El principal resultado de la elección primaria del 13 de agosto no tuvo que ver con el fin explícito de estas elecciones –elegir candidatos para las generales del 22 de octubre- sino con completar el triunfo de Mauricio Macri en las elecciones de 2015.
Allí como se recordará, tras obtener apenas el 30% en las primarias, y el 34 en primera vuelta, escala en segunda vuelta para obtener un triunfo casi por la mínima -51,3%- en el balotaje del 22 de noviembre de 2015. ¿Había sido accidente aquella victoria, fruto de las desavenencias entre Daniel Scioli y Cristina Fernández de Kirchner, o había algo más allí?
Pues bien, la elección de ayer muestra que sí había algo más. Buena parte de la sociedad dio su veredicto en las PASO confirmando por un lado, el modelo macrista cono el preferido para gestionar la Argentina y por el otro castigando a buena parte del peronismo en lugares impensados como San Luis, La Pampa o Santa Cruz. En este sentido la elección del 13 de agosto se pareció a la reelección de Carlos Menem de 1995. Si el riojano había ganado seis años antes con un programa difuso e interpretable –revolución productiva y salariazo- en su
reelección se refrendaba el programa neoliberal del Consenso de Washington, sin titubeo, ni vuelta atrás.
En este sentido, los resultados electorales van a ser leídos por el gobierno como la ratificación de la aprobación del 2015, y un aval sólido para llevar adelante su programa de gobierno, más allá de las mayorías legislativas. Las reformas que hasta ahora se habían sugerido como la impositiva, previsional y fundamentalmente la laboral tendrán el envión necesario para avanzar velozmente y rechazar las críticas que plantearán desde el kirchnerismo, los sindicatos y la izquierda, basándose en el nuevo capital electoral del oficialismo.
Sin embargo, la principal disputa en términos ideológicos que se planteó para estas elecciones quedó sin resolver en el insólito empate en la provincia de Buenos Aires entre Cristina Kirchner y Estaban Bullrich. El pueblo de esta provincia quedó partido en proporciones similares entre los dos proyectos políticos que se debatieron larvadamente en estas elecciones: la economía con fuerte regulación estatal que promovió el kirchnerismo en sus doce años de gobierno, frente a una economía modulada principalmente por el mercado, que promueve el macrismo.
El peronismo sin dudas entrará en una etapa de erupción como los mejores volcanes, en busca de su reorganización. Esta tarea que los gobernadores y líderes locales han preferido postergar para iniciar cierto romance –interesado- con el gobierno es ahora impostergable, frente a la posibilidad muy cierta de perder todo en la ruleta electoral. Algunos actores que obtuvieron buenos resultados como Sergio Uñac –San Juan- o Juan Manuel Urtubey –Salta- buscarán liderar las reformas de la constelación de partidos provinciales y locales en que se ha trasformado el peronismo, para unificar una voz frente al poderoso tridente Nación - Provincia de Buenos Aires - Ciudad de Buenos Aires.
Una pregunta pertinente es si Sergio Massa y Florencio Randazzo tendrán espacio e interés para participar en esta discusión que de no producirse allanará las posibilidades de Cambiemos hacia 2019.
También el macrismo entrará en una etapa de reorganización y pago de dividendos sobre el esfuerzo y el resultado electoral. El papel protagónico de Elisa Carrió se ampliará y profundizará y ya Macri no podrá tomar decisiones sin el aval de la diputada chaqueña. Finalmente el rol de María Eugenia Vidal tendrá una nueva ponderación, pero que será afectada por el conteo final de las urnas bonaerenses.