? En su confusión relativa, el electorado no iba a votar a alguien del establishment que había gobernado el país hasta ese momento. Entonces finalmente votaron a Trump. Es un cuadro de confusión política muy grande. Pero em otros casos como Le Pen, acá no hay ninguna clase de rebeldía: Le Pen tiene cuarenta años en la política francesa. Son fenómenos que tienen un problema de espejismo y eso tienen que ver con otro tipo de factores: por ejemplo, la Unión Europea no satisface los anhelos de distintos países de Europa y Le Pen quiere romper la Unión Europea. No creo que la rebeldía sea de derecha, pero la izquierda, ostensiblemente, la izquierda no está a la cabeza de ninguna rebeldía. Y esto quiero declararlo formalmente como hombre que pasó, sigue pasando y pasará el resto de su vida en la izquierda.

Jorge Altamira fue entrevistado por estudiantes de Periodismo de Perfil Educación

Máximo Kirchner y los legisladores de La Cámpora se negaron a votar el acuerdo con el FMI y, en muchas posturas, parecen coincidir con el discurso de izquierda. ¿La Cámpora es de izquierda?

En el peronismo y en La Cámpora hay gente de derecha, de izquierda y de todos los colores. En la política argentina, Aníbal Fernández es considerado de izquierda porque está con el kirchnerismo y es un histórico represor de los trabajadores. Eso lo sé porque atacó a nuestro partido con mentiras sobre el incendio de trenes y luego liberó la zona de Barracas donde mataron a nuestro compañero Mariano Ferreyra. Está en las actas judiciales, no es una difamación. En los procedimientos judiciales hubo un juicio que duró un año y medio, y eso fue mostrado por nuestros abogados. Berni, que es casi un fascista, también se encuentra. Esto forma parte de toda esta confusión política general y también es una característica del peronismo, porque los movimientos que son policlasistas tienden a albergar perspectivas diferentes. Cuando sube Perón al gobierno, la Iglesia lo ve como un defensor de la tradición. Y una parte de la izquierda lo ve como el hombre que puso el aguinaldo, las vacaciones pagas, la organización de cuerpos de delegados en las fábricas. Este fenómeno del peronismo no es una peculiaridad de Argentina; es una peculiaridad de casi todos los gobiernos del mundo en donde la diferenciación política entre las clases no es nítida. Pero esa confusión que sirve en un período, ya en el período de decadencia no sirve para más. Creo que el peronismo está prácticamente extinguido en la Argentina. Una buena parte del país todavía no se da cuenta de que el peronismo está enterrado. No cumple más ninguna función política en el país y por eso es responsable del desastre que estamos viviendo. El país está en una convulsión total, hay una fragmentación del poder, probablemente dentro de dos semanas tengamos una terrible crisis como consecuencia del tarifazo.

—En las últimas semanas creció el debate en torno a los planes sociales. ¿Usted cree que hay que mantener los planes sociales?

Si nosotros fuéramos gobierno, pondríamos a trabajar a todo el mundo. Los planes sociales no son sustentables. El FMI ya dijo que los tienen que liquidar. El otro día se reunieron un defensor de los planes sociales como Grabois con Grobocopatel, el mayor representante del capital financiero agroexportador. Discutieron cómo los trabajadores de las organizaciones de Grabois van a trabajar para Grobocopatel. Y a esta empresa le interesa porque los salarios de esa gente son bajísimos. Y con la tecnología que ha avanzado en forma tan extraordinaria, hoy un obrero produce lo que en otra época producían mil. Entonces, ¿Por qué no reducimos la jornada laboral e incorporamos más trabajadores si la producción lo habilita en lo que queda disponible de esa reducción salarial? ¡Es una pavada! Pero no se hacen porque restringen el lucro capitalista y empodera al trabajador. Y como hay un conflicto entre el capital y el trabajo, el capital no quiere que el trabajador se empodere.

Agradecemos mucho su participación en este ciclo de entrevistas con nuestros estudiantes de periodismo. Como hacemos siempre, le damos la posibilidad al entrevistado de cerrar con un comentario final que usted quiera hacer.

—Me parece fantástico que chicos y chicas que están haciendo una carrera en el periodismo discutan francamente todo esto porque lo que está en juego en el mundo es el destino de la libertad de expresión, que nunca gozó de buena salud. Con Onganía, Videla y otras tantas dictaduras no gozábamos de eso. Y el periodismo en esto tiene una responsabilidad enorme. He escrito cosas de cómo los periodistas deben defender la libertad de expresión incluso si trabajan para un capitalista, que puede querer que su medio vaya en tal o cual dirección. Pero eso es absolutamente clave: como socialista y como revolucionario, considero a la libertad de expresión el arma por excelencia de la victoria de los trabajadores.

Por Sasha Ávila, César Augusto y Luis Aparicio.
Estudiantes de Periodismo Perfil Educación en la 
Escuela de Comunicación